Hablábamos hace nada (aquí, sin ir más lejos) de lo decepcionante y habitual que era un mal final en una buena serie. Por alargar en exceso, por marear la perdiz, por caer en tópicos o por caer en el ridículo. Pero Breaking Bad ha conseguido mantenerse ahí donde ha estado siempre: arriba.
Mas allá de las argucias de su protagonista para mantenerse en el negocio de las drogas, más allá de tener un estilo y un mundo propio, incluso más allá de las lecciones magistrales de interpretación que regalan sus actores... la serie es el ejemplo perfecto de lo que consigue la buena ficción: tenerte ahí enganchada mientras vives la vida de otros. Una vida que tú nunca vivirás. Porque no eres un rey de la metaanfetamina, ni matas zombies a cascoporro, ni vas a rescatar a tu hermano de prisión. Eres funcionaria, becario o parada. Vamos, lo típico.
Una buena historia te ayuda a vivir eso que tu conciencia no te dejaría. Pruebas durante 50 minutos, una hora y pico con anuncios, a ver cómo sería eso de ponerle los cuernos a tu marido con el jardinero joven y cachas. O, ¿por qué no? pruebas algo todavía más salvaje, algo que jamás harías, que te repugna. Pruebas a ver cómo sería matar gente, traficar con droga y ganar millones con ello.
Y acabas comprendiendo a Walter White. Porque él no se ha convertido en capo para conseguir dinero para su familia. Ni porque esté enfermo de cáncer y ya le dé todo igual. Ni porque una vez que entras en ese mundo ya no se puede salir. Comprendes a Walter porque él era un profesor de química sin suerte en la vida hasta que descubrió su buena mano para cocina metaanfetamina. Descubrió que era el mejor. Y ser el mejor en algo engancha.
Yo lo pienso cada vez que voy a mi clase de ballet y me encuentro con una alumna nueva que dice que ella no ha bailado nunca, pero se le quedan los pasos a la primera, es elástica y tiene un empeine en el pie que ni te cuento. Pienso: qué bonito debe ser tener un talento innato para el baile. Y luego pienso: qué torpe soy. Y luego pienso: los cojones tú no has bailado antes, guapa.
Pero a lo que íbamos, trabajar en una serie tan llena de talento tiene que ser un gustazo. Pero es que, además, parece que mientras creaban un clásico de la televisión actual se lo han pasado pipa:
Bryan Cranston y Aaron Paul (protagonistas de la serie) lamen la tarta con la cara de Vince Gilligan (creador de la serie).
En España también se suelen organizar fiestas de fin de rodaje o, en el caso de las series de televisión, de comienzo de temporada. El día que se estrena la nueva temporada, fiestorro.
Pero lo habitual, aquí y en Constantinopla, es que en las fiestas se monten grupitos: maquillaje, peluquería y vestuario por un lado, los realizadores y las actrices por otro, editores y guionistas en casa, porque nadie les dijo que había fiesta... Vamos, como pasa en cualquier trabajo. Porque eso que dicen todos en los making of, que si "éramos como una familia", que si "yo te admiro mucho", "pues yo a ti más", suele ser mentira. En los rodajes se madruga demasiado, se trabajan horas extras y la comida suele estar malísima. El buen rollo se guarda para las entrevistas que formarán parte de los extras del deuvedé.
Pues bien, el equipo de Breaking Bad no sólo tiene talento para exportar a todo el mercado asiático, también se llevan bien entre ellos. En sus fiestas lo dan todo disfrazándose de personajes de la serie.
Aquí Aaron Paul disfrazado de pollo y Bryan Cranston disfrazado de Héctor Salamanca.
Y seguro que producción encargó un catering en forma de gelatina azul, igualita a la metaanfetamina antes de ser cortada. Que yo veo estas fotos y me entran unas ganas locas de organizar una fiesta temática en casa, y de convencer a mis amigos para que nos disfracemos de los personajes de Breaking Bad. No sé si pedirme Lydia Rodarte-Quayle, que es fácil, o disfrazarme del insecto de Vamonos Pest, la empresa de pesticida que Walter White usa como tapadera para su laboratorio de metaanfetamina:
Si me decido por el disfraz de insecto, llamo a Bryan Cranston a ver si me presta el suyo.
Pero luego me lo pienso mejor. Me acuerdo de esos domingos de resaca post fiesta con el salón pegajoso por culpa de las copas que se han caído al suelo y la cocina llena de vasos de plástico con restos de ron y con colillas dentro (amigos que fumáis, usad los ceniceros), y lo dejo para otra ocasión. O mejor, para otra casa.
Y vosotros, ¿ya habéis visto el final de Breaking Bad?, ¿organizamos una fiesta temática de series?, ¿alguien ofrece casa para la fiesta?
7 comentarios:
Hola, soy la persona a la que no le gusta Breaking Bad. Sí, había alguien y era yo.
Me siento una outsider por decir esto, casi más marciana que cuando me importaba tres pimientos la "Roja" esa (sea quien sea esa persona humana que tantas banderas ha vendido)
Yo también envidio a la gente que aparentemente sabe hacer algo maravillosamente sin invertir tiempo ni esfuerzo, pero la verdad creo que es como ese buen rollito de los rodajes: mentira cochina.
Qué engañado me ha tenido LOQUE... En fin, yo soy la persona que creía que había visto el final de Breaking bad y estaba muy cabreado pero se ha entrerado recientemente que la 5ª temporada estaba dividida en 2 partes y que lo que en realidad había visto era el final de la primera parte. Yo me decía ¿Cómo pueden decir que ese final es bueno si no es ni un final? Tanto me extrañaba que me lo miré y descubrí mi error. Estoy encantado de tener unos cuantos capítulos mas por ver (me queda muy poquito para el final). Yo me pido ir disfrazado de los dos hermanos matones que se arrastraban por el polvo con sus trajes de alpaca en peregrinación.
Un abrazote.
Fascinante final, que no ha desmerecido nada de toda la serie, que ha mantenido a todo el mundo en vilo. Hubo capítulos que uno se decía: ya está, esto no puede ir a más, ha sido el clímax total... a partir de ahora, a ver cómo se las apañan... pues sí, se las han apañado hasta ir en un crescendo de locura.
Loque, veo que eres una incomprendida. Te entiendo, en parte, porque yo llevo toda la vida quedando mal por decir que Bob Dylan canta con la nariz.
Uno, gran disfraz el tuyo, y gran excusa para comprarte un traje caro.
Sorokin, qué te voy a decir, que tienes toda la razón, y que no sé qué va a ser de nuestras vidas ahora, sin nuestra ración de metaanfetamina.
Jo, me pregunto si he perdido a Uno por esta incómoda confesión.
Sí, Bob Dylan canta con la nariz, a qué negarlo.
Umh, confieso que nunca me enganchó la serie, aunque a mi querido consorte, mogollón, aunque me dijo que el final fue predecible.
Luego, odio los disfraces... por ende, las fiestas temáticas. Ahora, hacer una fiesta temática de B.Bad debe rodar la droga un poco ¿no? nada de gelatinas azules.
Saludos
Un traje no, 2 porque iría disfrazado de gemelos.
LOQUE, no suelo valorar mucho la sinceridad pero si tu valentía. Y ¿cómo me vas a perder? La nariz de Dylan nos unirá para siempre.
Abrazos
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