¿Sirve twitter para algo más allá que para comentar Eurovisión y hacer así más sobrellevable la sucesión de baladas con crescendo vocal final?
Siempre he creído que no, hasta hace una semana. Entonces descubrí que twitter era muy útil para seguir la mejor serie de intriga política que he podido ver en los últimos tiempos. ¿House of cards?, ¿El ala oeste de la Casablanca?, ¿Veep? En absoluto. La crisis del PSOE.
Si hubo una época en la que parecía que la vida de los Borbones estaba guionizada por un escritor republicano, ahora parece que la estrategia política del PSOE está escaletada por otro guionista... militante del PP.
Repasemos los hechos.
El 15M, la abstención y que parte de sus votantes ahora prefieren a Podemos hacen que el PSOE pase por una mala racha. En las primarias sale elegido, contra todo pronóstico, un mozo de nombre insulso y pinta de galán: Pedro Sánchez. Su adversario es Eduardo Madina, un histórico que contaba con el apoyo de los "barones", los grandes nombres del partido. Pero, ojo, no todos los barones apoyan a Madina. Se dice, se comenta, se rumorea, que Susana Díaz, la baronesa de Andalucía (el bastión del PSOE) apoya a Sánchez. ¿Y por qué? Se dice, se comenta, se rumorea, que Susana está esperando su momento para hacerse con la secretaría general del partido y, mientras tanto, necesita a alguien de perfil bajo.
¿Perfil bajo? ¡Ja! Pedro está dispuesto a todo para hacerse notar. Va a cualquier programa a hacer lo que se tercie: encestar balones en "El hormiguero", jugarse la vida y de paso marcar huevada en "planeta Calleja", llamar en directo a "Sálvame"... Por el camino se lleva unas cuantas críticas y se dice, se cuenta, se rumorea, que sus compañeros de partido empiezan a estar un poco hartos de él.
Llegan las elecciones y el PSOE sigue sin levantar cabeza. Cuando Rajoy dice que intentar pactar con otros para gobernar pa qué, si van a pasar de él, Pedro (Pdr en twitter) se lanza. A la hora de dialogar mira a derecha (Ciudadanos) e izquierda (Podemos) y opta por dialogar con Ciudadanos con los que pacta una serie de condiciones. Podemos no está de acuerdo y se esfuma la opción de Pedro de convertirse en el primer presidente guapo de la historia de la democracia. El país se queda sin gobierno y toca volver a votar.
Llegan las segundas elecciones y el PSOE sigue bajando. Pero el PP tampoco tiene suficientes votos para gobernar en solitario y no le basta con los votos de Ciudadanos. Necesita al PSOE. Pdr dice aquello de "no es no". Por lógica, decir no al PP implica dialogar con Podemos (y con IU y con todos los partidos nacionalistas que andan por ahí y que sumen) o habrá que ir a terceras elecciones, cosa que nadie (a excepción quizá de los fabricantes de urnas) quiere. Entonces habla el gurú, el barón de barones: Felipe González. Y suelta que se siente herido en sus sentimientos porque él habló un día con Pdr y le había dicho que iban a dejar gobernar al PP absteniéndose.
Se convoca una reunión extraordinaria del comité federal en Ferraz donde un grupo de críticos con Pdr quieren arrebatarle la secretaría general. Tras una tarde llena de discusiones por cosas tan profundas e importantes como quién puede usar el micrófono, el sector crítico logra su objetivo: Pdr ya no está al frente del PSOE, sino una gestora. Ahora bien, a día de hoy siguen sin aclarar si se van a abstener o no. No es que los que han depuesto a Pdr lo hayan hecho por estar en contra de pactar con Podemos, los hay que quieren mantener el "no" a Rajoy. Porque al final esto no es una rebelión basada en estrategias políticas, sino una rebelión por el poder, con sus amiguismos, sus vendettas... como en Hamlet, el Rey Lear o Macbeth. Y mientras acudimos al hundimiento de un partido político histórico, el resto del país está
ocupado haciendo chistes en twitter.
Ferraz se ha convertido en el escenario de una tragedia shakesperiana. Felipe González y Susana Díaz son los malos malísimos. Felipe González es como el rey Lear, que no encuentra a nadie digno de su legado. Susana Díaz sería una Lady Macbeth andaluza. En todo este drama de dimes y diretes, de quítate tú para ponerme
yo y de dejenme hablar, que yo soy la máxima autoridad del partido...
