martes, 19 de noviembre de 2019

Malos de película VII: José Juan Martínez "el Rubio"

Llamarse José Juan y apellidarse Martínez Gómez no da para malo de James Bond. A lo largo de los años han pasado por esta sección dictadores caníbales, reinas de la cocaína... en comparación con ellos José Juan es poca cosa, solo un ladrón. Pero qué ladrón, amiguis. El cerebro del robo más espectacular de la historia de España: el del Banco Central de Barcelona.

José Juan Martínez después de salir de prisión, con 60 años.

Mayo. 1981. La gente lleva pantalones de campana y americanas con coderas, en la radio suenan Los Pecos, "De niña a mujer" de Julio Iglesias y este temazo. Y hacía unos meses (casi) todo el mundo se había cagado encima cuando un tal Tejero (no Fernando) entraba en el Congreso y pegaba unos cuantos tiros. En este ambiente, no precisamente chill, once atracadores comandados por José Juan Martínez entran en el Banco Central de Barcelona y toman como rehenes a las 263 personas que había dentro. Martínez, conocido en el lumpen como el Rubio, deja un comunicado en la cabina telefónica contigua al banco donde pide la liberación de "los cuatro héroes del 23 de febrero y nuestro valiente teniente coronel Tejero" y, puestos a pedir, también solicita dos aviones para huir rumbo a Argentina. O se cumplen esas exigencias en 72 horas o empiezan a matar a los rehenes. El comunicado se hace público y se organiza un gabinete de crisis comandado por el director general de la guardia civil, el general de apellidos muy de tira de Ibáñez: José Aramburu Topete.

Se suceden las escenas a lo "Tarde de perros", "El plan perfecto" o "introduzca su película favorita de atracos aquí": que si negociaciones, que si las autoridades despejando la zona, que si la Cruz Roja llevando comida a los rehenes... y se alimenta la teoría de la conspiración, se teme que detrás del atraco estén la ultraderecha o un grupo de militares afines a Tejero. Pero dentro del banco los atracadores tienen un momento más propio de "Atraco a las 3" que de "La casa de papel" al darse cuenta de que con las herramientas que han llevado no pueden perforar los muros de los túneles subterráneos por los que pensaban huir.

Pasan las horas, pasa un día entero y una tanqueta del ejército se acerca al banco con un mensaje: "de vosotros depende el trato que vayáis a recibir". El Rubio ordena a sus hombres que disparen a la tanqueta y ésta se marcha. Las autoridades ya empiezan a convencerse de que los atracadores solo son eso, atracadores, y no guardias civiles ni militares.


El Rubio sale entonces del banco apuntando a uno de los rehenes. Se pasea por los alrededores, quizá para tomar el fresco, y probablemente también para ver dónde estaban situados los francotiradores. Se pasa durante 3 minutos, pistola en mano, cigarro en boca, y vuelve a entrar. Los atracadores, que ya saben que su vía de escape no es factible, se empiezan a poner nerviosos. Los francotiradores se sitúan en edificios cercanos y desde ahí ven a un asaltante junto a un rehén. No oyen la conversación entre ellos que es tal que así (y no me la invento, la cuenta uno de sus protagonistas en el reportaje "La caja 156"):

Parece que esto se ha terminao, menudo follón habéis armao... ¿tú estás casao? Sí... me dice que tiene dos hijos varones, de la misma edad de los míos, entonces fíjate tú y en esta conversación, por aquí oigo rrrrrr...


Ese "rrrrrr" es una bala. Un francotirador ha visto que tiene a tiro al asaltante y le dispara. El hombre, José María Cuevas, muere al instante y resulta ser cuñado y hermano de dos de los otros atracadores. O los GEO intervienen ya o se lía parda. Y eso hacen. Entran por la azotea del edificio y van bajando. El Rubio decide liberar a los rehenes y salir con ellos junto con el resto de sus hombres, intentando pasar desapercibidos. Un grupo de atracadores se regudia en un hotel cercano. Pero la policía va identificando a todos uno a uno y detiene a los atracadores, también a los huidos. El Rubio, como jefe de la operación, es condenado a 30 años de prisión, los demás a penas de más de entre 20 y 25 años. Los 500 millones de pesetas que había en el banco seguían dentro, todos apilados en el hall de la entrada. No se habían llevado nada.

Pero uno no es el cerebro de un atraco como este y se queda en prisión a ver la vida pasar. En 1988 Martínez aprovecha un permiso y se fuga, con tan mala suerte que un mes después coincide en un restaurante con un policía que lo reconoce, se produce un tiroteo, dos policías mueren y el propio Rubio acaba herido. De nuevo, la comedia involuntaria se ceba con Martínez, su pistola se encasquilla y solo dispara una bala, así que no es él quien mata a los policías, sino el uno al otro, en el fragor del tiroteo. Martínez vuelve a la cárcel y en el año 96 se fuga de nuevo y otra vez, y también un mes más tarde, lo detienen. Sale de prisión años más tarde y apenas concede unas cuantas entrevistas, se escribe un libro con su historia y el Rubio retoma su vocación, vamos, el robo de bancos e intenta atracar un banco en San Sebastián. Cómo no, le pillan.

