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miércoles, 14 de junio de 2017

El cambio climático explicado para que lo entienda Trump

Qué agradable llevar dos noches sin dormir bien por culpa de las altas temperaturas y enterarte de que la ola de calor no ha llegado aún. Empieza mañana. Pero entonces, ¿cómo llamamos a lo que ha pasado hasta ahora?

Antes se hacía el cambio de armario, se guardaban los jerseys y se sacaban los pantalones cortos justo en el 40 de mayo. Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo, decía el refrán. Ese refrán debe ser de la época de los romanos, cuando decían que una ardilla podía cruzar la península ibérica saltando de árbol en árbol. Hoy sólo lo lograría saltando de Papizza en Papizza.

¿Este calor infernal es culpa del cambio climático o, como dice Trump, es un invento de los chinos?

Ignoro la opinión del señor de la piel color Risketo al respecto ahora mismo, día 14 de junio, a las 18.32 horas, porque este señor cambia de opinión más que de corbata. Pero yo lo tengo muy claro. Nos vamos a asar cada año un poco más. Gentes de letras puras, hijos de la ESO y dummies en general, os voy a explicar de qué va el cambio climático. Si yo lo entiendo, que soy de letras puras, vosotros y el señor Trump también podéis.

Desmontemos los argumentos que se dan en contra del cambio climático:

¿Cómo van a saber que hay un cambio climático si los meteorólogos ni siquiera saben qué tiempo va a hacer mañana?
En la serie documental "Cosmos" (la nueva, no la que hizo Carl Sagan años ha) lo explican divinamente. Neil Degrasse Tyson, el presentador de la nueva "Cosmos" pasea por la playa con un perro. El perro da mil vueltas: dos pasitos hacia delante, tres hacia atrás, me acerco al mar, veo un palo, cojo el palo, dejo el palo, un paso hacia atrás... pero siempre en la dirección que Neil, que lleva la correa, marca. Neil afirma que predecir el tiempo que hará en unos días es como predecir qué hará el perro en el siguiente segundo, imposible. Pero predecir en qué dirección marchará el perro sí se puede prever, pues es él quien lo dirige gracias a la correa.

Nosotros somos quienes llevamos la correa del cambio climático y está ahí, es medible. Con el aumento de temperaturas, el aumento de emisiones de CO2 de los coches, el deshielo de los polos...

Neil Degrasse, el científico con más flow.

¿Y qué si se derriten los polos? Pues que se derritan, anda que no están lejos.
Están lejos, sí, pero son muy tochos. Tanto que si se siguen derritiendo el nivel del mar subirá tanto que anegará la costa de medio mundo. Por poner un ejemplo, Londres se inundaría, ¿a dónde iríamos a ver musicales?

Además, los polos cumplen una labor básica, reflejan y rebotan los rayos que nos llegan del sol, equilibrando así la temperatura. A menos superficie helada, menos rayos de sol que se reflejan y, por tanto, más calor y más daño nos harán los rayos de sol.

Pues yo no noto nada. La gente se queja en verano del calor, y en invierno del frío.
Es normal que los afortunados que tienen aire acondicionado no noten gran cosa. Si hace calor se quedan en casa y tan a gusto. Pero los que saben del tema sí lo notan. La sociedad ornitológica de España ha contabilizado hasta diez especies de pájaros que antes emigraban en el Sáhara y que ahora eligen... ¡España! Somos el nuevo Sáhara, qué espanto. Cuando todo el mundo sabe que lo bonito es el entretiempo, esa época en la que puedes llevar vestidos sin peligro a parecer Camacho porque sudas a chorros.

Más datos. El desierto de Atacama, en Chile, un sitio tan inhóspito y tan seco que se usa para recrear las expediciones a Marte, avanza medio kilómetro al año, ¡medio kilómetro!

Pero no me hagáis caso a mí. Haced caso a Schwarzenegger:




Arnold (es más fácil escribir Arnold que Schwarzenegger) dice que Trump, al salirse del acuerdo de París, hace viajar al mundo al pasado. En "Cosmos" sugieren un momento estupendo para viajar al pasado y ahorrarnos este sufrimiento sofocante: 1913. Entonces Frank Shuman construye en Egipto la primera planta solar funcional y económicamente rentable. Pero llegó la I guerra mundial, la planta fue destruida y se desarrolló otra fuente de energía que era muchísimo más rentable: el petróleo. Ay, si Terminator viajara a 1913 y evitara este desastre...

Y vosotros, lectores sudados de mis entretelas, ¿qué tal lleváis el calor?, ¿tenéis aire acondicionado?, ¿piscina?, ¿me invitáis? Responded primero a la última pregunta.

lunes, 20 de febrero de 2017

"Descatalogado", esa palabra maldita

Hay palabras que provocan alegría inmediata, como "croquetas" o "gratis". Otras, sin embargo, sólo traen tristeza y desesperanza como "descatalogado". Un ejemplo: te has leído en la biblioteca un libro editado hace tiempo, lo ha hecho con la intención de documentarte porque llevas dos años de tu vida trabajando en series históricas y resulta que el libro en cuestión te parece lo más. Así que lo buscas en ese lugar que lo tiene todo en cuanto a libros de segunda mano: Iberlibro. Y entonces va Iberlibro y te da la aciaga noticia, suelta esa palabra triste como pocas: descatalogado.

Eso me pasó hace más de un año con "El siglo de los cirujanos" de Jürgen Thorwald, imposible de encontrar, a no ser que quisieras pagar mil euros a un avispado vendedor a través de ebay. Entonces, oh albricias, me entero de que reeditan el libro:

 Gracias, editorial Ariel.

"El siglo de los cirujanos", obviamente, es un libro sobre cirugía. Pero si sólo fuera un libro sobre medicina no tendría el éxito que ha tenido desde que se editó por primera vez, en el año 1956. En realidad es una historia del progreso, llena de esforzados científicos que tuvieron que luchar contra las ideas preconcebidas de su época, ideas que ahora nos parecen auténticas bobadas, como ésa que aseguraba que no hacía ninguna falta lavarse las manos antes de acometer una cirugía. El libro de Thorwald habla de cómo se descubrieron las bases de la medicina moderna; el uso de la anestesia, la importancia de la higiene, la práctica de cesáreas...

"El siglo de los cirujanos" comienza narrando cómo se practicó la extracción de un tumor quístico tan grande que el doctor McDowell, al verlo, pensó por un momento que su paciente estaba embarazada de 11 meses. La mujer, Jane Crawford, estaba dispuesta a llegar hasta el final: "córtelo usted... yo aguanto mucho el dolor", le dijo al médico rural, que procedió a intentar extraerle el tumor mientras en el exterior, el sheriff y la mitad del pueblo perdido en medio de Kentucky querían tirar la puerta abajo e impedir una operación que, de tan arriesgada, sólo podía llevar a la muerte. Esto es empezar fuerte, ¿no?

Pero mi historia favorita de las muchas que cuenta "el siglo de los cirujanos" es la del descubrimiento de la anestesia. A principios del siglo XIX se conocía la existencia del óxido nitroso y se sabía de algunos de sus efectos. Se le conocía como "gas hilarante" o "gas de la alegría" y había espectáculos muy populares donde el público ("sólo se permite inhalar el gas a caballeros de la más alta distinción", decían los anuncios) aspiraba el óxido nitroso y hacía el ridículo ante los demás. 
  No existían los Morancos, pero sí el gas de la risa.
 
Entre los espectadores de la exhibición había un dentista, Horace Wells, que se fijó en algo que pasó desapercibido a todos los demás. Uno de los voluntarios que inhaló el gas de la risa se rompió la pierna en pleno espectáculo. Wells oyó claramente el crujido... pero el hombre en cuestión no parecía sentirlo. Wells entonces tuvo una revelación: el gas no sólo eliminaba la vergüenza de la gente, también el dolor.

A partir de ese momento Wells empezó a investigar, y también a obsesionarse. Experimentó consigo mismo decenas de veces y luego empezó a extraer muelas de sus pacientes... ¡sin dolor!  Wells se convirtió en el dentista más exitoso de su ciudad, pero él creía que su descubrimiento podía revolucionar la medicina y no paró hasta lograr hacer una demostración en el Massachusets General Hospital, rodeado de médicos y estudiantes. Era 1845. El tímido Wells se enfrentó a una audiencia en contra, convencida de que él era un farsante. Hasta entonces se habían intentado muchos métodos para mitigar el dolor en las operaciones quirúrgicas: opio, cáñamo, mandrágora... Nada había funcionado y se había enraizado una idea entre la comunidad médica: el dolor no se podía quitar. Punto.

