martes, 30 de julio de 2019

Lecturas veraniegas

No tengo vacaciones. Que me da igual, ¿eh? Si yo tengo ventilador en casa, y pingüino y un ventilador de techo y una piscina municipal a tres paradas de metro. Quién quiere vacaciones pudiendo disfrutar de las pequeñas cosas del día a día, como la semana pasada, precisamente en la máquina expendedora de la piscina municipal, que me iba a comprar una bolsita de pan de pipas y me salió también un Twix. Bueno, a quién pretendo engañar: no tener vacaciones es un asco y yo a la hora y media de estar en la piscina municipal me aburro. Por eso hay que llevarse un libro, a ser posible veraniego, es decir: entretenido y sencillo (que las neuronas funcionan lo justo con el calor), de bolsillo, que pese poco y no ocupe demasiado en la bolsa de la piscina. Pero no os creáis que es tan fácil:

Con el corazón en tinieblas, de Eleanor Coppola

Cuando estudiaba en la Escuela de Cine un día proyectaron el documental "Corazones en tinieblas", sobre el infernal rodaje de Apocalypse now. Lo mejor fueron las caras de los estudiantes de dirección: admirados, encantados, fascinados... ¿por Coppola y Apocalypse now? No, por el poder que tenía Coppola, que se gastó todo el presupuesto, cambió de protagonista con el rodaje empezado y después al actor (Martin Sheen) le dió un ataque al corazón y Coppola dijo a los productores: "Martin no estará muerto hasta que yo lo diga". Los estudiantes de dirección estaban con la boca abierta, pensando, "oh, ¿cuándo dirigiré yo una súper producción y podré mandar a los actores al hospital?". Pues bien, "Con el corazón en tinieblas" es el diario que la esposa de Coppola, Eleanor, escribió durante ese rodaje:



El libro es muy veraniego en un sentido: se pasa calor al leerlo, nuestras olas de calor son la nada en comparación con el clima en Filipinas, donde se rodó "Apocalypse now". Pero "Con el corazón en tinieblas" no es realmente un diario de rodaje, sino lo que Eleanor escribió en esos meses, así que en él se mezclan las suculentas anécdotas del rodaje (como cuando llevaron a un tigre en un vuelo regular) con otras de la vida diaria de Eleanor de interés cero. Se nota que ni se escribió pensando en su publicación ni posteriormente se reescribió pensando en editarlo y darle un poco de sentido. Hay informaciones que se repiten, otras que se obvian y el hilo argumental se reduce a las cosas que le pasaban a la esposa de Coppola mientras él rodaba. Para colmo, en un momento Eleanor confiesa que ella nunca ha leído mucho. Se nota, Eleanor, se nota. Dejé el libro en la página cien. Si tenéis curiosidad por el proceso de rodaje de Apocalypse now, mucho mejor que veáis el documental "Corazones en tinieblas", al menos tiene salseo.

Los sótanos del Majestic, de Georges Simenon

Ligerito, con intriga y se acaba en tres mañanas que vayas a la piscina:

Me habré leído ya unas tres o cuatro novelas de Georges Simenon y reconozco que los devoro a la misma velocidad que los olvido. No recuerdo ni la intriga en sí, ni siquiera cuántas de las novelas que he leído son de las protagonizadas por el policía Maigret. Pero lo que sí se queda en la memoria después de leer cualquiera de sus obras es el estilo de Simenon, tan sencillo, capaz de describir personajes, ciudades, con tres palabras. Me encanta que use tan pocos elementos y les saque tanto partido. En "Los sótanos del Majestic" no sobra una página. Le da tiempo a describir el funcionamiento de los grandes hoteles (arriba los huéspedes, abajo los camareros) de ahí pasa a la vida previa de los trabajadores del hotel (procedentes de Cannes, de la Costa Azul, de cabarets y antros de poca monta) y, por supuesto, le da tiempo a resolver el misterio.

Ilión, de Dan Simmons
 
El año pasado me enganché locamente a una serie titulada "The terror", basada en el libro del mismo título de Dan Simmons. Así que busqué al señor Simmons en las estanterías de ciencia ficción y fantástico de la FNAC y me encontré con "Ilión". En contra: es una saga (qué pereza dan las sagas). A favor: es una versión de la Iliada pero en clave ciencia ficción. Yo, que me crié viendo Ulises 31, acabé comprando el libro.


