Entre tanto corto también hubo cosas buenas, ojo. Como el que era mi favorito en la sección documental, un corto überadorable sobre un equipo de futbito infantil que jamás ha marcado gol:
O mi preferido en animación, la vida en un parque de caravanas en forma de gatitos, conejitos y ositos "Bertie Crisp", no está colgado en internet, pero os podéis hacer una idea con su trailer.
Aunque mi preferido de los chopocientos cortos que me llegué a ver es éste, exhibido fuera de concurso, dentro de una selección de los mejores cortos del Festival de Leeds.
Pero el jurado de Magma prefiere otro tipo de cine. Son de los que piensan que los cortos tienen que durar casi media hora. Que el drama es el mejor género para el cortometraje. Y mejor todavía, el video arte. Vamos, que no premiaron ni a uno solo de los cortos que me gustaron. Es más, es que el que se llevó el premio gordo era, sencillamente, incomprensible.
Os reto a que veáis, entero, el cortometraje ganador. Yo fui incapaz.
Menos mal que Sicilia estaba ahí para hacer que se te olviden todos los cortos coñazo que se producen en la Unión Europea.
Italia es el país más bonito del mundo. Esto es así. O si no, que se lo digan a esta pareja que estaba haciendo su álbum de bodas en un escenario de lujo: en Taormina.
Ella iba muy discreta.
Dale al zoom y verás:
La excursión a Taormina fue, en sí misma, toda una aventura. Una lucha titánica contra los horarios de autobuses y trenes, que no estaban actualizados ni en la oficina de turismo. Contra el transporte público siciliano, siempre con retrasos. Y contra decisiones urbanísticas extrañas, como que la vechia estación de tren de Acireale esté mucho mejor situada que la nueva, más lejos y, lo mejor de todo, con tramos sin iluminación.
Pero parte de la diversión en Italia está en su punto caótico. Hasta los organizadores del Magma, que eran más majos que las pesetas, nos dieron su toque surrealista. Nos convocan el sábado por la mañana, a las 9.30 (sí, a las 9.30 un sábado por la mañana) para llevarnos de excursión. Yo di por hecho que iríamos en autobús, pero qué va. En los coches de la gente de organización nos llevan a ver Acicastello, desde cuyo castillo se ven los islotes que son las rocas que Polifemo tiró contra Ulises, y la costa:
Sí, la costa siciliana parece un jardín zen, está llena de piedras.
Subir y bajar por este campo de piedrolos fue tan agotador que ya tuve permiso moral para hincharme a comer.
Y es que en Sicilia se come a lo bruto. La fruta sólo existe en forma de mazapán:
Me he quedado con las ganas de ver Sicilia en condiciones. Con un coche en alquiler, con un morenazo sacado de un anuncio de Dolce & Gabbana ocupándose de conducirlo y yo en plan copiloto, con el pelo recogido con un pañuelo que ondea al viento.