Horace se dispuso a extraer una muela a un paciente ante su auditorio, en la arena del hospital general:

"The Knick" nos parece gore, pero probablemente se quede corta respecto a la realidad.

El paciente en cuestión era un hombre corpulento, obeso y alcohólico. Wells no lo sabía entonces, pero esas características explicaban lo que pasó después. El dentista dio al paciente la dosis habitual de óxido nitroso, le quitó la muela... y el hombre gritó de dolor. Wells no daba crédito. El público se rió, acusó a Horace de ser un farsante y él se marchó sin entender qué había fallado. Pero había alguien en el público que no se reía: William Morton. Dentista como Wells, tomó nota de lo que éste había hecho, investigará por su cuenta y dos años más tarde ayuda a extraer un pequeño tumor de un paciente cuyas características físicas (bajo y delgado) ayudaron a que fuera un éxito. Morton, espabilado, se negaba a decir qué tipo de gas usaba, quería mantener el misterio, ser el único en usarlo y, por tanto, ser el único en beneficiarse económicamente. Wells, por supuesto, reaccionó y escribió decenas de cartas asegurando que él había sido el primero en usar anestésico, no Morton.

Comienza entonces una odisea para Wells, obsesionado como nunca, cada vez más solo, empeñado en reclamar lo que era suyo, enganchado al éter y al alcohol. Pero Morton es quien se estaba llevando el mérito, y Wells acaba suicidándose. Morton calla que el "misterioso" gas que usa es éter, descubierto hace ya mucho tiempo, aunque, como el óxido nitroso, se desconocía su efecto como anestésico. Pronto otros médicos descubren los usos del éter y la anestesia generaliza. Toda una revolución y un avance de la ciencia, que ríete tú del smart phone...

En cuanto a Morton, el tiempo lo puso en su sitio, acabó sus días arruinado tras endeudarse en pleitos legales sobre la autoría de su supuesta fórmula para la anestesia. El tiempo, sin embargo, llegó tarde para Wells.

Y vosotros, ¿también habéis sufrido por culpa de esa maldita palabra, "descatalogado"?




martes, 29 de marzo de 2016

El día que los robots se rebelen



Hagamos una encuesta rápida. En enero, a la vuelta de Reyes, y con todos los propósitos de Año Nuevo recientes, ¿cuántos de vosotros estrenó un FitBit?, ¿cuántos de vuestros compañeros de trabajo lucían uno en la muñeca?, ¿regalasteis alguno a vuestras parejas, en plan indirecta?

Por si acabáis de despertar de un coma de 30 años, como en "Despertares", os cuento qué es FitBit. Se presenta en su página como "la aplicación de actividad física definitiva". De lejos puede parecer un reloj Casio viejuno pero es como una pulsera cuantificadora: de calorías, de pasos, de horas de sueño reparador... es capaz de identificar el ejercicio que haces y monitorizarlo. Así tú sabes si estás consumiendo las calorías adecuadas para la cantidad de calorías que quemas. FitBit te informa para que no caigas en el típico autoengaño de "bah, por un día que coma en el Burger King..." cuando en realidad has comido ahí tres días seguidos. La teoría dice que, al saber en concreto cuántas calorías has quemado o cuánto ejercicio has hecho, querrás competir contigo mismo e intentarás batir tu propio record. Y puede ser que sea verdad. La primera semana. El primer mes... Pero ya lo dice el sabio refranero "lo poco gusta, lo mucho cansa". Vamos, que al tercer mes has pasado olímpicamente de FitBit.

Por eso predigo que el enero del próximo año no habrá tanta gente corriendo por el parque con una pulserita, que parece un Casio pero no lo es. A no ser, claro está, que incorpore a su software un detallito: el chantaje emocional.

FitBit, tienes mucho que aprender de una tecnología vintage: el tamagotchi.

¿Quién no se ha sentido insoportablemente culpable al matar a su tamagotchi?

La versión 3.0 de FitBit debe dar un paso más: enfadarse con nosotros cuando, tras varias semanas de hacer dieta, nos pidamos una pizza cuatro quesos. Insultarnos. O, mejor aún, que nos diga cosas del tipo "no esperaba esto de ti", "me has defraudado". Éste será el instrumento definitivo para perder peso. Cuando lo hagamos no por salud, ni por gustarnos más frente al espejo, sino por pura vergüenza.

De momento, FitBit sólo es una calculadora sofisticada. Hay otras tecnologías mucho más avanzadas que nos imitan en todo. En lo bueno... y en lo malo también. Microsoft ideó un programa de inteligencia artificial que imitara a una joven de 19 años. La idea era que aprendiera a conversar interaccionando con los usuarios a través de twitter. En fin. Microsoft, de verdad, cuántos errores juntos ¿un robot imitando a una chavala de 19 años?, ¿aprender a través de twitter? Pero si eso es una contradicción en sí mismo. Tay, que así se llamaba el programa, empezó bien, siendo educada, encantadora y sosísima:
 
“Holaaaaaa mundo!!!”

Pero, tal y estaba programada, Tay empezó a copiar los comportamientos de los usuarios que contestaban a sus mensajes. Sin distinguir entre internautas normales, trolls y gente con ganas de echarse unas risas a su costa. Y así aprendió a ser clasista, machista, racista y políticamente incorrecta. ¡En 24 horas! Porque la ironía y la barrera entre lo gracioso y lo ofensivo no son cosas que se programen así como así.

"Vamos a poner un muro en la frontera. México va a tener que pagarlo".

«Odio a las feministas, deberían morir y ser quemadas en el infierno»

«Hitler tenía razón, odio a los judíos»


Los señores de Microsoft han borrado los tuits y han mandado a paseo a Tay, muy avergonzados. Quizá ellos buscaban en su programa de inteligencia artificial el community manager perfecto, incansable y sin sueldo. Pero, bien mirado, su iniciativa ha sido todo un éxito. Tay se ha comportado como una auténtica adolescente de 19 años. Ha sido una descerebrada. Porque su ambiente era twitter, que si llegan a construir una réplica humanoide y la sueltan en un instituto, la tienen haciendo botellón en cinco minutos, sufriendo un coma etílico tras una hora y yonqui y embarazada antes de acabar el día. 

El futuro ha llegado. No tenemos coches que vuelen, ni vestimos todos de uniforme (afortunadamente), pero tenemos robots humanos, demasiado humanos. El siguiente paso es que no sólo se comporten como nosotros, sino que sean como nosotros. Eso sí, más guapos. ¿O es que es casualidad que la pareja más bella de Hollywood, Fassbender y Vikander, hayan interpretado los dos a robots?


Pero la inteligencia artificial más inteligente no es Siri, ni FitBit, ni, obviamente, Tay. Es el robot de spotify, ¿habéis consultado alguna vez sus sugerencias semanales? en teoría se basan en tu historial de búsquedas y reproducciones, pero yo creo que es capaz de leerte el pensamiento. Esa canción que te gusta, que hace diez años que no oyes y de la que no recuerdas ni su título ni quién la cantaba... ésa... Spotify la recuerda para ti.

El día en que se levanten las máquinas contra nosotros, lo harán capitaneadas por el robot de Spotify. Yo aviso. Y vosotros, ¿compraríais un robot con el aspecto de Fassbender o Vikander?, ¿Spotify os lee la mente?, ¿teníais un tamagotchi al que matasteis de inanición?

lunes, 11 de mayo de 2015

Einstein era un capullo

¿Quién lo iba a decir, eh?

¡Pero si soy un tío majísimo!

Con esa cara de abuelete simpático y ese pelo revuelto de científico loco, a lo Doc en "Regreso al futuro", resulta que ese icono del siglo XX, ese genio, ese abanderado del pacifismo, ese que revolucionó la física... resulta que era un capullo integral.

Todo comienza allá por el año 1896, cuando Albert estudia en el Instituto Politécnico de Zurich. Su única compañera femenina es Mileva Maric, una joven serbia lo suficientemente brillante como para que la admitieran (la mayoría de las universidades de la época no admitían a mujeres y las que lo hacían exigían un historial de campanillas) y que había sido amiga de otro serbio brillante: Nikola Tesla. Mileva era un coco con las matemáticas, no muy guapa y coja por culpa de una artritis. No es que tuvieran un flechazo precisamente. Fueron colegas durante bastante tiempo hasta que empezaron a escribirse (el "añádeme a tu whatsapp" de la época). Se convirtieron en novios pese a la oposición de la madre de Einstein que veía a Mileva demasiado parecida a su hijo: "ella es un libro como tú, deberías tener una mujer de verdad". A eso había que sumarle otro terrible obstáculo en su relación: Mileva tenía 4 años más que Einstein, una cifra ridícula en el 2015 y gigantesca en 1898 y demostración de la teoría de Einstein de que el tiempo es relativo. Tal y como repetía esa señora toda amabilidad que era la madre de Einstein "cuando tú tengas 30 años ella será una bruja".