"Ilión" se articula a través de tres historias paralelas: una sucede en la guerra de Troya; la otra en la Tierra del futuro, donde grupo de humanos intenta averiguar el pasado de su especie y por qué su sociedad es como es, y la tercera se centra en un grupo de seres en parte mecánicos, los moravecs, encargados de vigilar y patrullar el espacio. Poco a poco las tres historias van convergiendo pero acaba el primer tomo de "Ilión" y una sigue sin saber cuál es el hilo argumental que une a las tres historias. Pese a la imaginación que desborda la novela, pese a lo interesante de mezclar mitología con ciencia ficción, pasas las páginas sin enterarte de la misa la mitad:

Este lapso de vida de cien años es un añadido relativamente reciente a la humanidad, queridos míos. Es algo que se les ocurrió a los posts sólo después del último fax. Sólo después de que lo estropearan todo, nuestro futuro, el futuro de la Tierra, en aquel desastroso fax final. Sólo siglos después de que mis nueve mil ciento trece compañeros humanos postrubicón fueran faxeados a la corriente de neutrinos para nunca regresar.

¿Corriente de neutrinos?, ¿humanos postrubicón?, ¿mande? Con "Ilión" me pasó como con "Lost", no tengo paciencia para tantas intrigas y tantas dudas, necesito que se vayan resolviendo o acabo perdiendo el interés. Así que si alguien se ha leído todos los libros de Ilión, que me cuente el final, por favor.


Mary Wollstonecraft Mary Shelley, de Charlotte Gordon

Un libro de 500 páginas, por definición, no es un libro de verano. Y éste menos aún, a no ser que seas un estudiante de doctorado de historia y/o literatura inglesa y te lo leas en unas vacaciones por la campiña de Sheffield.


"Si por casualidad tenéis algún conocimiento, guardadlo como un profundo secreto", decía un padre para enseñar a sus hijas a no ahuyentar a los pretendientes. La prestigiosa intelectual lady Mary Wortley Montagu aconsejó a su nieta, de gran talento, que disimulara su destreza matemática "con la misma diligencia con la que ocultaría una malformación o una cojera". 

Las vidas de Mary Wollestonecraft (filósofa, escritora y precursora del feminismo) y su hija Mary Shelley (la autora de Frankenstein y un buen montón de libros más) son, en realidad, muy entretenidas. Las dos adelantadas a su tiempo, las dos llevaron vidas consideradas como escandalosas entonces, las dos viajaron, conocieron a otros escritores y filósofos... y el libro cuenta, excepcionalmente bien, sus épocas. La parte histórica es la que más me gustó, probablemente por puro interés personal y porque muy pocas veces se encuentran libros que transmitan la cotidianidad y la mentalidad de otras épocas, y éste lo consigue. Pero la parte literaria, las páginas y páginas dedicadas a analizar las obras de madre e hija, y a elucubrar sobre las influencias de una y otra, pues mira, me da bastante igual.

Y vosotros, ¿también en verano os ponéis en modo facilón y preferís lecturas sencillitas?, ¿alguien se ha leído "Ilión" y me cuenta cómo acaba? Si os apetece una lectura veraniega (por corta y facilona), podéis echar un vistazo al relato que las simpáticas gentes de Libros Prohibidos han querido publicarme.

martes, 9 de julio de 2019

Chistes de pollas

La semana pasada se estrenó el primer capítulo de "El pionero", la serie documental sobre Jesús Gil y Gil en HBO. Los que seáis insultantemente jóvenes no lo recordaréis, pero Gil y Gil no sólo fue presidente de un club de fútbol, alcalde de una ciudad costera y promotor inmobiliario, también fue presentador de televisión de una obra cumbre de la cultura pop: "Las noches de tal y tal". Él salía metido en un jacuzzi rodeado de mozas en bikini de talle alto porque en los 90 los bañadores eran así, sobaqueros:

Las bellas y la bestia.

No recuerdo de qué iba el programa. No sé si había entrevistas, o si era un talk show donde las muchachas en bikini contaban sus vivencias o si cocinaban aprovechando el vapor del jacuzzi. Ni idea. Solo recuerdo que alguna vez salió Imperioso, el caballo de Gil. Los 90 nos dieron grandes momentos tan absurdos como Gil chapoteando en su jacuzzi. Recordemos a Arévalo, las mama Chicho y a Ruiz Mateos haciendo de las suyas.