¿quién es el bueno? Podría parecer que el bello Pdr, pero ya hemos visto
que él, como Madina, lo que quiere es el puestazo, todos luchan por la
corona... como en un drama shakesperiano. Como decían en Ricardo II:
Por Dios, sentémonos en tierra a contarnos historias tristes de la
muerte de los reyes; depuestos unos, otros matados en la guerra o
acosados por las sombras de sus víctimas o envenenados por sus esposas o
muertos en el sueño, todos asesinados. Pues en la hueca corona que ciñe
las sienes mortales de un rey, tiene su corte la Muerte.
Pero no estamos en el siglo XVII. Ya no hay duelos. Los venenos se detectan en las autopsias muy fácilmente. En la tragedia queda muy catártico que los ambiciosos sin escrúpulos
mueran al final. En la vida real los ambiciosos no acaban así, sino que logran un puesto en el consejo de
administración de Gas Natural o de Endesa. Quizá ésa sea la diferencia entre ficción y realidad.
Y vosotros, ¿quién creéis que es "el bueno" en toda esta historia?, ¿nadie en absoluto?, ¿o salvamos de la quema a Miquel Iceta porque nadie que baile con tanto sentimiento puede ser mala persona?
Last, but not least, os cuento que un texto mío, "empleo a primera vista" está representándose en Microteatro Madrid. Estará ahí todos los martes de octubre, desde las ocho de la tarde. ¡Vénganse todos!
Mantengo este blog porque si las hombreras y el flúor volvieron a ponerse de moda, ¿por qué no los blogs?
lunes, 17 de octubre de 2016
lunes, 19 de septiembre de 2016
Olimpiadas greatest hits
He vuelto.
Como los casos de corrupción a las portadas, como la programación decente a la televisión, como los fascículos absurdos a los quioscos:
No actualizo desde julio, ¡dos meses! Creo que he batido mi propio record. Y hablando de records... hablemos de las Olimpiadas (qué manera de hilar las cosas, ¿eh?). Sí, ya sé que todos hemos olvidado nuestro interés por deportes minoritarios como el bádminton o deportes simplemente aburridos como la hípica. Pero, ahora que ha pasado un tiempo prudencial, podemos decir en voz alta que el peligro ha pasado. No sé vosotros, pero yo estaba convencida de que virus zika + Brasil + deportistas desatados en la Villa Olímpica = epidemia mundial. Ya veía un "guerra mundial Z" (zeta de zika, no de zombies) en esta época del año. Pero no ha sido así. Y podemos hablar del otro lado de las olimpiadas.
Me veo en la obligación de comenzar dándoos una mala noticia. Hubiera sido precioso que la nadadora china Cha Phu Zhon existiera. Pero no. Ella sólo es un meme producto de la imaginación y el photoshop de alguien que tuvo una buena idea:
Después de ver unas cuantas horas de deportes que sólo ves porque es verano y si sales de casa morirás de un golpe de calor, llegas a una conclusión: esta gente parece que no es humana, pero sí que son humanos. Humanos cachas. Humanos sacrificados. Humanos muy competitivos. Pero humanos.
Y por eso, después de ganar tu medalla, te relajas. Y te vas con tus colegas de equipo a celebrarlo. Y bebes. Y hace mucho que no bebes, porque tú eres un nadador olímpico y lo tuyo son las bebidas isotónicas. Y el alcohol te sienta fatal. Y la lías parda. Te cuelas en una fiesta. Meas en la calle. Rompes los baños de una gasolinera, te dicen que lo pagues, dices que tú no vas a pagar nada, que tú eres medallista y además ciudadano americano, y te vas. Llegas a la villa olímpica y, con toda la resaca, decides pactar una versión de lo sucedido con el resto de tus compañeros. Como estás en Brasil, decides tirar de tópicos y te inventas que te han atracado unos hombres vestidos de policía. Das por hecho que te van a creer a ti, que por algo eres medallista. Pero no. Hay testigos de todo lo que realmente hiciste. Y acabas perdiendo a tus sponsors. Quién iba a decir que las Olimpiadas están más cerca de Resacón en Las Vegas que de Carros de fuego...