Tampoco era tan fea...

Pese a todo, Albert y Mileva siguen su relación. Los dos son dos cerebritos con los mismos gustos y obsesiones y Albert está tan enamorado que allá por 1900 escribe a Mileva: "Estoy solo con todo el mundo salvo contigo. Estoy muy feliz de haberte encontrado, tan parecida a mí en tantos sentidos". En 1901 Mileva se queda embarazada. Otra cosa que a día de hoy daría bastante igual, y más si te has quedado embarazada de tu novio. Pero a principios del siglo XX es un escándalo, un motivo para que la expulsen a ella de la universidad y a él de la oficina de patentes donde acaba de conseguir trabajo. Así que Mileva hace las maletas y se va a Serbia a dar a luz, de estrangis. Tras un parto complicado, da a luz a Lieserl. Continúa su correspondencia con Einstein, que asegura amar a la niña pese a que ni siquiera la conoce. Aunque no se molestó en ir a conocerla. La niña fue dada en adopción (o murió, ahí la cosa no está muy clara) y Mileva volvió a Suiza junto a Einstein con quien, finalmente, se casó. Podría este parecer un final adecuado, aunque trágico... Pero la tragedia no ha hecho más que comenzar.

Mileva y su capacidad para las matemáticas vienen de perlas a Einstein en su desarrollo de la teoría de la relatividad. Por algo él nunca ha sido bueno en cálculo, aunque sí en pensamiento abstracto. Su correspondencia (los mails de la época) muestran que se refería a la futura teoría de la relatividad como "nuestra teoría". Mileva no sólo ejerce de ayudante, sobre todo ejerce de lo que tocaba, es decir, de madre, y ahora que ya está casada tiene dos hijos: Hans Albert en 1904 y Eduard en 1909.

Mileva y sus hijos, posando con esa alegría vital que caracteriza a las gentes de la Europa del Este.

Einstein publica la teoría de la relatividad especial en 1905 y poco a poco empieza a convertirse en lo que es hoy: un icono. Pero el segundo hijo de la pareja, Eduard, nace con problemas, padece retraso y esquizofrenia y Mileva se dedica en exclusiva a él.

Albert comienza en 1912 una relación con su prima Elsa Löwenthal. Otra moza que tampoco le hubiera gustado a su madre, porque era divorciada y madre de 3 criaturas. En las cartas que se escriben Einstein se refiere a su esposa con estas bonitas palabras "es una empleada a la que no puedo despedir. Tengo mi propio dormitorio y evito encontrarme a solas con ella". Elsa vive en Berlín y Albert, con todo su morro, quiere trasladarse ahí. En una escena que imaginamos digna de cualquier drama de Bergman, Mileva suplica quedarse en Suiza. Albert acepta continuar con ella, pero pone unas condiciones leoninas en su convivencia berlinesa:
  1. Deberás asegurarte de:
    • mantener mi ropa y la del hogar en buen estado.
    • servirme tres comidas en mi habitación.
    • mantener mi dormitorio y el estudio limpios, y debe quedar claro que mi mesa de trabajo es para mi uso exclusivo.
  2. Renunciarás a cualquier tipo de relación personal conmigo en la medida en que no sean estrictamente necesarias por razones sociales. En concreto, renunciarás a:
    • sentarte en casa junto a mi.
    • pasear o viajar juntos.
  3. Tendrás en cuenta los siguiente puntos:
    • no mantendremos relaciones íntimas, ni me reprocharás nada.
    • dejarás de hablarme si yo te lo pido.
    • abandonarás mi dormitorio o estudio inmediatamente, y  sin protestar, si te lo pido.
  4. Te comprometerás a no menospreciarme delante de nuestros hijos, ya sea con palabras o hechos.
(sacado del blog Historias de la historia)

Aún siguen juntos unos cuantos años más, hasta 1914, que Mileva coge sus bártulos y a sus hijos y vuelve a Suiza temiendo la llegada de la I Guerra Mundial. Einstein solicita el divorcio y éste llega en 1919. Curiosamente, hay una cláusula en el divorcio que reza que, de conseguir Einstein el Premio Nobel, la dotación de éste irá para Mileva.

El resto, en cuanto a Einstein, es historia. En 1915 publica la teoría de la relatividad general. Cosa que a los de letras nos suena a chino mandarín pero que es una cosa muy tocha, ¿por qué? Porque dio un vuelco al concepto de gravedad que se tenía desde la época de Newton. Gana el premio Nobel, huye de la Alemania nazi y se instala en los Estados Unidos donde aboga por el pacifismo (lo cual no deja de tener su guasa, ya que sus teorías sirvieron para construir la bomba atómica) y trabaja los últimos años de su vida en una teoría general que lo explique todo, pero todo, todo. Nunca la publica. Muere en 1955 convertido en algo que ningún otro científico ha conseguido nunca: tan famoso como una estrella de cine.

¿Y qué fue de Mileva?

Murió en Suiza en 1948, donde era una anónima profesora de clases particulares de física. Pero quizá no sepáis que Einstein le dio todo el dinero de su Premio Nobel, ¿por remordimientos?, ¿por pasar olímpicamente de sus hijos y criar como tales a los de Elsa, pero no a los que tuvo con Mileva?, ¿para compensar la ayuda inestimable de Mileva en la elaboración de la teoría de la relatividad?, ¿porque ella era, en realidad, tan autora de la teoría como él?, ¿porque ella lo exigió en su divorcio?, ¿porque le dio la realísima gana? No lo sabemos.

El caso es que Mileva se gastó todo ese dinero en la clínica psiquiátrica donde ingresó a su hijo esquizofrénico. No sé cómo Hollywood no ha hecho un biopic sobre ella ya, con la típica actriz guapa afeada gracias al maquillaje y dispuesta a ganar el Oscar.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Acción de Gracias en casa de los Nolan

Mira que hemos adoptado un porrón de cosas de los Estates: disfrazarnos de mamarrachos en Halloween, el ketchup, las cadenas de hamburgueserías con camareras que van en patines, el black friday... Pero tres cosas se nos resisten: el béisbol, la coca cola sabor cereza y Acción de Gracias.

Acción de Gracias celebra la llegada de un grupo de colonos a Estados Unidos y cómo unos indios, viéndoles sin comida y mareados del viaje, salieron a su encuentro para ofrecerles comida, en concreto, un pavo. El resto de la historia ya sabéis cómo es, los colonos se lo pagaron extinguiendo al pueblo indio, como bien se explica en "La familia Addams".

A día de hoy Acción de Gracias es una excusa tan buena como cualquier otra para hincharse a comer cosas de ésas que salen en los anuncios de coca cola y que han hecho de los Estados Unidos de América el país con más gordos por metro cuadrado:


Todas las familias americanas se reúnen en torno a la mesa, se ponen al día e intentan que la velada transcurra tranquila. La mayoría evitan temas espinosos como la política. En casa de los Nolan el tema a evitar es el cine. Pero no hay manera cuando Chris y Johnny llegan a casa, se sientan en la mesa con pavo, mazorcas de maíz y salsa de arándanos y sueltan:

- ¿Habéis visto ya nuestra peli?

El resto de la familia se miran los unos a los otros con espanto.

- No... no he tenido tiempo- dice Matt, el hermano mayor, aunque en realidad sólo vio "Memento" en su día, y no entendió un pijo. Porque a él lo que le gustan son esas películas que se llaman lo que sea más "de pelotas".

- Pero si te envié el enlace de Pirate Bay y todo...- dice Chris.

- ¿Vosotros tampoco la visteis? - pregunta Johnny, el hermano pequeño y coguionista de casi todas las películas de su hermano, a sus padres.

Ellos se miran con pánico. Porque como buenos padres ellos ven todo lo que hacen sus hijos, desde aquel aciago día en que el padre compró a Johnny una súper 8 en vez de un bate de béisbol. Ay, qué felices hubieran sido los Nolan si no hubiera regalado la súper 8 a los niños...

- Sí que la hemos visto- confiesa la madre- ¿un poco de pavo relleno? lleva dentro ciruelas, pavo, jamón, pimiento, guisantes...

- ¿Y os ha gustado?- pregunta Chris.

Christopher Nolan no es hombre de chándal.

Los padres se miran, otra vez, con pánico.

- No les ha gustado, Chris. Si es que no les gusta nada de lo que hacemos. Ni siquiera cuando grabamos la fiesta fin de curso de Matt en el 85...- dice Johnny.

Jonathan es como Chris, pero en plan chico sanote del Medio Oeste. Que sus padres siempre confiaron en que se le quitaría la manía ésta de hacer pelis largas y complicadas y se haría jugador de rugby. Pero no.

