lunes, 12 de noviembre de 2018

Querido Brendan Dassey

Estoy enganchada al true crime. Es así. Hubo una época feliz de mi vida en la que desayunaba viendo "crímenes imperfectos". Me los sabía de memoria (uy, el del tipo que alquiló una trituradora de madera para deshacerse del cadáver de su mujer) y hasta llegué a aprender geografía gracias a que en Phoenix (Arizona) y Anchorage (Alaska) asesinan que es un primor. Ahora que ya no emiten "Crímenes imperfectos", me he entregado en cuerpo y alma a los true crime de Netflix. Podría haceros un ranking de los más interesantes (The Staircase, The keepers) a los menos (The investigator: a British crime story), pero os ahorro la turra y voy directamente al asunto de este post, la segunda temporada de "Making a murderer".

Por si sois recién llegados a este vuestro blog (¡hola!, ¡bienvenidos!, poneos cómodos) y, además, no sabéis qué puñetas diantres es "Making a murderer", echad un vistazo aquí.

La primera temporada del true crime acaba con Steven Avery y su sobrino de 16 años Brendan Dassey encarcelados, acusados del asesinato y violación de Teresa Hallbach tras una investigación más que sospechosa llevada a cabo por los mismos policías que acusaron hacía años a Avery de un crimen que no cometió. El estreno del documental provocó reacciones variopintas: por un lado, una marea de peticiones de perdón para Avery y Dassey; por otro, que los abogados de Avery, Buting y Strang, se convirtieron en sex symbols.

Buting y Strang, abogados de Avery en "Making a murderer"
Sex symbols. Estos dos.

Pasan los años. Tío y sobrino cambian de abogados, pero siguen luchando por demostrar su inocencia. Y, por supuesto, las directoras del documental, Moira Demos y Laura Ricciardi, lo graban todo.

Un grupo de abogados de un gabinete especializado en defender a menores se está ocupando de Brendan Dassey. Mientras que a la pareja de dudosos sex symbols los sustituye una abogada de campanillas: Kathleen Zellner.

Si algún día me da por matar, que me defienda ella.

Zellner es la abogada que cualquier fan de la serie espera. Cree en la inocencia de Avery, tiene experiencia en exonerar a falsos culpables, le encanta que la entrevisten, es activa en las redes sociales y tiene una biografía de lo más peliculera. Kathleen se hizo conocida defendiendo a un tal Larry Eyler, acusado del asesinato de un adolescente. En el transcurso de su defensa, él confesó unos cuantos crímenes más (nada, poca cosa, 21 muertes más). Zellner se vio obligada a mantener el secreto debido al privilegio abogado-cliente. Eyler murió al poco tiempo y Zellner pudo revelar todo lo que sabía y, desde entonces, se prometió a sí misma que no iba a defender a nadie que fuera culpable. Por supuesto, Hollywood ya está preparando una película con toda esta historia.

Pero Zellner no es el único elemento peliculero de "Making a murderer". La tragedia de Steve y Brendan se ha convertido en un espectáculo. Entre los centenares de cartas que le llegan a Steve se cuela una de una mujer (divorciada, rubia, sexy, más joven que él, residente en Las Vegas) que quiere conocerle. Avery se escribe con ella, empiezan a salir...  (en el sentido figurado, que ellos lo de salir en plan cena y cine, como que no) y ella aprovecha para contar su historia en la televisión y ganar un dinerillo. Steven se entera de todo cuando ve a su prometida en el "diario de Patricia" estadounidense, un programa llamado "doctor Phil". Discuten, rompen, ella dice que él la ha amenazado, él dice que ella solo busca la fama, ella dice que tiene cartas amenazadoras de él pero que las directoras de "Making a murderer" no han querido mostrarlas... y todo esto, claro está, lo dice en televisión.

A lo largo de esta segunda temporada, Zellner investiga y apunta a otros posibles sospechosos (cuyos nombres no os voy a decir porque hacer espoilers enfada al niño Jesús), pero también vemos cómo intentan sobrevivir los miembros del clan Avery: los padres de Steve, vetustísimos y enfermísimos, pero que no piensan morirse hasta ver a su hijo libre; su hermana, además madre de Brendan... todos con un gusto pésimo para vestirse y todos sin seguro dental.

El gabinete que trabaja en el caso de Brendan Dassey presenta un recurso tras otro. Logran que, primero un juez, y luego dos jueces de tres, decreten que el interrogatorio que se le practicó a Brendan (cuando tenía 16 años y un cociente intelectual justito) era ilegal y, por tanto, deben excarcelar a Dassey. Pero las dos veces la fiscalía recurre y las dos veces frena la liberación de Dassey. A día de hoy continúan metidos en un laberinto legal que recuerda a este momento de "las 12 pruebas" de Astérix y Obélix:



Y Brendan, mientras tanto, sigue en prisión. Ya no es un adolescente con acné, sino un señor muy gordo. No parece que le haya escrito ninguna rubia divorciada de Las Vegas y a mí me sigue dando más lástima que el principio de "Up". ¿Qué hago?, ¿le escribo? Tampoco sería la primera vez, no me fue mal en mi experiencia carcelaria anterior, pero tampoco quiero acabar prometida con Brendan, viviendo en una caravana en el condado de Manitowoc y contando mis penas a un supuesto psicólogo con programa en la tele que se hace llamar "doctor Phil".