No todos los deportistas celebran sus triunfos saliendo de farra. Los hay que quieren hacer justicia poética. Es el caso de Ruth Beitia, la atleta que ya se había retirado, que decide volver a competir y acaba logrando la medalla de oro. Ruth sabe que éste es el momento que va a recordar toda su vida. Sabe que la están grabando. Que sus palabras encabezarán la edición del telediario de ese día. Y quiere agradecer públicamente la ayuda de su entrenador... pero él no está. Se ha ido con el resto de acompañantes de Ruth a tomar cervezas:
¿Y no es esto la vida? Es como Jennifer Lawrence cayéndose justo cuando va a recoger su Oscar. Como la novia que no sabe que su anillo de pedida está en el postre y se lo acaba comiendo. Como el concursante de Pasapalabra que falla la última letra. Los momentos que uno imagina con fanfarria y una banda sonora de John Williams acaban en bluf.
Dicen que el mundo se divide entre los que les gusta el Nesquick o el Cola Cao. Los que prefieren a los Beatles o a los Rolling. Café o Té. Y yo añado: aquellos que disfrutaban en su clase de gimnasia del colegio y los que hubiéramos preferido antes incluso una clase de matemáticas. Para los no deportistas, los esfuerzos de los olímpicos tienen mucho de misterio. Tú los miras desde el sofá de tu casa y no puedes evitar pensar: todo esto, total, ¿para qué?
Los grandes récords, los deportistas con fama y dinero, los que viven exclusivamente del deporte, son una minoría dentro de una masa de gente esforzada que se las apaña para trabajar y además entrenar. Todo para que el día clave sufras una lesión, el árbitro sea injusto o te toque el típico juez ruso que va a dar los diez puntos al equipo ruso. Mucho se les llena la boca a los comentaristas hablando del esfuerzo y muy poco hablan de ese elemento fundamental y escurridizo que es la suerte.
Por eso la historia de la gimnasta Carolina Rodríguez se merece una película. Una película de animación de Pixar. Rodríguez no es famosa, no protagoniza anuncios de Reebok, ni se ha llevado a casa una medalla olímpica... Ni falta que hace. Es una gimnasta veterana de estilo inconfundible, muy expresivo, acostumbrada a comunicarse con las manos porque sus padres son sordomudos. La descubre una entrenadora cuando tiene 7 años. Se hace olímpica, se va a un centro de alto rendimiento, participa en los juegos de Atenas... Lleva ya ocho años en el equipo nacional y deciden sustituirla por otra gimnasta. Carolina tiene 20 años y decide volver a su León natal. Allí su entrenadora de cuando era niña le dice que al menos se prepare para el campeonato nacional, para despedirse de la gimnasia de una forma más alegre. Lo hace tan bien que vuelven a llamarla de la selección, pero ella no quiere ir. No quiere separarse de su familia otra vez. Consigue ir a los juegos de Londres pese a una lesión y pese a entrenar por su cuenta. Queda decimocuarta. En los juegos de Río ya tiene 30 años y en un final que, ésta sí, se merece una música época de John Williams de fondo, logra el mejor puesto que ha conseguido nunca: séptima.
Y vosotros, ¿qué historia olímpica os ha llegado más a la patata?, ¿qué deporte es más aburrido de ver: la hípica o la vela?, ¿alguien colecciona los fascículos que salen en septiembre o son en realidad una tapadera de las editoriales para blanquear dinero?
Como los casos de corrupción a las portadas, como la programación decente a la televisión, como los fascículos absurdos a los quioscos:
¿Quién no quiere una Nancy vestida de Hanibal Laguna?, ¿eh?, ¿eh?
No actualizo desde julio, ¡dos meses! Creo que he batido mi propio record. Y hablando de records... hablemos de las Olimpiadas (qué manera de hilar las cosas, ¿eh?). Sí, ya sé que todos hemos olvidado nuestro interés por deportes minoritarios como el bádminton o deportes simplemente aburridos como la hípica. Pero, ahora que ha pasado un tiempo prudencial, podemos decir en voz alta que el peligro ha pasado. No sé vosotros, pero yo estaba convencida de que virus zika + Brasil + deportistas desatados en la Villa Olímpica = epidemia mundial. Ya veía un "guerra mundial Z" (zeta de zika, no de zombies) en esta época del año. Pero no ha sido así. Y podemos hablar del otro lado de las olimpiadas.
Me veo en la obligación de comenzar dándoos una mala noticia. Hubiera sido precioso que la nadadora china Cha Phu Zhon existiera. Pero no. Ella sólo es un meme producto de la imaginación y el photoshop de alguien que tuvo una buena idea:
Después de ver unas cuantas horas de deportes que sólo ves porque es verano y si sales de casa morirás de un golpe de calor, llegas a una conclusión: esta gente parece que no es humana, pero sí que son humanos. Humanos cachas. Humanos sacrificados. Humanos muy competitivos. Pero humanos.