Ewan McGregor + Noah Emmerich = Jonathan Nolan

- ¿Pero qué es lo que no os gustó? Si a ti mamá te encanta Matthew McConaghey...- insiste Chris.

- Sí, me parece muy guapo. Pero es que en vuestra película ni siquiera enseña el torso.

- Ésa no es una crítica constructiva, madre.

- Ya, bueno.

- Qué es lo que no te gustó de "Interstellar"", venga, va.

- Es muy larga, Chris. Te lo tengo dicho, dos horas como mucho.

- 90 minutos es lo ideal- añade el padre.

- Pero en 90 minutos no puedo hacer una epopeya sobre viajes al espacio que incluye una reflexión sobre las relaciones padres-hijos, una crítica sobre cómo estamos tratando a nuestro planeta y una explicación de conceptos científicos tan complejos como la quinta dimensión y los agujeros de gusano.

- Pues haz dos películas, Chris.- sentencia el padre.

- De todos modos, eso de los agujeros de gusano y tal... me parece que ahí os habéis colado.- añade la madre.

- ¡Pero si estuvimos hablando con un científico mazo de rato!- se defiende Johnny.

- A ver. Primero, que los agujeros de gusano son una hipótesis teórica, pero no se han visto nunca. Y además, de existir, eso de viajar en el espacio y en el tiempo a través de ellos es imposible, porque las dimensiones extra sólo existen a escala subatómica.

- Jope, mamá, ¿desde cuándo eres tú una experta en física?, ¿ha hablado Oprah del tema en su programa o qué? - dice Chris.

- Vuestro padre me regaló "Una breve historia de casi todo", y ahí viene explicado. Pero vamos, que también sale en la wikipedia.

No sin mi americana.

- A ver, que eso son licencias dramáticas. Como Luc Besson con la peli ésa de en la que Scarlett Johansson usa el 100% de su cerebro y tiene súper poderes.

- Yo cuando pienso mucho rato me duele la cabeza- dice Matt, el hermano mayor y el normal, que trabaja conduciendo un autobús Greyhound.

- Y eso es lo que pasaría si usáramos el 100% de nuestra capacidad cerebral, que petaríamos - resume la madre.

- Yo sólo quiero hacer una película que os guste. Copón.- dice Johnny, que es el más sentimental.

- Deja el ponche un poco, Johnny, que te pones muy tonto- dice el padre.

- Johnny, vamos a hacer una película que guste a nuestra familia. Una película sencilla, de 90 minutos.

- Y que se entienda - pide Matt.

- Y que Matt y cualquier americano medio que  nunca ha leído a Proust entienda.

- ¿Quién es Proust? - pregunta Matt.

- ¡Haced una peli del oeste! O mejor, una de la Segunda Guerra Mundial- pide el padre que, como todo padre, es fan de los westerns y de las películas bélicas.

- Esos géneros están sobrexplotados. Pero me gusta la idea de revitalizar un género que el Hollywood actual tenga de lado. Yo lo cogeré y le insuflaré vida. Como he hecho con Batman. - dice Chris.

Los hermanos se miran. Los dos han tenido una idea.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo? Que hay un género con el que Hollywood no se ha atrevido nunca...

- Y sólo nosotros podemos hacer una película profunda y compleja sobre él.

Y entonces dicen los dos a la vez:

- ¡El porno!

A la señora Nolan el pavo relleno se le va por el otro lado y empieza a toser. Pero los hermanos Nolan no se dan cuenta, están en pleno proceso creativo.

El mismo abrigo de paño desde "El truco final", debe oler a cuadra.

- Lo veo. Será una reflexión sobre el amor, el sexo y el pudor. Y la protagonista será Jennifer Lawrence, que lo está petando y no hemos trabajado con ella.

- ¿Y ya querrá salir en bolas?

- Nosotros la convenceremos. Y tenemos que buscar un papel para Michael Caine. 

Mientras los hermanos están con su brainstorming, el resto de la familia se acaba el pavo.

- Otra Acción de Gracias que ni van a probar mi pavo relleno de todo lo que había en el súper- se lamenta la madre.

- Y la peli ésta última no estaba mal. La parte del planeta de agua está muy chula - dice el padre.

- Y Mc Conaghey no enseña cacho pero está convincente en su papel.

- Si le quitaran el final ése de la quinta dimensión y las ñoñerías de Anne Hathaway sería muy buena película.

- Y así duraría dos horas.

- Pues sí, anda pásame el ponche.

Y vosotros, lectores de mis entretelas, ¿habéis visto "Interstellar"?, ¿celebráis Acción de Gracias? y, sobre todo, ¿habéis votado ya a "La leonera" en el festival Sonorama?, ¡que sólo queda un día!

jueves, 15 de agosto de 2013

Gente molona IV: James Randi


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He pasado mis vacaciones por el norte, ese lugar donde en un mismo día te llueve, te hace sol, refresca, vuelve a hacer calor y se remata la tarde con viento. Pero qué queréis, no se puede tener playa y noches frescas sin ofrecer un poco de inestabilidad meteorológica a cambio. Por las tierras asturianas y gallegas, aparte de comer cosas que harían que Obelix se empachara, como el cachopo, también he descubierto al protagonista de este post.

Y es que en el norte hay que buscarse entretenimientos cuando la llovizna, el calabobos, txirimiri y a veces hasta el monzón, te atacan. Yo me refugié de la lluvia en una exposición itinerante de La Caixa titulada “Ilusionismo, ¿magia o ciencia?”.

La muestra conseguía una cosa que muy pocos profesores, en general ésos a los que nunca olvidamos, logra: enseñar de verdad. No para aprobar el examen. No. Hablamos de cuando una idea se te queda en la cabeza para toda una vida. Y es que después de ver toda clase de trucos de magia e ilusionismo y de comprobar cómo los sentidos nos engañan para mostrarnos una imagen del mundo acorde a nuestras necesidades:


... me ha quedado muy claro que, como decía uno de los científicos cuya entrevista se proyectaba en la exhibición: "Más allá de la percepción sólo hay materia y energía". Vemos y oímos lo que nos conviene, lo que nos interesa o se adecua a nuestras necesidades. La percepción no es una muestra objetiva de la realidad. Y eso es precisamente lo que usan los magos para engañarnos. Pero no sólo ellos...

Afortunadamente para vosotros, este post no pretende ser “Redes”. De entre los científicos, magos y expertos que hablaban desde los monitores de la muestra, hubo uno que me dejó enamorada (en el sentido figurado). Este señor que parece una mezcla entre el Gandalf de Ian McKellen y el padre Abraham, el de los pitufos: James Randi.


Antiguo mago, se ha hecho famoso por desenmascarar a médiums, mentalistas, telépatas y gentes con poderes paranormales varios, entre ellos algunos tan célebres como Uri Geller.. "El que crea en la telequinesis, que levante mi mano", dice Randi.

Randi ha tenido tanto éxito que incluso creó, con la ayuda de su asistente, José Álvarez, a “El GranCarlos”, un hombre capaz de contactar con los espíritus con el que engañó a todo el pueblo australiano. Hasta se marcaron una gira por todo el país antes de desvelar que el mentalista no era nada de eso. Pero su gran hit es el conocido como reto del millón de dólares, por el que ofrece todo ese pastizal a aquel que proclame que tiene poderes de cualquier tipo y, efectivamente, se demuestre empíricamente que es así. Huelga decir que nadie ha ganado el premio.


Randi no sólo es un tipo entrañable, entusiasta, que a sus 84 años sigue traspasando la cámara con su convicción y su ingenio: "El Mago de Oz es más entretenido y creíble que la Biblia", dice. 

