miércoles, 11 de septiembre de 2019

Subroguemos más, subroguemos mejor

Tengo una idea de negocio. Mejor incluso que los conceptos de serie de los que os he hablado aquí y allá. Como Paolo Vasile está tardando un poco más de lo que yo planeaba en contestarme, y yo no estoy para esperar, me he lanzado a emprender. Porque si el éxito no te sale al encuentro, hay que ir a buscarlo. Porque la suerte sonríe a los valientes. Porque las ideas son locuras hasta que triunfan. Y porque no se me ocurren más frases motivacionales y no voy a comprarme un libro de Josef Ajram.  Además, que con frases inspiradoras no se levanta un imperio, no, se levanta con dinero (esto no sé si lo ha incluido Ajram en alguno de sus libros, pero debería). Por si alguno de los lectores que pasan por aquí resulta que tiene unos milloncejos tontorrones a los que no sabe cómo darles salida y quiere convertirse en mi business angel, os cuento mi innovadora idea.

Otros emprendedores se me adelantaron. Vieron que había un hueco en el mercado, existía una demanda de bebés recién nacidos y con la carga genética de sus papás (que ya hace falta confiar en los genes de uno, también te digo). Vieron que en algunos países un tanto estrictos con eso de la legalidad no era posible pagar a señoras fértiles para que gestaran el hijo de otros y recurrieron a Ucrania, a Estados Unidos, en definitiva a países en los que conseguir un arma es más fácil que viajar en transporte público. Allí, tal y como imaginaban, pudieron dedicarse al negocio que llamaron "gestación subrogada". Esa industria ya está asentada y muy de moda gracias al apoyo de celebrities como Kim Kardashian y Kanye West (otro día hablaremos de esa oscura época de mi vida en la que estuve enganchada a Keeping up with the Kardashian y cómo me desenganché el día en que Kourtney aseguró que las sirenas sí habían existido, pero se extinguieron, como los dinosaurios). También Miguel Bosé y su ya ex pareja Nacho Palau usaron la gestación subrogada para engendrar no uno, ni dos, sino cuatro chiquillos (otro día hablamos de lo mucho que me fascina esta relación de ¡26 años! y donde apenas hay fotos de los dos en público y cuando las hay Palau está siempre a varios pasos de Bosé, como si fuera su guardaespaldas en vez de su marido).

Pero yo, como emprendedora, veo algunas lagunas en la floreciente industria del alquiler de vientres de mujeres: los recién nacidos. Porque ya que el cliente paga y habitualmente paga por un bebé sano, ¿por qué no pide también un bebé como tiene que ser, es decir, con lorzas?

"Alegoría de la poesía", de François Boucher. También conocido como "Cupidos fuertecitos".

Es un hecho científicamente comprobado que a los recién nacidos les falta un poco de horno, son como magdalenas sacadas antes de tiempo, que no han subido y no están esponjosas. Los bebés nacen y ni te miran, ni te sonríen. Por no poder, no pueden ni sostener su propia cabeza. Tampoco digo que deberíamos tener un periodo de gestación como el de las elefantas, de dos años, pero uno de año y pico no estaría nada mal, así daríamos a luz a bebés rechonchotes y adorables. Bebés de anuncio. Angelotes de cuadro del Renacimiento.

Así que mi idea de negocio, que va a revolucionar el mercado de alquiler de vientres, consiste en que esas señoras altruistas que han gestado a una criatura durante nueves meses para que luego la críen otros, se queden con el bebé un poquito más y lo entreguen al cliente en su estado óptimo de maduración, es decir, cuando tenga un mínimo de 3 y un máximo de 6 meses. El tiempo dependerá de lo que el bebé tarde en generar lorzas.

Los ángeles de la Madonna Sistina de Rafael. Obra también conocida como "angelotes con mofletotes". 

¿Es una idea ganadora sí o sí? Si os interesa invertir, os paso mi número de cuenta. Ya si eso, más adelante, montaré la estructura necesaria en Ucrania, pero primero id mandándome los millones.

He estado un poco desaparecida en agosto, pero como propósito de septiembre (porque septiembre es un comienzo de año más comienzo de año que enero) me he prometido actualizar más a menudo. Otra cosa es que lo cumpla, claro.