Y por eso, después de ganar tu medalla, te relajas. Y te vas con tus colegas de equipo a celebrarlo. Y bebes. Y hace mucho que no bebes, porque tú eres un nadador olímpico y lo tuyo son las bebidas isotónicas. Y el alcohol te sienta fatal. Y la lías parda. Te cuelas en una fiesta. Meas en la calle. Rompes los baños de una gasolinera, te dicen que lo pagues, dices que tú no vas a pagar nada, que tú eres medallista y además ciudadano americano, y te vas. Llegas a la villa olímpica y, con toda la resaca, decides pactar una versión de lo sucedido con el resto de tus compañeros. Como estás en Brasil, decides tirar de tópicos y te inventas que te han atracado unos hombres vestidos de policía. Das por hecho que te van a creer a ti, que por algo eres medallista. Pero no. Hay testigos de todo lo que realmente hiciste. Y acabas perdiendo a tus sponsors. Quién iba a decir que las Olimpiadas están más cerca de Resacón en Las Vegas que de Carros de fuego...
No todos los deportistas celebran sus triunfos saliendo de farra. Los hay que quieren hacer justicia poética. Es el caso de Ruth Beitia, la atleta que ya se había retirado, que decide volver a competir y acaba logrando la medalla de oro. Ruth sabe que éste es el momento que va a recordar toda su vida. Sabe que la están grabando. Que sus palabras encabezarán la edición del telediario de ese día. Y quiere agradecer públicamente la ayuda de su entrenador... pero él no está. Se ha ido con el resto de acompañantes de Ruth a tomar cervezas:
01:30 "fui a decirle que le quería, y se había ido a tomar cervezas".
¿Y no es esto la vida? Es como Jennifer Lawrence cayéndose justo cuando va a recoger su Oscar. Como la novia que no sabe que su anillo de pedida está en el postre y se lo acaba comiendo. Como el concursante de Pasapalabra que falla la última letra. Los momentos que uno imagina con fanfarria y una banda sonora de John Williams acaban en bluf.
Dicen que el mundo se divide entre los que les gusta el Nesquick o el Cola Cao. Los que prefieren a los Beatles o a los Rolling. Café o Té. Y yo añado: aquellos que disfrutaban en su clase de gimnasia del colegio y los que hubiéramos preferido antes incluso una clase de matemáticas. Para los no deportistas, los esfuerzos de los olímpicos tienen mucho de misterio. Tú los miras desde el sofá de tu casa y no puedes evitar pensar: todo esto, total, ¿para qué?
Los grandes récords, los deportistas con fama y dinero, los que viven exclusivamente del deporte, son una minoría dentro de una masa de gente esforzada que se las apaña para trabajar y además entrenar. Todo para que el día clave sufras una lesión, el árbitro sea injusto o te toque el típico juez ruso que va a dar los diez puntos al equipo ruso. Mucho se les llena la boca a los comentaristas hablando del esfuerzo y muy poco hablan de ese elemento fundamental y escurridizo que es la suerte.
Por eso la historia de la gimnasta Carolina Rodríguez se merece una película. Una película de animación de Pixar. Rodríguez no es famosa, no protagoniza anuncios de Reebok, ni se ha llevado a casa una medalla olímpica... Ni falta que hace. Es una gimnasta veterana de estilo inconfundible, muy expresivo, acostumbrada a comunicarse con las manos porque sus padres son sordomudos. La descubre una entrenadora cuando tiene 7 años. Se hace olímpica, se va a un centro de alto rendimiento, participa en los juegos de Atenas... Lleva ya ocho años en el equipo nacional y deciden sustituirla por otra gimnasta. Carolina tiene 20 años y decide volver a su León natal. Allí su entrenadora de cuando era niña le dice que al menos se prepare para el campeonato nacional, para despedirse de la gimnasia de una forma más alegre. Lo hace tan bien que vuelven a llamarla de la selección, pero ella no quiere ir. No quiere separarse de su familia otra vez. Consigue ir a los juegos de Londres pese a una lesión y pese a entrenar por su cuenta. Queda decimocuarta. En los juegos de Río ya tiene 30 años y en un final que, ésta sí, se merece una música época de John Williams de fondo, logra el mejor puesto que ha conseguido nunca: séptima.