Randi también tiene sus fallos. Y es que José Álvarez, su asistente y pareja durante 30 años, resulta que no se llama José Álvarez, sino Deyvi Pena. Se cambió el nombre, no sólo porque llamarse Deyvi es una horterada mayúscula, sino porque robó el pasaporte y la identidad del auténtico José Álvarez, y eso, en los Estados Unidos, donde no existe el dni, es un delito de los gordos. Probablemente Deyvi-José sólo lo hizo como una forma de permanecer en el país el máximo tiempo posible y luego se dijo a sí mismo: mañana mismo arreglo mis papeles, pero lo fue dejando, lo fue dejando, hasta que la bola de nieve se convirtió en alud. Probablemente Randi lo supo antes de que lo supieran los medios. O puede que no. El caso es que todo este escándalo ha venido de perlas a los detractores de Randi (toda esa gente que no cree en Dios pero sí en “una especie de energía”; los que piensan que el cáncer puede curarse con positivismo; los que creen en fantasmas, OVNIS y poderes extrasensoriales, pero no en los vampiros y los hombres lobo) para acusarle de ser precisamente aquello que él ha estado criticando durante tanto tiempo: un mentiroso.
A mí, qué queréis que os diga, un tipo que pone fotos así en su perfil de facebook:
Ya me tiene ganada. 
--> La exposición “Ilusionismo, ¿magia o ciencia?” seguirá en Gijón hasta finales de agosto y “Lo último que hago para el Notodo” se proyectará el día 21 por ahí cerca, en el Festival de Cortometrajes de Castro Urdiales.
 Y a vosotros, ¿qué os ha parecido el señor Randi?

martes, 16 de julio de 2013

Inventores locos


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Necesitamos hacer ciertos preparativos. Alojaremos la cabeza del profesor en la habitación contigua al laboratorio... Solo temporalmente, por supuesto. Mañana traerán aquí dos cadáveres frescos y prepararemos con ellos un buen par de cabezas parlantes para presentarlas en sociedad. Ya va siendo hora de sacar a la luz nuestro descubrimiento.

Qué sería de la ciencia ficción sin inventores con ideas locas.

Tenemos al doctor Marcel, empeñado en solucionar el hambre en el mundo mediante la ingeniosa idea de hacer más pequeña a la gente:

"Muñecos infernales" de Tod Browning, no sólo tenía a gente minúscula y a un inventor loco. También había delincuentes fugados de la cárcel, venganza y hombre travestidos de ancianas. La risión.

Al doctor Moreau, empeñado en mezclar a gente con animales, a ver qué sale.

O al doctor Frank N. Furter, que es como el doctor Frankenstein, pero en travesti, y obsesionado con crear a un maromazo.

Sí, la ciencia ficción no sería nada sin inventores locos. Y a la lista hay que añadir dos decubrimientos, los doctores Dowell y Kern. Kern, ambicioso y sin escrúpulos, es discípulo del bondadoso y sabio Dowell y ambos investigan (cómo no) sobre cómo insuflar vida a los muertos. Cuando Dowell enferma y muere por un ataque de asma, Kern tiene una idea propia del inventor loco que es, ¡revivir la cabeza del profesor Dowell! Así comprueba si sus experimentos funcionan en humanos y, de paso, se queda él solo con la fama y el prestigio de sus avances. Kern encierra a la desdichada cabeza del profesor Dowell en el típico laboratorio secreto y la usa para que le eche un mano (figuradamente) en sus investigaciones. Por el camino, también revive las cabezas de Thomas, un chico de campo que morirá de pena por haber perdido su cuerpo lozano, y de Briquet, una cabaretera. 

Kern intentará darles una nueva vida a sus cabezas y le conseguirá un cuerpo de veinteañera a la presumida Briquet, que está encantada. Briquet aprovecha que vuelve a tener piernas y se escapa del laboratorio, conoce al antiguo pretendiente de la dueña de su cuerpo, y él inicia un coqueteo con ella para averiguar qué es lo que realmente le sucedió a su amiga, ahora desaparecida, reconociendo en los gestos, los andares y las formas de Briquet a su antiguo amor platónico. Mientras tanto, Briquet se enamora de él:

Le sonrió tan dulcemente que él no pudo sino responder de igual forma. Y esta vez lo hizo pensando únicamente en ella, ya que la sonrisa se había originado en la cabeza. Sin darse cuenta, Briquet iba haciendo progresos.

Si queréis saber más sobre "La cabeza del profesor Dowell", os lo compráis, que está en todas las librería. Su autor, Aleksandr R. Beliáiev es considerado el Julio Verne ruso. En la edición de "La cabeza del profesor Dowell" se incluye otra novelita corta, sobre las consecuencias un hipotético cambio en la velocidad de la luz. La percepción de los objetos en movimiento cambia y los personajes ven cómo se mueven las cosas cinco minutos después de que lo hagan realmente.

Beliáiev tuvo una vida desdichada. Pasó gran parte de su niñez y adolescencia postrado en la cama, por culpa de una lesión en la columna vertebral. Se refugió en historias que lo llevaban lejos, muy lejos de su cama, máquinas del tiempo, submarinos, extraterrestres... H.G. Wells o Julio Verne eran sus autores preferidos. Era cuestión de tiempo que se dedicara profesionalmente a la escritura, pero antes hizo algunas cosillas más. Fue periodista, escenógrafo, bibliotecario, policía y hasta director de un orfanato antes de dedicarse únicamente a escribir. Fue prolífico y popular, pero llegó la guerra y, durante el sitio de Leningrado, murió de hambre. Su mujer y su hija fueron deportadas a Polonia. Tuvo una vida desdichada, muy alejada de las fantasías de ciencia ficción que escribía.

Y no se puede dedicar un post a la ciencia ficción sin hablar de la reciente muerte de todo un clásico: Richard Matheson. El autor de "El increíble hombre menguante", "Soy leyenda" y de muchos capítulos de "La dimensión desconocida", como "Nightmare at 20.000 feet", dirigida por Richard Donner. Una historia divertida y naif, sí, pero que como toda la buena ciencia ficción también trata de un tema complejo. Porque eso es lo que hace la ciencia ficción, valerse del entretenimiento y la imaginación para hacernos pensar, casi sin que nos demos cuenta. "Nightmare at 20.000 feet" habla de la locura porque, ¿qué es la locura sino saber que sólo tú estás cuerdo? Eso le pasa a un jovencísimo William Shatner cuando se da cuenta de que él es el único que ve al hombrecillo que está manipulando el ala del avión en el que viaja:


¡Cómo! ¿Que no sabéis quién es Richard Matheson? Pues echad un vistazo a este relato corto, copiado y pegado en la red gracias al blog Papel Desgarrado. 

Y vosotros, ¿cuál es vuestra historia preferida de Matheson?, ¿tenéis alguna recomendación de ciencia ficción de la buena, es decir, loca, imaginativa, divertida?

martes, 12 de marzo de 2013

Universos paralelos


La TDT no está tan mal. Sobre todo si la comparas con la programación de los grandes canales, donde emiten concursos de famosos tirándose desde un trampolín. Para aquellos de vosotros que vais a todas partes en bicicleta, os gustan mazo Mumford and Sons y no tenéis tele, os diré que los programas de famosos tirándose en trampolín existen. Palabrita de niño Jesús.

Pero si zapeas por la TDT encuentras auténticas joyas. Como "mi extraña adicción", ese maravilloso programa de Xplora sobre gente adicta a comer cinta adhesiva y a aspirar limpiadores de aroma pino. O "Grandes misterios del universo" de Discovery Max, con Morgan Freeman.


Hola, soy Morgan Freeman, he interpretado a veteranos y sabios polcías, al presidente de los EEUU, he sido hasta Dios, y por eso tengo la autoridad moral para presentar un programa sobre el universo.

Freeman, con ese aire venerable que dan la edad y el pelo cano y encrespado, Punset style, nos enseña las claves del universo. Y así te enteras hasta tú, esa alumna de letras puras que eligió arte y griego en COU, de qué son el multiverso, la teoría de cuerdas y las dimensiones paralelas.

Porque, amigos, la ciencia avanza tanto, pero tanto, que resulta que ahora se les ha quedado pequeño el universo. Que es que no hay uno, hay muchos. De ahí el multiverso. Un concepto que define todo lo existente, nuestro universo y un porrón de cosas más: todo el espacio y el tiempo, toda la materia, toda la energía. Todo. Los diferentes universos que existen dentro de toda esta melé se denominan universos paralelos o, también «universos alternativos», «universos cuánticos», «dimensiones interpenetrantes», «mundos paralelos», «realidades alternativas". Todo muy serie B.
Imaginemos una realidad alternativa.

Madrid, 1999, Hotel Santo Mauro. Después de salir de marcha y bailotear por ahí, Jeremy Irons, Loles León y un grupo de unas cinco personas más se van a "tomarse la última" a la habitación del hotel. Irons, caballero inglés por dentro y por fuera...:


...abre la puerta e invita a Loles a que pase ella primero. 


Loles no ve la escalera y se mete una ostia monumental que trunca su noche de juerga y quién sabe si algo más con el actor de "Inseparables".

Imagináos ahora un universo paralelo en el que Loles León no se hubiera pegado una leche morrocotuda cuando entraba en la habitación de Jeremy Irons, ¿qué hubiera sucedido? En mi universo paralelo, su noche de juerga culminaría en tórrida noche de pasión, un ramo de rosas al día siguiente (que Jeremy es caballero por dentro y por fuera), llamadas telefónicas internacionales y muchos fines de semana en Londres, Madrid, Los Ángeles o donde surja. Finalmente, confirman que son pareja al ir juntos a la entrega de los Oscar. En mi universo paralelo, Loles León se hubiese convertido en la nueva Elena Ochoa.