Y vosotros, ¿qué me aconsejáis?

Por cierto, no olvidéis que "Loser" está a la venta en la web de la editorial Tandaia.

5 comentarios:

Juli Gan dijo...

Enhorabuena por tu libro publicado. Eso, lo primero. ¿Todo eso es cierto o es telabasura para entretener a los ociosos yankees, y de paso, vendernos ese relleno para los canales de este paí? Porque la tele generalista española no hace otra cosa que comprar realities yankees ya sea en formato crímenes, puja por trasteros infectos donde, oh, sorpresa, en la última caja mohosa aparece un moco del presidente Lincoln que vale un fortunón, te reformo tu casa de madera de Güinsconsin (Sí con ge y diéresis)o soy un tragaldabas que me voy engullendo todo tipo de comestibles grasientos y rebozados en salsa barbacoa y mayonesa a lo largo y ancho de todos los EEUU. Yo no he pasado de echar un ojo a las webs yankees en plan "inmates pen pals" para ver el careto que exhiben los y las delincuentes que buscan rollito epistolar, y lo que surja con, sobre todo, mozas de fuera de la prisión. Ponen hasta fotos, y es que los yankees son tan confiadamente exhibicionistas. No sé si en España se estila. Tal y como va la cosa, y a tenor de lo que escribo por ahí, si acaban enchironándome por "desafecta al régimen" quizá me apunte a conocer gente a vuelta de correo talegario. En fin. Siempre es un placer leerte, Esti.

el convincente gon dijo...

Justo este fin de semana he empezado a ver la segunda temporada de Making a Murderer así que, para evitar spoilers, solo he leído los dos primeros párrafos de la entrada.

Yo también le estoy cogiendo el gusto a los casos reales, sobre todo cuando hay juicio de por medio y no hay certeza de la culpabilidad del acusado. Han publicado hace poco un libro con pintaza sobre un juicio real en Australia: La casa de los lamentos, de Helen Garner. En cuanto pueda lo pillo. En su día estuve a punto de comprarme un libro sobre el caso Asunta, pero me dio vergüenza exponer mi morbo ahí tan claramente a los dependientes del Corte Inglés.

A mí The Keepers no me gustó demasiado. El caso era interesante pero la manera de dosificar la información me quitaba todo el interés. Te recomiendo, si no los has visto, The Jinx, Capturing The Friedmans, The Thin Blue Line y The Imposter, documentales todos ellos muy flipantes, aunque creo que no están en Netflix. Yo me apunto The Staircase.

Uno dijo...

¿Qué te aconsejo? Lo unico razonable sería que te enrolles con Buting y Strang que por algo serán simbolos sexuales (no juzgues un libro por la portada). Los abogados concretamente engañan mucho. Fíjate aquel Rodriguez Menendez que con ese careto se ligaba a unas señoras estupendas, aunque alguna le saliera un poco asesina. Escribirte con un preso es muy peligroso. Dan penita, cuentan su sufrir pero, creeme, desde el primer párrafo de la primera carta solo piensan en el vis a vis. ¡Unos tunantes!

Esti dijo...

Juli, te aseguro que el caso Avery es real, realísimo. El pobre Steve Avery ya pasó 18 años en la cárcel antes de que el documental existiera, se convirtiera en famoso y le escriban todas las perturbadas de Güisconsin.

Gon, me apunto "La casa de los lamentos", o espero a que te lo leas y lo comentes en el blog y así ya sé si merece la pena o no. Te diré que he visto TODOS los docus que nombras, excepto "The thin blue line". Voy corriendo a buscarla.

Uno, entre Rodríguez Menéndez, los falsos sex symbols y Marcos García Montes... no sé, no sé... el gremio de los abogados famosos no me llama mucho. A lo mejor el problema es la fama y hay que buscarse abogados normalillos, de oficio o de cosas aburridísimas tipo demandas al seguro.

Sorokin dijo...

Esto de ser un emigrante como servidor, tiene sus aspectos molestos, como no poder ver eso de "the making of a murderer". En fin, no sé, buscaré en la web rusa de la que extraigo series por un precio muy apañao. Vamos, de hecho, acabo de empezar la temporada 7 de "House of cards", ya sin el felón Kevin Spacey (pierde, pierde la serie, las sacudidas negativas que producía el Kevin era muy molonas). Pero bueno, está bien eso de enseñar al que no sabe. Tomo nota y no te aconsejo nada, que lo mismo me cuelo.