Y vosotros, ¿qué historia olímpica os ha llegado más a la patata?, ¿qué deporte es más aburrido de ver: la hípica o la vela?, ¿alguien colecciona los fascículos que salen en septiembre o son en realidad una tapadera de las editoriales para blanquear dinero?
martes, 12 de julio de 2016
Películas gélidas contra la ola de calor
¿Sabéis esa gente que se pasa el año diciendo que está deseando que llegue el verano?, ¿esos que afirman que es mejor pasar calor que pasar frío?, ¿esos seres que pasan las horas en la playa o la piscina tumbados en el suelo, tomando el sol como una lagartija?, ¿esa gente como él?
Pues yo no pertenezco a esa raza.
Soy una ferviente defensora del entretiempo, esa época en la que se puede salir a la calle a cualquier hora sin la sensación de estar dentro de un secador de aire caliente. Esa época que, en Madrid, dura quince días sueltos repartidos entre abril y mayo.
Si, como yo, sufrís el drama de vivir en una ciudad calurosa y, además, no tener aire acondicionado en casa, no os preocupéis. Os ofrezco un método alternativo para luchar contra la ola de calor: películas frescas. Si después de ver un capítulo de "Mad men" se tiene resaca de tanto ver beber a sus personajes (y whiskys solos, sin coca cola ni nada) estas películas ambientadas en sitios muy pero que muy fríos conseguirán lo que tu ventilador no puede: refrescarte.
Y comenzamos la lista de recomendaciones con un clásico: La cosa
Si no habéis visto esta especie de "Alien" en medio del ártico no tenéis perdón. Entretenida, tensa, con muchísimo hielo y con Kurt Russell joven y luciendo pelazo. Si la tenéis muy vista, podéis aprovechar para ver la película en la que se basa. "La cosa" es un remake de "el enigma de otro mundo", un clásico de la serie B producido por Howard Hawks que ha envejecido un poco peor que "La cosa", pero sigue siendo una película estupenda.
Snowpiercer (Rompenieves)
En un mundo apocalíptico y glacial, los únicos supervivientes son los pasajeros de un tren que no se para nunca. Pero el tren tiene sus normas y no es lo mismo ser un pasajero de tercera que de primera clase. Los de tercera viven en la miseria más absoluta, hasta que deciden rebelarse y averiguar qué es lo que se oculta en los vagones de primera clase.
Divertida, imaginativa y a ratos hasta loca, Snowpiercer demuestra que se puede hacer una película comercial que no trate al espectador como si fuera tonto. Ignoro hasta qué punto es fiel a la novela gráfica en la que se basa ("Le transperceneige"), pero sólo por ver a Tilda Swinton con dientes postizos haciendo de una especie de Margaret Thatcher tan malvada como ridícula (vamos, como Margaret Thatcher) merece la pena ver "Snowpiercer". Además, es la primera película que Bong Joon-ho, el director de "Memories of murder" dirige en Hollywood. Os recomendaría "Memories of murder", pero es calurosa y pegajosa... mejor seguir con trenes rodeados de nieve.
Transsiberian
Allá por 1904 se fundó esta línea ferroviaria que comunicaba Moscú con China. El Transiberiano sigue existiendo hoy, y pasa por sitios tan imposibles de deletrear como Novosibirsk, Krasnoyarsk o Nizhny Novgorod. Si en un viaje en AVE de Madrid a Barcelona te da tiempo a ver una película de Adam Sandler y a envenenarte con el café de la cafetería, imagina lo que te da tiempo de hacer cuando estás atravesando toda la estepa rusa. Es probable que entables conversación con otros pasajeros pero... ¿y si sospechas que esos encantadores mochileros han cometido un crimen?
Fargo
No se puede hablar de paisajes nevados y olvidarse de "Fargo". Pero estoy convencida de que todos la habéis visto. Es más, seguro que varias veces. Pero... ¿y "Fargo", la serie? Ojo, no es una adaptación, ni un remake, ni un spin of, ni un "los mismos personajes pero en el instituto". No. Digamos que Fargo, la serie, es un homenaje al universo de Fargo, la película. Su segunda temporada es, literalmente, una marcianada, pero no me canso de recomendar su primera temporada. Magistral. Y como de eso ya hablé aquí, en esta entrada, pasamos a la siguiente recomendación:
Bron/Broen
Aquí no hay nieve, pero sí lluvia. Y frío. Y muchas nubes. Y casas enormes y minimalistas habitadas por gente turbia. Todo muy escandinavo.