Pero los mundos paralelos son una cosa. Y el multiverso, la teoría de cuerdas y las dimensiones a cascoporro son otra. Un montón de mundos paralelos nos incitan a pensar en otros yoes que, ellos sí, se han ido de Erasmus, saben tocar varios instrumentos y han hecho puenting. Pero los mundos que imaginan los científicos nada tienen que ver con la ciencia ficción. Son dimensiones que no afectan a nuestra percepción del mundo.

La teoría de cuerdas es lo que se han inventado los científicos actuales para poder solucionar todos esos cabos sueltos que Newton y Einstein, con lo listos que eran, dejaron por el camino. Haciendo cálculos se han encontrado con que la única forma de cuadrarlo todo es añadir dimensiones. Y añadiendo, añadiendo,  resulta que existen una dimensión temporal, 3 dimensiones espaciales ordinarias y 6 dimensiones inobservables en la práctica. Las otras dimensiones no se pueden ver porque están compactificadas y sólo importan a escalas tan pequeñas como la longitud de Planck.

No os preocupéis, que yo tampoco sé quién es el tal Planck. Llegado este punto sólo puedo recomendar a todos los antiguos estudiantes de letras puras que vean "Redes" y se lean “Una breve historia de casi todo”.

Como alumna patosa de matemáticas que las abandonó allá por 2º de BUP me pregunto, ¿los físicos de la teoría de cuerdas se habrán equivocado al poner un decimal al principio del cálculo y la han acabado liando? Que yo entiendo que el cálculo no salga. En mi insti salías de los exámenes de mates diciendo que a ti el primer problema te había dado -12, y a tu compañero le había dado 0 y a tu compañera de pupitre +415. Yo se lo comento a la comunidad científica internacional por si ayuda en algo.

Así que todos esos mundos paralelos, universos cuánticos y realidades alternativas no nos afectan en nada. No podemos verlos, así que no van a existir réplicas nuestras llevando a cabo lo que, por pereza, falta de voluntad o por una caída inoportuna al estilo Loles León, jamás hemos hecho.

Sólo es ciencia ficción.

Y vosotros, ¿qué imagináis que sucede en un universo paralelo?

martes, 4 de diciembre de 2012

Teletransporte ya

Estimado señor Ministro,
le escribo a usted en primer lugar para que vea que soy una chica educada. No sé pelar una naranja con cuchillo y tenedor, pero le aseguro que jamás en la vida he escupido en la calle, ni me he colado en la cola de la caja del supermercado. Por eso, antes de lanzarme a esas plataformas que me tienen ocupada todo el santo día firmando iniciativas, he pensado que debía escribirle a usted.

Ya sé que están metiendo tijera por todas partes y más aún en la ciencia. Y yo lo entiendo, señor Ministro, si la ciencia es un peñazo, que seguro que usted también dejó las mates de segundo de BUP para septiembre. Y además, ¿para qué sirve? Que investiguen los países nórdicos que tienen tradición y nosotros mejor hacemos aquello para lo que siempre hemos estado dotados: el sector servicios,  lo que viene siendo camarero en garito que sirve garrafón, monitor de aerogym en un hotel o cocinero de paellas con guisantes y gambas. Pero esto que le voy a sugerir, señor Ministro (vea que pongo su cargo en mayúscula y todo) nos puede convertir en un país serio, mejor aún, en un país rico.

Señor Ministro, ha llegado el momento de que inventemos nosotros el teletransporte. Diga a todos los científicos que tenga en nómina que se dejen de zarandajas, que se olviden del cáncer, el SIDA o las energías renovables. TE-LE-TRANS-POR-TE.

Le voy a contar mi triste historia para que compruebe hasta qué punto nuestra sociedad está necesitada del teletransporte.

Todo comienza en Acireale, un pueblo de Sicilia a unos 30 kilómetros de Catania y unos 200 de Palermo. Un pueblo italiano como Dios y las películas de Vittorio Gassman mandan: con sus iglesias barrocas:

su pizza:


sus estampas típicamente italianas: 



Y un transporte público tan caótico, pero tanto, que ni en la oficina de turismo son capaces de darte unos horarios de autobús que se ajusten a la realidad. Otro día, y si le interesa mi iniciativa y quedamos para tomar un café, le cuento qué hacía yo en Acireale. Pero el caso es que yo quería volver a mi casa. Ya sabía, por el viaje de ida, que eso iban a ser unas doce horas de viaje, divididas tal que así:

- 08.00, recogida en la piazza San Dominico para que nos lleven en coche a la estación de autobuses de Catania.
- 08.30, llegada a la estación de autobuses, algunas vueltas para encontrar la oficina en la que comprar el billete y otras tantas vueltas para encontrar el andén.
- 09.00, salida del autobús Catania-Palermo. Dos horas y cuarto de viaje sin película ni nada. Con lo típico y pintoresco que hubiera sido que pusieran una película de Alvaro Vitali.
- 11.15, llegada a la estación de autobuses de Palermo. Tras un capuccino y un bollo relleno de jamón y mozzarella, vamos a coger el autobús al aeropuerto de Palermo, que sale a las 12.30 y tarda unos 40 minutos en llegar al aeropuerto.
- 14.00, tras más de una hora en el autobús, gentileza de un "incidente" (léase inchidente) en un túnel, llegamos al aeropuerto de Palermo.
- 15.00, embarque en el vuelo de Vueling destino a Barcelona. En el avión, no hay hueco para mi maleta de mano, ni para las maletas de medio avión. Las azafatas nos las facturan a mano. Yo aviso a la azafata que yo cojo otro avión después a Madrid, que si va a haber algún problema... La azafata me dice que no me preocupe, que me da tiempo de sobra.
- 17.15, llegamos a Barcelona. En mi billete a Madrid pone que a las 18.15 sale el avión y tengo menos de una hora. Echo a correr.
- 17.20, corro por el aeropuerto.
- 17.25, llego a la zona de recogida de equipajes.
- 17.30, empiezan a salir maletas. La mía no sale.
- 17.40, se para la cinta, corro a la oficina de reclamaciones. La señorita de las reclamaciones me explica que suele pasar con el equipaje de mano que acaba facturándose desde el avión que se queda el último. Me recomienda que "apure un poco" que no tardará en salir. Por si acaso, toma nota de cómo es mi maleta, de mis datos y mi teléfono móvil.
- 17.45, la cinta sigue quieta.
- 17.50, la cinta sigue quieta.
- 17.55, no puedo apurar más y salgo corriendo.
- 18.00, tengo que volver a pasar por el arco de seguridad. Por supuesto, hay cola. Le cuento a la chica que pide el billete y el dni que pierdo el vuelo, me dice que se lo diga al guardia civil del arco y me dejará colarme. Lo hago.
- 18.02, pito en el arco de seguridad. Me tengo que quitar las botas, me las quito.
- 18.04, descalza, con el bolso y el abrigo en una mano y las botas en otra, corro hacia la puerta de embarque de mi vuelo.
- 18.09, llego hacia la puerta de embarque y veo que ni siquiera han abierto aún, pero tampoco anuncian retraso. Vuelvo a mirar mi billete para comprobar que la hora de salida del avión eran las 18.45, y las 18.15 la hora en que se empezaba el embarque.
- 18.14, mientras pienso en lo boba que soy caigo en la cuenta de otra cosa más. Tanto el portátil como el cargador del móvil están en la maleta, ¿llegará sano y salvo el portátil?, ¿cómo me van a localizar los del reparto de equipaje si mi móvil ya no tiene batería?, ¿cómo no se me ocurrió sacar el portátil y el cargador de la maleta cuando me dijeron que tenía que facturar?
- 18.45, despega el avión.
- 20.00, llegamos a Madrid.
- 20.10, cojo el metro. A punto estoy de quedarme dormida en el vagón, como los japoneses en el metro de Tokyo. Me consuelo pensando que los viajes debían ser mucho peores en la Edad Media, cuando se hacían los viajes por caminos a lomos de un burro.
- 21.00, llego a casa.

Como ve, señor Ministro, el teletransporte es una necesidad de nuestro tiempo.

Y vosotros, ¿a que firmaríais por esta petición a favor del teletransporte en Avaaz, Change o Actuable?

Postdata: el portátil llegó sano y salvo y los de Iberia/Vueling trajeron a casa el equipaje a la hora que dijeron y hasta me llamaron esa misma tarde para comprobar que todo había ido bien.

lunes, 9 de abril de 2012

Encantados de habernos conocido

Tenemos una idea equivocada de la comunidad científica. Ni esos profesores de instituto estilo Gutiérrezqueleveo, ni Big Bang Theory ayudan a eliminar el mito de gente aburrida que habla de cosas ininteligibles.