Entre fuga y fuga, entre robo y robo, José Juan da entrevistas y en ellas agranda la teoría conspirativa que siempre rodeó al atraco. Afirma haber sido contratado por dos personas, uno un tal Luis (supuesto jefe de operaciones encubiertas del CESID) y el otro el subdirector Emilio Alonso Manglano (dimitió de su cargo en los 90 por encargar escuchas ilegales) para robar un maletín que estaba dentro de la caja 156 del banco. ¿Y qué había en el maletín? Según el Rubio, documentos que demostraban quiénes financiaron el 23F y que la monarquía estaba implicada. Los GEO que intervinieron en el robo desmienten esta teoría y aseguran que no había ningún maletín, que se registró a cada atracador, a cada rehén y nadie lo llevaba. Otro de los asaltantes dice del Rubio "esa persona es un fantástico y nos ha llevado a todos a la cárcel". Aramburu Topete los definió a él y su banda como "anarquistas, chorizos y macarras".

Ojalá alguien retome todo este caso y haga un "Zodiac" a la española, que cuente la historia sin necesidad de averiguar la verdad porque lo bonito está en el proceso, en intentar encontrarle un sentido aunque no lo tenga. Si queréis saber más sobre el Rubio, Aramburu Topete y teorías conspirativas varias os doy varias opciones: la sobria de este documental de rtve, o la épica de "La caja 156", con la voz de Gloria Serra, que podría convertir en heroica una mañana haciendo la compra en el Lidl.

Y vosotros, ¿cuál es vuestra teoría favorita del robo al Banco Central?, ¿conspiración pagada por oscuras fuerzas del mal?, ¿o José Juan es un fantástico, tal y como decía uno de los atracadores?

lunes, 4 de noviembre de 2019

Lecturas para la piscina (sí, en noviembre)

Quién sabe, a lo mejor vosotros tenéis cerca una piscina climatizada y mis recomendaciones piscineras no llegan tan tarde (gracias, Vodafone, por haberme tenido sin internet en casa durante un mes). Además este crazy cambio climático hace que el puente de Todos los Santos sea el nuevo Puente de Agosto. De todas formas, para compensar el retraso, en vez de cuatro libros, como es habitual, os traigo cinco. Y todos me han gustado mucho... excepto uno, ¿cuál? Pues seguid leyendo y lo sabréis:

Röhner, de Max Baltinger

Creo que soy el fin social de mi amiga F. que, cada cierto tiempo, me regala una novela gráfica con el noble objetivo de culturizarme. Y la jodida suele acertar. Esta vez me regaló un librote enorme (los librotes enormes los leo en casa, ni en el metro, ni en el cercanías, ni en la piscina, lo más lejos que viajan es al baño) titulado "Röhner". Yo lo ví, sonreí y dije: "gracias, un cómic, qué guay" y luego pensé, "esto es muy moderno y muy raro, no sé si me va a gustar". Pues me ha gustado. Y mucho.

"Röhner" es la historia de un tipo metódico, maniático, de costumbres, al que se le mete en casa el típico amigo caradura que le saca de sus casillas de tal manera que Röhner empieza a fantasear con cómo matarle. Apenas hay diálogos, todo es un dibujo aparentemente simple, muy arquitectónico y muy diferente a cualquier cosa que yo haya leído antes. Pesa demasiado para llevarlo a la piscina, pero sí es una lectura entretenidísima, que te ventilas en un par de horas.


Open, de Andre Agassi (y J.R. Moehringer)
¿A que te sentirías en la gloria, Andre? Dejarlo, sin más, no volver a jugar al tenis en toda tu vida. Pero no puedo. No solo mi padre empezaría a perseguirme con mi raqueta por toda la casa, sino que algo en mi fuero interno, un músculo invisible muy adentro, no me deja. Detesto el tenis, lo odio con toda mi alma, y sin embargo sigo jugando, sigo dándole a la pelota toda la mañana y toda la tarde porque no tengo alternativa. (...) Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, me parece la esencia de mi vida.
Yo no detesto el tenis. Podría decir que los deportes, a mí, plín. En época de exámenes, en la universidad, llegué a verme alguna final de Roland Garros autoconvenciéndome de que me pondría a estudiar en cuanto terminara el partido, como 3 o 4 horas más tarde. Pero no hace falta que te guste el tenis, ni siquiera el deporte, para disfrutar con esta autobiografía de Agassi. Está escrita de maravilla, Agassi dice al final del libro que el premio Pulitzer J.R. Moehringer fue parte fundamental del proceso y le ofreció firmarlo y él lo rechazó. Llamadme malpensada, a mí todo ese me suena a la editorial pagando muchos dólares a Moehringer y acordando que la portada sean el nombre y la cara de Agassi en primer plano. Independientemente de todo esto, "Open" es un libro en el que Agassi se abre en canal, sin miedo a caer bien o mal. Adoras al niño obligado por un padre autoritario a convertirse en tenista profesional, te da ternura el adolescente que destaca por su manera de jugar y por su look medio punk, coges manía al tenista de éxito rodeado de asistentes, con amigos famosos y una fundación benéfica a su nombre y siempre, siempre, disfrutas leyéndolo.


