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lunes, 6 de octubre de 2008

Historia ficción (Berlín II)

Cada ciudad se define por algo. Roma: la antigüedad, las pizzas y los italianos salidos. París: el amor, las tiendas y los parisinos bordes. Madrid: muchos bares, el Prado y cacas de perro por las calles.

En el caso de Berlín, el muro y la historia reciente de Alemania marcan la ciudad. Pero a mí la historia reciente en general y la alemana en particular me la traen al pairo. Más que nada porque he visto tantas películas sobre la II guerra mundial y el Holocausto que me he saturado. Hay comedias ("la vida es bella"), musicales ("Cabaret"), erótico-festivas ("portero de noche") incluso la versión alemana de los hechos ("Stalingrado", "Amén"). Y, por supuesto, las más numerosas, las producidas en Hollywood para recordar a todos los europeos, incluso los nacidos mucho después de la II guerra mundial, que fueron ellos, los americanos, los que nos salvaron de los malvados alemanes.

Pero como decía, a mí la historia reciente me la trae al pairo. La historia reciente está demasiado bien documentada, tanto que no deja sitio a la fantasía, ni mucho menos al glamour. Berlín está llena de vestigios del pasado. A los berlineses les encanta vestirse con vestigios del pasado, y lo llaman retro. Venden souvenirs que son vestigios del pasado: gorros rusos, trozos del muro, medallas del ejército alemán o del soviético.

Detrás del muro que separó la ciudad, supuesto simbolo de la democracia y del fin de una separación muy dolorosa para Alemania, hay ahora anuncios de conciertos de mega estrellas como Elton John.

Pero yo prefiero el pasado remoto, la historia antigua, esa que está tan lejos que es más fácil inventar sobre ella que documentarse, porque sólo quedan trocitos de piedra encerrados en urnas de cristal. Si existe la ciencia ficción, alguien debería acuñar el término historia ficción, porque cualquier novela, película… ambientada en un pasado remoto se está inventando tres cuartas partes de lo que dice. Y eso es lo más me gusta. Además, los pueblos antiguos tenían muchísimo glamour, esas túnicas, esas joyas, esos templos.

Antinoo, amante del emperador Adriano. Murió muy joven y Adriano inició su deificación, hay estatuas suyas en el museo de Pérgamo y en los museos vaticanos de Roma. Yo, desde luego, le adoraría.

Probablemente los romanos no eran el pueblo sabio y hermoso en el que se puede pensar viendo las estatuas o templos que hay en el museo de Pérgamo. Esclavistas, machistas y con unas condiciones de vida brutales para los que hemos nacido en el siglo XX. Vidas sin televisión, sin teléfono móvil, sin edredón de plumas, ni coche, ni patatas, chocolate, seguridad social, vacunas o antibióticos.

Pero precisamente por la diferencia es por lo que me atraen tanto todas las civilizaciones antiguas. Por eso hoy me he tragado una hora de una tv movie infumable y larguísima sobre Atila, rey de los hunos, por eso he visto las dos temporadas enteras de "Roma", una serie muy irregular, que en la primera temporada agilizaba la narración alternando una escena histórica y complicada en el Senado con otra de polvo o esclavo en desnudo frontal. Y en la segunda temporada fue todavía peor porque resolvían todo con violaciones anales. Por muy brutos que fueran los romanos, no lo eran ni la mitad que los guionistas de "Roma".

Y sin embargo, si uno visita Pompeya encuentra restos de pinturas en las paredes de las casas, equivalentes a los graffitis de ahora. Iguales a los que te encuentras en el muro de Berlín:

María gentilmente nos señala un conmovedor mensaje para la posteridad en el muro de Berlín: devolverme mi maleta, hijos de puta del aeropuerto. Firmado: Juanky

Por cierto, "Bichos raros", aunque parezca mentira, todavía opta a algunos festivales. El pasado viernes, 3 de octubre, se proyectó en el festival de Detmold (Alemania), y hoy mismo se exhibe en Mieres (Asturias) a las 20:30 en el auditorio de la casa de cultura.

domingo, 18 de mayo de 2008

Ciudades

En el mundo (y puede que también en el universo, lo que pasa es que todavía no las hemos descubierto) existen tres tipos de ciudades:

Las ciudades de paso sin retorno.

Las ciudades para vivir.

Las ciudades para repetir.

Las de paso son aquellas a las que sólo has llegado porque están en medio de la ruta a algún lugar más interesante. O porque como son capital de provincia asumes que algo tendrán, pero no es verdad. Son ciudades feas, deprimentes, sin interés y a las que no volverías nunca si no fuera porque las olvidas rápido y es posible que vuelvas a pasar por ahí, vuelvas a darte cuenta de que no tienen nada y decidas que no vas a volver. Mi ciudad de paso a la que espero no volver es Badajoz. Lo siento por si alguien lee esto, es de Badajoz y se siente ofendido pero, chato (o chata), vaya ciudad fea, dejada, sin vida...

Las ciudades para vivir son aquellas que a lo mejor no son especialmente bonitas ni turísticas pero tienen una característica fundamental: son acogedoras. Hay gente que piensa que lo acogedor es el campo, con sus árboles, sus bichitos, su huerto y demás. Otros piensan que lo acogedor es el pueblo, donde todos te conocen, saben quién eres, dónde vives y qué haces. Como ciudad acogedora yo elijo Madrid. Porque nadie es de Madrid, porque puedes ir al cine cuando quieras, porque las tiendas abren al mediodía y porque si me apetece pasear puedo estar andando durante dos horas y sin salirme del pueblo.


Callecita mona en el barrio del Born, en Barcelona.

Por último están las ciudades para repetir. Y aquí elijo tres, porque soy así de viajada y de cosmopolita. Mis tres ciudades para repetir son Roma, Barcelona y Londres. En las dos últimas habré estado unas cuatro o cinco veces. En Barcelona perdí la cuenta.

Roma es especialmente hermosa, es como andar por un museo donde, además, el restaurante tiene un menú muy bueno. Si Roma es bella, el adjetivo para Londres es moderna. Siempre hay espectáculos nuevos, tiendas a la última y gente excéntrica por la calle.

Barcelona está en medio de las dos, ni tan monumental como Roma ni tan cool como Londres pero, desde luego, mucho más bonita y moderna que Madrid. Ya lo dijo Juanjo Sáez en "Vivir del cuento", los modernos de Madrid son un quiero y no puedo, y tenía razón. Por mucho que Gallardón lo intente Lavapiés jamás albergará tantas tiendas de ropa de segunda mano (uy no, quiero decir vintage) como el Raval, ni la Latina tendrá tantos bares de diseño como el Born. Pero eso mismo hace que Madrid resulte más acogedor que Barcelona. Eso, y que en cuatro días que ha durado mi reciente visita a Barcelona yo tenía tan implantado el chip del turista que me robaron el bolso.


Me robaron todo esto, cosa arriba, cosa abajo.

Y vosotros, ¿qué ciudades elegiríais para vivir, para volver una y otra vez o para no volver nunca?

Estaría encantada de agrandar la lista de ciudades. El año pasado pensaba que gracias a los festivales viajaría muchísimo, pero oye, es que sólo nos seleccionan aquellos que no pagan el transporte... Y esos malvados son los siguientes:

Vienna independent shorts, "Bichos raros" se proyecta mañana a las 21:00.

Muestra de cortometrajes El verano más corto, Murcia, nos proyectan el día 21 de mayo a las 21.00.

Trayecto corto, Velilla de San Antonio (Madrid), el día 24 de este mes, a las 18:00.