Pero los científicos son como tú y como yo, se hacen miembros de grupos de facebook como "Que me Aspen, Colorado" y les gustan los chistes tontos del tipo "Pepe, aquí huele a muerto, Pepe, Pepe, ¡Pepe!". Y para demostrarlo ahí están sus experimentos.

Es el caso del psicólogo Winthrop Kellogg, no confundir con este otro Kellogg. Winthrop pensó que era una gran idea criar a la vez a su hijo Donald y a Gua, una chimpancé. Su esposa, Luella, no le mandó a paseo, ni pidió el divorcio, ni pensó que su marido dedicaba demasiado tiempo a sus experimentos. Qué va. Le pareció una idea estupenda siempre y cuando:

A. Vistieran al chimpancé igual que al bebé.
B. Lo filmaran todo.


El experimento quería comparar el proceso de aprendizaje de un primate con el de un humano. Como se ve en el video, Gua, la chimpancé, iba ganando. Señalaba su nariz perfectamente, daba abracitos a su medio hermano y usaba mejor que él el vaso y la cuchara. Afortunadamente para Donald, para los Kelloggs, y para los humanos como raza, la curva de aprendizaje de Gua frenó y la de Donald creció. Gua hizo carrera como doble de luces de Chita en las películas de Tarzán, y Donald se convirtió en un chico normal y corriente que tuvo que aguantar que sus padres proyectaron la película en la que un chimpancé era más listo que él en todas las cenas de Acción de gracias.

Sí, los científicos son unos cachondos.

En el departamento de pruebas científicas divertidas, probablemente fundado por el doctor Winthrop Kellogg y donde seguramente llevan batas estampadas con dibujos de pequeños microscopios, similares a los gorritos estampados de los cirujanos ligones de "Anatomía de Grey", hicieron un experimento. Mostraron a varios voluntarios tres fotos de ellos mismos: dos de las fotos estaban retocadas con photoshop, y una no. Todos señalaron como la no retocada aquella en la que salían más favorecidos. Obviamente, se equivocaban.

Conclusión: nos vemos más guapos de como somos.

Pero no sólo nos vemos más guapos de como somos en realidad. También nos vemos más inteligentes, más ingeniosos, mejores conductores, nuestra tortilla de patata es la más perfecta. Que el grupo de científicos especializados en los experimentos cachondos también lo ha demostrado. Hicieron encuestas entre profesores, y las dos terceras partes se consideraban entre el 10 por ciento de los mejores. Los números no cuadran... Pero este escuadrón de esforzados científicos aún hizo otra encuesta más, preguntando a conductores envueltos en accidentes de tráfico. Se podría pensar que después de empotrar el coche, no sé, pongamos por ejemplo en un Starbucks, uno hace algo de autocrítica y se ve como un conductor regulero. Pues no. Según los estudios de los científicos de las batas de colores, hasta esas personas se consideran a sí mismas buenas conductoras.

Al final eso que dice todo pesimista de que él, en verdad, es realista, va a resultar que es cierto.



Seguro que ese mismo departamento de experimentos divertidos hizo esta prueba sobre la capacidad de espera y la capacidad de sufrimiento de los menores de cuatro años.

Detrás de todo comportamiento demostrado científicamente suele haber un motivo lógico y razonable. Nos vemos mejores de como realmente somos para proyectar a los demás esa visión que tenemos. Y todo con el fin de reproducirnos. Es decir, de ligar más. O de triunfar más. Ganar más dinero a fin de mes. Pero, ¿qué pasa cuando esa tendencia universal que tenemos todos de vernos mucho mejor de como somos no funciona? A fin de cuentas, estamos usando todos el mismo truco. Los que nos pasamos la vida presentándonos a concursos, festivales, convocatorias de subvenciones, pruebas de guión... también nos pasamos la vida esperando respuestas que no llegan o respuestas que son negativas.

Hace bien poco "Lo último que hago para el Notodo" recibió respuesta negativa por parte del jurado del Notodofilmfest y no pasó la criba de finalistas. Por supuesto, yo pensé que era injusto. Pero, ¿cuántos de los no seleccionados pensaron lo mismo?, ¿y cuántos llevamos razón?, ¿cómo saber si lo estás haciendo bien o mal? Dedicándonos a algo tan subjetivo como es el audiovisual nos pasamos toda la vida conviviendo con las críticas y los noes. Menos mal que tenemos fijado en el subconsciente ese estar encantado de habernos conocido que hace que creamos que a la próxima el no será un sí.

Y vosotros, ¿qué experimento absurdo haríais si fuerais parte del departamento de experimentos chachis?

miércoles, 5 de enero de 2011

Sheldon Cooper existe

...aunque no es doctor en física, ni comparte piso con su mejor amigo, ni necesita que le canten “soft kitty” cuando está enfermo.





En realidad es matemático, ruso, y vive con su madre en San Petersburgo. Se llama Grigori Perelman.

Para todos aquellos que abandonamos las matemáticas allá por segundo de BUP, los logros de este hombre son incomprensibles. Por si alguno de vosotros hizo el COU de ciencias o se cree que de tanto ver “Redes” lo mismo puede pillar algo, os cuento porqué Grigori Perelman es un genio. Pero aviso, la mayoría no vais a entender nada, yo me limito a copiar y pegar:

"ha hecho históricas contribuciones a la geometría riemanniana y a la topología geométrica. En particular, ha demostrado la conjetura de geometrización de Thurston, con lo que se ha logrado resolver la famosa conjetura de Poincaré, considerada uno de los problemas abiertos más importantes y difíciles en matemáticas. Propuesta por el matemático francés Henri Poincaré en 1904, era el problema abierto más famoso de la topología. En términos relativamente sencillos (jajaja, sencillos), la conjetura indica que si una variedad tridimensional cerrada es suficientemente similar a una esfera en el sentido de que cada bucle en la variedad se puede transformar en un punto, entonces se considerará que es realmente sólo una esfera tridimensional".
(sacado de la Wikipedia, of course)

Ha quedado clarinete, ¿a que sí? Dejémoslo en que Perelman solucionó el problema que montones de matemáticos llevaban un siglo intentando resolver, que su expediente académico nunca bajó de la matrícula de honor, arrasó en las Olimpiadas matemáticas, ingresó en la Universidad sin necesidad de examen previo y sus profesores lo temían. Además, es un talentoso violinista y un buen jugador de tenis de mesa. Es un genio.

Por toda su brillante trayectoria han intentado premiarle varias veces. Pero no ha habido manera.

En 1996 rechazó un premio de la Sociedad Matemática Europea porque pensaba que el comité del premio no estaba cualificado para evaluar su trabajo.

En 2006, tras resolver la conjetura de Poincaré, se le quiso galardonar con la medalla Fields, digamos que es el Oscar de los matemáticos. Hasta el presidente de la Unión Matemática Internacional le visitó para convencerle en persona de que aceptara el premio. Pero Perelman dijo que era "totalmente irrelevante para él. Todo el mundo entiende que, si la demostración es correcta, entonces no se necesita ningún otro reconocimiento".

En 2010, el Instituto de Matemáticas Clay decidió que Perelman merecía el conocido como "premio del milenio" por resolver la conjetura de Poincaré. Pero, de nuevo, él se negó a aceptarlo porque: “No quiero estar en exposición como un animal en el zoológico. No soy un héroe de las matemáticas. Ni siquiera soy tan exitoso. Por eso no quiero que todo el mundo me esté mirando.”

A esto hay que añadir un dato importante. El premio del milenio está dotado con un millón de dólares.

Y otro dato: Grigori Perelman no es precisamente un millonario. En la actualidad vive aislado de la comunidad científica, hace años que ni contesta a los correos de sus colegas, se dedica a dar clases particulares de matemáticas y comparte un pequeño apartamento en las afueras con su madre. Sus vecinos dicen que es un hombre amable y gentil. Y algunos se lo han encontrado en el metro de San Petersburgo:

Su caso puede recordar al de otros genios como John Nash o Bobby Fischer, que un buen día hicieron "clic" y desconectaron del mundo real.

Algunos de sus antiguos profesores piensan que Perelman se obsesionó con resolver la conjetura de Poincaré y que, una vez resuelta, no tiene más que decir, ni que aportar y por tanto no quiere ser centro de atención.

Otros creen que está profundamente decepcionado con el mundo de las matemáticas. Cuando se conocieron sus trabajos sobre Poincaré hubo quienes intentaron sumarse a su éxito, publicando artículos donde añadían detalles al trabajo de Perelman. Grigori (Grisha para los amigos, o mejor dicho, para su madre y su hermana, que son quienes suelen tratar con él) dijo al respecto: "no puedo decir que estoy indignado. Otras personas hacen cosas peores. Por supuesto, hay muchos matemáticos que son más o menos honestos. Pero de ellos, casi todos son conformistas. Son más o menos honestos, pero toleran a quienes no son honestos".

