martes, 9 de julio de 2019

Chistes de pollas

La semana pasada se estrenó el primer capítulo de "El pionero", la serie documental sobre Jesús Gil y Gil en HBO. Los que seáis insultantemente jóvenes no lo recordaréis, pero Gil y Gil no sólo fue presidente de un club de fútbol, alcalde de una ciudad costera y promotor inmobiliario, también fue presentador de televisión de una obra cumbre de la cultura pop: "Las noches de tal y tal". Él salía metido en un jacuzzi rodeado de mozas en bikini de talle alto porque en los 90 los bañadores eran así, sobaqueros:

Las bellas y la bestia.

No recuerdo de qué iba el programa. No sé si había entrevistas, o si era un talk show donde las muchachas en bikini contaban sus vivencias o si cocinaban aprovechando el vapor del jacuzzi. Ni idea. Solo recuerdo que alguna vez salió Imperioso, el caballo de Gil. Los 90 nos dieron grandes momentos tan absurdos como Gil chapoteando en su jacuzzi. Recordemos a Arévalo, las mama Chicho y a Ruiz Mateos haciendo de las suyas.

Todo zafio, vocinglero, aplaudido por un público en directo que gritaba mucho. Y no era patrimonio único de la España de los 90, era algo que estaba en el aire. En los Estados Unidos tenían a Howard Stern y sus chistes de pollas a costa del caso Bobbit. ¿Lo recordáis? Yo, casi como con Gil e Imperioso, apenas me acordaba de que Lorena Bobbit, en un arranque pasional, había cortado el pene de su marido John y luego, cuchillo en una mano y pene en otra, había huido en coche para acabar tirando el pene por ahí.

Pero vayamos por partes. ¿Quién era Howard Stern? Locutor de radio, presentador, productor, escritor. Si pones en una batidora de vaso (como las de las películas americanas, que es lo apropiado en este caso) un poco de Jiménez Losantos, otro de Cárdenas en su época de "Crónicas Marcianas", otro de Encarna Sánchez y otro de Benny Hill, te sale Howard Stern.

Pues él  organizó en 1994 una especie de maratón de recaudación de fondos, más programa de variedades, más freak show, con la excusa de conseguir dinero para la operación reconstructora de John. Un montón de mozas exuberantes con bañador de tiro alto ejercían de azafatas y mostraban cuánto dinero se había recaudado en un medidor gigante con la forma de (oh, sorpresa) pollón. Todo aderezado con fino humor. Aquí una selección de las perlas de Howard (Howard's pearls):
"A penis is a terrible thing to waste"
"John, I'm glad you could come", "I can't, Howard"
"I don't even buy he was raping her... She's not that great looking"  


Atención al nivelón de la recreación dramática.

Y, ¿quién era Lorena Bobbit? Emigrante en Estados Unidos, se casa muy joven con John Wayne Bobbit y, antes de la noche en la que cogió el cuchillo de la cocina y le mutiló, pasó por un infierno de malos tratos y violaciones. Ese calvario quedó tan acreditado en el juicio por la agresión que Lorena fue declarada no culpable. Pero eso dio igual. Stern hizo su maratón, John se operó y grabó varias películas porno para demostrar que todo volvía a funcionar.

Muchos años más tarde "Lorena", un documental de Amazon, sí se preocupa por contar la historia completa, sin quedarse en las bromas. Se preocupa, en definitiva, por buscar la verdad. Y cuenta que después de sus operaciones, sus películas y sus colaboraciones con Stern, John Wayne Bobbit se volvió a casar, se divorció (denuncias por malos tratos mediante) y tuvo varias relaciones. En el documental habla una de sus novias, a la que casi tiró por una terraza y luego tuvo secuestrada, atada a una cama durante varios días. En el capítulo 3 del documental el abogado defensor de Lorena Bobbit hace un alegato digno de un capítulo de "The good fight": "Una vez oí decir a una señora que el cuerpo de una mujer es su hogar. Que su cuerpo es el contacto más íntimo que tiene con su alma. Violar a una mujer no solo es violar su cuerpo, sino también es violar su alma. Es un ataque directo a la estructura emocional que integra a una mujer". 



Más allá de las risas irónicas que nos provoque ese megamix del mal gusto que eran Stern y sus programas, el caso es qué hay detrás. Esto no es una cuestión de los límites del humor, esa parada queda muy atrás y a donde hay que ir realmente es a si a alguien le importó la verdad en ese momento o si optaron por mirar hacia otro lado para hacer caja. El evento del año 94 recaudó 260.000 dólares. Y Stern fue una estrella durante más de 20 años.

Cuando nos dé un ataque nostálgico sobre los 90, convendría contar hasta tres y recordar también todo esto. Quienes votaron a Gil como alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid, quienes le ofrecieron programas en televisión, eligieron mirar hacia otro lado. Gil fue responsable del hundimiento de un edificio por el murieron sesenta personas. Sesenta. Recuerdo a Imperioso, pero ni  una sola mención a que Gil había pasado por la cárcel. La nostalgia por los 90 debería limitarse a Nirvana y Buffy cazavampiros, nunca por una época "sin complejos".

Y vosotros, ¿recordáis a Imperioso?, ¿y las "Noches de tal y tal"?, ¿echáis de menos los 90 o pensáis que es una época fea como pocas?

4 comentarios:

Uno dijo...

Qué estupenda entrada. En todas las épocas hay Giles y otros esperpentos. Trump? Los sucesores de Gil y señora: Cachuli y La Pantoja no tenían nada que envidiarles.
La clave está en qué edad tenía cada cual en los 90. Nadie que tuviera 20 años la recordará como una época fea. Los que ya teníamos uso de razón en los 70, llegamos a los 90 curados de espanto. Habíamos superado la catalítica, el pantalón campana, el mini pull y a Marujita Diaz. ¿Qué podía afectarnos? Para mi los 90 fueron el final de una fiesta que había empezado con la muerte del inexhumable.

Juli Gan dijo...

Aquella Telecirco de la pantalla amiga con las mamachicho y viejas glorias del teatro de comedia haciendo programas absurdos como Juanito Navarro. No veía lo del Gil porque soy extremadamente sensible y ver a Jabba el Hutt ya me revolvía las tripas hasta en "el retorno del Jedi". En fin, cosas de pasadas eras casposas. Cada época, las suyas, claro.

Sorokin dijo...

No creo haber visto ni uno de los programas de "Tal y tal", pero desde luego, me acuerdo de Gil y Gil (al que, por cierto, otro impagable, como José María García llamaba "Gil y pollas"). Y no sé si lo dirá la serie (que San Jenaro Aeropajita me impida ver) lo dirá, pero fue efectivamente declarado culpable por el hundimiento de un hotel en San Rafael, con resultado de muertos y heridos. No, de los ochenta/noventa, prefiero acordarme de Sisa, de Sabina, de Serrat o de los revueltos de espárragos en "el comunista".

Esti dijo...

Uno, muy fan de lo de "el inexhumable", es un poco como Carlos el hechizado, o Felipe VI el preparado.
Juli, ¡había olvidado a Juanito Navarro! Mi cerebro había hecho limpieza y lo había borrado.
Sorokin, Gil fue condenado por el tema del edificio en San Rafael, sí, pero apenas estuvo en prisión porque "el inexhumable" lo indultó. Todo eso lo cuentan en el documental de HBO, aunque van colgando los capítulos semanalmente.