Cuentos sangrientos, de Emilia Pardo Bazán
Hace un tiempo, servidora trabajaba en una serie que se llamaba "Seis Hermanas", ambientada a principios del siglo XX y que podríamos catalogar dentro del género tacitas de té. De vez en cuando, por eso de documentarnos un poco, leíamos algo de novela de la época y así llegó a mis manos el relato "El revólver", de Emilia Pardo Bazán, una historia sobre maltrato donde el marido guarda un revólver en un cajón bajo llave y dice esto a su esposa:


 
Aquí tienes la garantía de que tu vida va a ser en lo sucesivo tranquila y dulce. No volveré a exigirte cuentas ni de cómo empleas tu tiempo, ni de tus amistades, ni de tus distracciones. Libre eres, como el aire libre. Pero el día que yo note algo que me hiera en el alma... ese día ¡por mi madre te lo juro!, sin quejas, sin escenas, sin la menor señal de que estoy disgustado, ¡ah, eso no!, me lavanto de noche calladamente, cojo el arma, te la aplico a la sien y te despiertas en la eternidad.

Ese relato me dio ganas de más y cuando vi en la biblioteca este compendio me dije: para casa. "El revólver" me siguió dejando tan noqueada como cuando lo leí la primera vez, pero hay otros igual de conmovedores, también escritos de manera muy sencilla y explorando lo que rodea a cómo y porqué se comete un delito: "El indulto", "Instintivo", "Un destripador de antaño", "Belona"... Pardo Bazán escribió toneladas de cuentos, y hay más libros que los recopilan temáticamente: "Cuentos de amores" y "Cuentos de verano y otoño". Si los veo por la biblioteca, los cojo.

Mitos nórdicos, de Neil Gaiman


Hace unos meses me leí mi primer Neil Gaiman (chispas) y me decepcionó. Lo mismo me pasó con las series basadas en sus novelas "American gods" (llegué al capítulo 3) y "Good Omens" (no pasé del 1). Pero estoy rodeada de gente que lo idolatra así que saqué de la biblioteca "Mitos nórdicos". Si a mí me encanta la mitología. Fijo que este libro me encanta. Pues no.

En comparación con la mitología griega, tan trágica, tan intensa, con sus parricidios y sus incestos, la nórdica es una tontunada. Consiste básicamente en una panda de dioses muy poderosos que dedican la eternidad a beber cerveza y a pelearse por artifactos mágicos con nombres chiquitistaníes: Skrymir, Megingjord, Nagalfar, Einherjar. El único dios con un poco de personalidad es el intrigante de Loki, ingenioso, cabroncete, retorcido. A su favor diré que tanto ambiente nórdico da fresquito y eso, en verano, se agradece. ¿Le daré otra oportunidad a Gaiman? Me da a mí que no.

Rey de picas, de Joyce Carol Oates


Cuando yo era un chico de unos trece años, al ver la tienda de mi padre en Main Street, una simple fachada con un escaparate entre varios establecimientos, todos ofreciendo sus mercancías a los transeúntes, se me presentaba una posibilidad alarmante: ¿Qué sucedería si nadie entrase a comprar? ¿De repente... de ahora en adelante... nadie? Se trata de una toma de conciencia aterradora cuando se tienen trece años. No es el terror de un cráneo hundido, de la sangre derramada, de la muerte. Es el terror anodino de la vida de todos los días. 

Esa última frase "el terror anodino de la vida de todos los días" define el estilo de Joyce Carol Oates y también el de esta novela, centrada en un escritor de éxito digamos moderado. Él vive de sus libros, y vive bien, pero quiere más. Porque sus libros venden mucho, pero no tienen prestigio y tampoco un estilo propio. Este escritor, padre de familia, marido y vecino ejemplar solo en apariencia, saca sus demonios bajo el seudónimo "Rey de picas" escribiendo novelas que apenas logran ser publicadas, pero que están llenas de fuerza, carácter y mala leche. Ya os podréis imaginar que el escritor acabará sacando esa rabia contenida de su otro yo a lo largo de la novela. "Rey de picas" es entretenidísima, a ratos recuerda a Stephen King a quien, por cierto, se refiere el protagonista continuamente, muerto de envidia.

Y vosotros, ¿también creéis que Moehringer es el auténtico autor del libro de Agassi?, ¿también veíais el Roland Garros como forma de retrasar el momento de ponerse a estudiar?, ¿me recomendáis novelas gráficas ligeritas que pueda llevar al metro/cercanías/autobús?, ¿más títulos de Joyce Carol Oates?