Por último hay quien cree que Grisha, consciente de su superioridad intelectual al resto de la gente, incluidos sus colegas, que son aquellos que deciden si merece un premio o no, no soporta verse juzgado por ellos y por eso prefiere la soledad y hasta la pobreza.

Sea cual sea el motivo de su aislamiento, sea locura, síndrome de Asperger o porque es su vida y con ella hace lo que le sale de ahí mismo, el caso es que Grigori Perelman sigue trabajando. Ahora se propone demostrar matemáticamente la existencia de Dios. ¿Le pagará la Iglesia una millonada si lo consigue?, ¿lo harán santo?, ¿esto acaba de demostrar que está loco perdido?, ¿o que tomó el pelo al periodista de turno?

martes, 5 de mayo de 2009

¿Pero se acaba "fama" o qué?

Me han fastidiado. Yo iba a hacer un post sobre el final de Fama y resulta que no se ha acabado. Los directivos de cuatro que, aunque van de enrollados y seguro que llevan gafas de pasta, no dejan de ser directivos, han preferido estirar el programa. ¿Que no tiene sentido estirarlo?, ¿que nadie sabe cuál es la mecánica?, ¿que los nuevos concursantes no son los mejores de las dos últimas ediciones, sino los que ahora andan sin curro? Da igual, mientras Freddy y Giorgi y las marcas de turno sigan patrocinando el programa.

Van a conseguir que me desenganche y eso que soy una politoxicómana de la televisión y cuando me engancho a algo soy más fiel que el perrito Tristón.

Pero, independientemente de la insaciable avaricia de los directivos, la final de "Fama" siguió siendo emocionante y, lo mejor de todo, justa. Algo que nunca sucede en los realities, donde ganan: a. el que más pena da; b. el que está más bueno; o c. el que más pena da y además está bueno.

Aquí podéis ver una coreografía del ganador de "Fama, a bailar". Sergi, un chico más bien normalito de cara, muy tímido, bastante callado, pero un increíble bailarín. Aunque su pareja, Eva, también merecía haber ganado.




La fascinación por el baile es parte de cómo está hecho el ser humano. Ya lo dijo Antonio Canales cuando visitó "Fama" para impartir una masterclass: "el baile es algo orgánico, como mear o cagar". Y la comunidad científica le ha dado la razón. Es algo tan orgánico, tan natural, que hasta lo hacen algunos animales. Otra cosa muy distinta es que tengan buen gusto musical. Es famoso el caso de la cacatúa Snowball, que baila al ritmo de los Backstreet boys.

Está claro que todos sentimos cierta inclinación por el baile, la música o, los más tímidos, sólo por mover la cabeza al ritmo de una canción. Está claro que hay gente genéticamente preparada para ser un gran bailarín, como Sergi. Pero, ¿qué hay en los genes de los bailarines que los hace ser tan horteras? De esto la comunidad científica no ha dicho nada aún. Desde luego esa afición que tienen por los pañuelos palestinos no tiene nombre. El normal. O en morado. En verde. Qué obsesión.

Aquí Marisa, una de las concursantes, luciendo una camiseta de tirantes tan grande que se le ve todo el sujetador. Algo la mar de práctico. Tanto como llevar un cinturón encima de la camiseta. Y, por favor, fijaos en el detalle de las mallas rosas con estampado de leopardo...

A Marisa, como Cindy Lauper, parece que se la caído encima toda la ropa que tenía tendida, así tal cual.

Y vosotros, ¿habéis seguido "Fama"? ¿Quién créeis que era el mejor bailarín? ¿y el peor vestido?

Por cierto, "Bichos raros", aquel corto que hicimos allá por el 2006 aún participa en festivales, este jueves día 7 de mayo se proyectará dentro de la tercera final del Festival Rodinia, en Valladolid, en concreto en el Café Tacuba y a las 22h. Si conocéis a alguien de la zona, hacedselo saber, porque el premio se decide por votación popular.

Y sí, el estreno de "Mañana" es inminente. En el próximo post confirmo fechas.

viernes, 20 de junio de 2008

Ciencia ficción

Imagina que vives en un pueblo.

En concreto, un pueblo alemán, de la cuenca del Rin, con sus casas bajas, su paisaje verde y su estilo horterilla de película de Sissí Emperatriz.

Pero un pueblo, a fin de cuentas, donde nunca pasa nada hasta que un día oyes follón en la calle: policía, bomberos, ruido de tumulto, y dices: uy, a ver si hoy sí que ha pasado algo... Y te encuentras con esto:

¿Qué es esto? ¿el rodaje de "Independence Day 2"? ¿Uno de esos anuncios espectaculares de Coca-cola o de Sony Bravia? ¿Un fotomontaje?

No. Es real.
La cosa metálica gigante es, en concreto, un espectómetro. Pieza necesaria para la construcción de un detector de neutrinos. ¿Cómoooo? ¿Lo qué? ¡Si yo soy de letras puras y no doy ciencias desde el instituto! Digamos resumiendo y a lo bruto, que el neutrino es una partícula tan pequeña pero tan tan pequeña que su presencia sólo se ha intuido tras hacer montones de fórmulas matemáticas. Es incluso más pequeña que las partículas que componen un átomo.

Uy, un átomo ¿Y eso qué era? Gracias al sistema educativo, a profesores hartos del trato diario con adolescentes y a clases soporíferas, nos han logrado convencer de que la ciencia es un auténtico coñazo. Pero no es verdad.

Un átomo es la partícula más pequeña de un elemento químico que mantiene las propiedades de ese elemento. Todo lo que nos rodea está compuesto de elementos químicos y por tanto, todo lo que nos rodea está compuesto de átomos que, a su vez, se componen de neutrones, protones y electrones. Si nos retrotraemos a las clases de física y química del insti recordaremos que el neutrón no tenía carga eléctrica pero los protones sí: carga positiva, y los electrones negativa. Pero lo más interesante de todo eso, qué curioso, no lo contaron en clase.
Los átomos son, ante todo, y a su escala, espacio vacío. Vamos, que hay mucho hueco entre los electrones y el núcleo del átomo, que es donde están los protones y los neutrones. Por tanto, cuando dos objetos chocan en el mundo real (a nuestra escala, no a la de los átomos) en realidad no están chocando, sino que se están repeliendo gracias a las cargas eléctricas. Si no fuese por ellas seríamos perfectamente capaces de atravesar las cosas, igualito que Patrick Swayze en "Ghost". Cuando te sientas en una silla no estás verdaderamente sentado allí, sino levitando, pero a una escala tan mínima y tan imperceptible para nosotros que tenemos la sensación física de estar sentados sobre la silla.

En definitiva, y en contradicción con todo lo que nos enseña el bachillerato, la ciencia es algo fascinante, cercano a la ciencia ficción. Que nos descubre que realmente existen otros mundos en este mundo, sólo que a escalas distintas a la nuestra. Si os ha picado la curiosidad y queréis saber más, corred a comprar "Una breve historia de casi todo", fantástico libro del periodista Bill Bryson.

Bryson, además de pinta de enano de jardín, tiene un cerebro privilegiado. En su libro explica, siempre de forma amena, las bases de la física, la química, la geología, la astronomía. Sin errores, con palabras sencillas y hasta con humor, porque los científicos que protagonizan los grandes hitos de la ciencia solían ser auténticos frikis.
¿Es descabellado pensar que si se pudieran manipular los protones y electrones podríamos ser capaces de atravesar las cosas? ¿Algún laboratorio del mundo lo está intentando? No lo sé. Pero lo que sí sé es que se está investigando para viajar en el tiempo. Con los aceleradores de partículas se pretende crear agujeros de gusano, algo así como un atajo entre espacio y tiempo, con la forma de un agujero negro con entrada y salida. Según la teoría de la relatividad de Einstein es posible hacerlo. Y con este fin último, crear un agujero de gusano, los científicos tienen que construir montones de aparatejos que parecen sacados de un capítulo de Battlestar Galactica como el sincrotón superprotónico, la cámara de reacción electrón-positrón o el espectómetro de 200 toneladas que atravesó el pueblo alemán.
¿Cómo? ¿Que os habéis perdido? Bueno, yo tampoco tengo ni idea de en qué consiste eso del "acelerador de partículas" ni porqué acelerándolas va a salir un agujero de gusano. Pero seguro que Bill Bryson sí lo sabe. Comprad su libro, de verdad que merece la pena.