martes, 2 de octubre de 2018

Tailandia is different

Allá por los años 60 el ministerio de turismo de Manuel Fraga busca un eslogan con el que pretende atraer a los extranjeros a España. Imaginaos la situación, Fraga rodeado de tecnócratas, todos encerrados en un despacho pensando cómo cambiar la idea de que España es un lugar aislado, pobre y, además, una dictadura. Igualito que en un capítulo de Mad Men, alguien da con la clave, el ahora famosísimo eslogan "Spain is different". Estaréis conmigo en que "Spain is a dictatorship" o "Spain is not a democracy" no tenían tanto punch.

La verdad es que el eslogan, aunque una genialidad en su momento, ahora se ha quedado a la altura de frases obvias como "es que yo soy una persona muy humana". Estaréis conmigo en que todos los países son diferentes, y Tailandia, con su monzón, su idioma impronunciable y su gastronomía picante, también.

Si tuviera que elegir un lema publicitario para atraer a los turistas a Tailandia, optaría por imágenes, sin palabras:

Me los como. A los niños, no a los peces.

La ictioterapia, más conocida como los pececitos ésos que se comen las células muertas de los pies y te hacen una pedicura, a no ser que tengan mucha hambre y entonces te dejen tullida, es un fenómeno mundial y no especialmente típico de Tailandia pero, ¿y lo adorables que son estos niños?, ¿no son el reclamo ideal para cualquier cosa?

Si tenéis por corazón una castaña pilonga, y estos niños no os conmueven ni un poquito, no importa. No me rindo. Tengo otra imagen vendedora que mezcla tradición y entusiasmo:

Ejercicio de agudeza visual: ¿quién de todo el público disfruta más del combate de muay thai?

Sí, lectores de mis entretelas, he estado en un combate de muay thai. Me encantaría explicaros las reglas pero no las sé y después de 3 horazas de combates tampoco las entendí. Pasé más tiempo mirando al señor entusiasmado y al resto del público, que aprovechaba las pausas para apostar, que mirando el ring. Por no saber, no sé ni cómo se llaman los que practican muay thai, ¿boxeadores?, ¿luchadores?, ¿por qué hay una especie de orquesta?, ¿por qué los boxeadores o luchadores o como quiera que se llamen hacen un bailecito antes de liarse a tortas?, ¿por qué?, ¿por qué?

Seguro que él lo sabía todo:


Y si ni los niños con ataque de risa ni el abuelo disfrutando de las tortas os convencen, no importa, que tengo otra opción para venderos Tailandia. Se llama Ramakien, es una epopeya similar al Ramayana hindú, y lo tiene todo: princesas, aventuras, secuestros, demonios, padres e hijos que no saben que lo son, malvadas madrastras... Se empezó a contar hace unos dos mil años y se transcribió en el siglo XVIII, época en la que también se pintó el mural inspirado en él y que decora el Grand Palace de Bangkok.

La historia es tal que así: la pérfida madrastra del príncipe Rama (¿os suena el nombre?) lo destierra de su reino. Rama se ve forzado a esconderse en el bosque junto a su bella esposa, la princesa Sita y su hermano Lakshman. El bosque es un lugar inseguro, no lleno de ladrones y yonquis, sino de algo peor: demonios. Ravana, rey de los demonios, y por eso mismo acostumbrado a hacer lo que le viene en gana, ve a Sita y se enamora. Se enamora a lo mito milenario, es decir, decide secuestrarla. No sabe que Sita es su hija, a la que abandonó hace años y fue criada por el rey de Mithila. Rama y su hermano intentan salvar a Sita, pero no es fácil, Ravana es poderoso, cambia de forma a voluntad y, como Zeus en la mitología griega, aprovecha esa habilidad para sus escarceos amorosos (Ravana seduce tanto a diosas como a elefantas o peces, es un demonio sin prejuicios).

Detalle del mural del Grand Palace con el rey mono Hanuman y bien de oro.

Afortunadamente para Rama, el rey de los monos, Hanuman, decide ayudarle y, con su ejército (de monos) construye un puente que atraviesa el mar y llega hasta Longka (actual Sri Lanka) donde Ravana tiene encerrada a Sita. Batallan, Rama mata a Ravana y aquí tocaría el "fueron felices y comieron perdices", sustituyendo las perdices por pad thai... pero no es así. Rama no se fía de Sita y ella, para probar que siempre le fue fiel durante su secuestro, tiene que caminar sobre fuego. Lo hace y, ahora sí, la epopeya tiene su final feliz.

Y vosotros, ¿qué elegiríais como reclamo turístico tailandés?, ¿los niños?, ¿el mito de Ramakien?, ¿el abuelo hooligan?
Le hice muchas fotos, sí.

4 comentarios:

Sorokin dijo...

Lo de los bichillos que te comen los pies me da una enorme dentera. Yo he visto en Kuala Lumpur gentes hechas y derechas metiendo sus turísticos pinreles (todos tenían pinta de gringos) en el tanque de los pececillos, o sea que no me dan ninguna ternurita. Hanuman, en cambio es un tipo genial, así hay que andar por la vida, qué rayos. Por cierto, vaya faena, otro tsunami por la zona. No ganamos para sustos

el convincente gon dijo...

Estoy con Sorokin. Ya me da cosica pensar en todos los ácaros de la cama que se mastican mi piel noche tras noche como para encima ofrecerme a que se me coman seres macroscópicos.

Esti dijo...

Sorokin, Gon, ¡pero si los pececitos hacen cosquillas! A no ser que... los niños estuvieran fingiendo y, en realidad, les pagó el dueño del negocio de los peces comepellejos para llamar la atención de los turistas.

Uno dijo...

A ver: el masaje es a Tahilandia como la siesta a Spain. O mejor dicho: como la paella, que nadie viene a echarse la siesta pero paella comen todos. El masaje tahilandés hace cosquillitas como los peces y es al mismo tiempo una lucha cuerpo a cuerpo como el muay thai (de ahí que degenerara en lo que degeneró). ¿Qué es el Ramakien frente a Juego de tronos? ahora con tanta serie por esa vía es muy dificil destacar.
Tahilandia, el medio es el masaje. ¿Cómo lo ves?