Todo zafio, vocinglero, aplaudido por un público en directo que gritaba mucho. Y no era patrimonio único de la España de los 90, era algo que estaba en el aire. En los Estados Unidos tenían a Howard Stern y sus chistes de pollas a costa del caso Bobbit. ¿Lo recordáis? Yo, casi como con Gil e Imperioso, apenas me acordaba de que Lorena Bobbit, en un arranque pasional, había cortado el pene de su marido John y luego, cuchillo en una mano y pene en otra, había huido en coche para acabar tirando el pene por ahí.

Pero vayamos por partes. ¿Quién era Howard Stern? Locutor de radio, presentador, productor, escritor. Si pones en una batidora de vaso (como las de las películas americanas, que es lo apropiado en este caso) un poco de Jiménez Losantos, otro de Cárdenas en su época de "Crónicas Marcianas", otro de Encarna Sánchez y otro de Benny Hill, te sale Howard Stern.

Pues él  organizó en 1994 una especie de maratón de recaudación de fondos, más programa de variedades, más freak show, con la excusa de conseguir dinero para la operación reconstructora de John. Un montón de mozas exuberantes con bañador de tiro alto ejercían de azafatas y mostraban cuánto dinero se había recaudado en un medidor gigante con la forma de (oh, sorpresa) pollón. Todo aderezado con fino humor. Aquí una selección de las perlas de Howard (Howard's pearls):
"A penis is a terrible thing to waste"
"John, I'm glad you could come", "I can't, Howard"
"I don't even buy he was raping her... She's not that great looking"  


Atención al nivelón de la recreación dramática.

Y, ¿quién era Lorena Bobbit? Emigrante en Estados Unidos, se casa muy joven con John Wayne Bobbit y, antes de la noche en la que cogió el cuchillo de la cocina y le mutiló, pasó por un infierno de malos tratos y violaciones. Ese calvario quedó tan acreditado en el juicio por la agresión que Lorena fue declarada no culpable. Pero eso dio igual. Stern hizo su maratón, John se operó y grabó varias películas porno para demostrar que todo volvía a funcionar.

Muchos años más tarde "Lorena", un documental de Amazon, sí se preocupa por contar la historia completa, sin quedarse en las bromas. Se preocupa, en definitiva, por buscar la verdad. Y cuenta que después de sus operaciones, sus películas y sus colaboraciones con Stern, John Wayne Bobbit se volvió a casar, se divorció (denuncias por malos tratos mediante) y tuvo varias relaciones. En el documental habla una de sus novias, a la que casi tiró por una terraza y luego tuvo secuestrada, atada a una cama durante varios días. En el capítulo 3 del documental el abogado defensor de Lorena Bobbit hace un alegato digno de un capítulo de "The good fight": "Una vez oí decir a una señora que el cuerpo de una mujer es su hogar. Que su cuerpo es el contacto más íntimo que tiene con su alma. Violar a una mujer no solo es violar su cuerpo, sino también es violar su alma. Es un ataque directo a la estructura emocional que integra a una mujer". 



Más allá de las risas irónicas que nos provoque ese megamix del mal gusto que eran Stern y sus programas, el caso es qué hay detrás. Esto no es una cuestión de los límites del humor, esa parada queda muy atrás y a donde hay que ir realmente es a si a alguien le importó la verdad en ese momento o si optaron por mirar hacia otro lado para hacer caja. El evento del año 94 recaudó 260.000 dólares. Y Stern fue una estrella durante más de 20 años.

Cuando nos dé un ataque nostálgico sobre los 90, convendría contar hasta tres y recordar también todo esto. Quienes votaron a Gil como alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid, quienes le ofrecieron programas en televisión, eligieron mirar hacia otro lado. Gil fue responsable del hundimiento de un edificio por el murieron sesenta personas. Sesenta. Recuerdo a Imperioso, pero ni  una sola mención a que Gil había pasado por la cárcel. La nostalgia por los 90 debería limitarse a Nirvana y Buffy cazavampiros, nunca por una época "sin complejos".

Y vosotros, ¿recordáis a Imperioso?, ¿y las "Noches de tal y tal"?, ¿echáis de menos los 90 o pensáis que es una época fea como pocas?