Bron/Broen es una coproducción entre Suecia y Dinamarca y el bron/broen del título se refiere al puente que comunica ambos países. Supongo que el sueco y el danés son algo así como el valenciano y el catalán, pues los personajes de uno y otro lado de la frontera se comunican sin problemas. De forma tan fluida que, tres temporadas más tarde, yo sigo sin saber quiénes son los suecos y quiénes los daneses.
La gran baza de la serie, aparte de esa maña que tienen los escandinavos para hacer género negro, está en su protagonista, Saga Norén:
Imaginad un policíaco con dos agentes obligados a trabajar juntos pese a que son de dos países diferentes. Él, Martin Rohde, (¿sueco?, ¿danés?, yo qué sé) es afable, regordete, empático y con tendencia a poner los cuernos a todas sus esposas. Ella es como Sheldon Cooper si Sheldon Cooper fuera una ¿sueca?, ¿danesa? policía. Saga es tan buena policía como inútil con las relaciones sociales. Y pese a lo torpe, egoísta y hasta cruel que es a veces, se le acaba cogiendo cariño.
Y vosotros, ¿qué películas gélidas recomendáis para luchar contra el cambio climático?
Pues yo no pertenezco a esa raza.
Soy una ferviente defensora del entretiempo, esa época en la que se puede salir a la calle a cualquier hora sin la sensación de estar dentro de un secador de aire caliente. Esa época que, en Madrid, dura quince días sueltos repartidos entre abril y mayo.
Si, como yo, sufrís el drama de vivir en una ciudad calurosa y, además, no tener aire acondicionado en casa, no os preocupéis. Os ofrezco un método alternativo para luchar contra la ola de calor: películas frescas. Si después de ver un capítulo de "Mad men" se tiene resaca de tanto ver beber a sus personajes (y whiskys solos, sin coca cola ni nada) estas películas ambientadas en sitios muy pero que muy fríos conseguirán lo que tu ventilador no puede: refrescarte.
Y comenzamos la lista de recomendaciones con un clásico: La cosa
Si no habéis visto esta especie de "Alien" en medio del ártico no tenéis perdón. Entretenida, tensa, con muchísimo hielo y con Kurt Russell joven y luciendo pelazo. Si la tenéis muy vista, podéis aprovechar para ver la película en la que se basa. "La cosa" es un remake de "el enigma de otro mundo", un clásico de la serie B producido por Howard Hawks que ha envejecido un poco peor que "La cosa", pero sigue siendo una película estupenda.
Snowpiercer (Rompenieves)
En un mundo apocalíptico y glacial, los únicos supervivientes son los pasajeros de un tren que no se para nunca. Pero el tren tiene sus normas y no es lo mismo ser un pasajero de tercera que de primera clase. Los de tercera viven en la miseria más absoluta, hasta que deciden rebelarse y averiguar qué es lo que se oculta en los vagones de primera clase.
Tú, sí tú, tienes que ver esta película.
Divertida, imaginativa y a ratos hasta loca, Snowpiercer demuestra que se puede hacer una película comercial que no trate al espectador como si fuera tonto. Ignoro hasta qué punto es fiel a la novela gráfica en la que se basa ("Le transperceneige"), pero sólo por ver a Tilda Swinton con dientes postizos haciendo de una especie de Margaret Thatcher tan malvada como ridícula (vamos, como Margaret Thatcher) merece la pena ver "Snowpiercer". Además, es la primera película que Bong Joon-ho, el director de "Memories of murder" dirige en Hollywood. Os recomendaría "Memories of murder", pero es calurosa y pegajosa... mejor seguir con trenes rodeados de nieve.
Transsiberian
Allá por 1904 se fundó esta línea ferroviaria que comunicaba Moscú con China. El Transiberiano sigue existiendo hoy, y pasa por sitios tan imposibles de deletrear como Novosibirsk, Krasnoyarsk o Nizhny Novgorod. Si en un viaje en AVE de Madrid a Barcelona te da tiempo a ver una película de Adam Sandler y a envenenarte con el café de la cafetería, imagina lo que te da tiempo de hacer cuando estás atravesando toda la estepa rusa. Es probable que entables conversación con otros pasajeros pero... ¿y si sospechas que esos encantadores mochileros han cometido un crimen?
Fargo
No se puede hablar de paisajes nevados y olvidarse de "Fargo". Pero estoy convencida de que todos la habéis visto. Es más, seguro que varias veces. Pero... ¿y "Fargo", la serie? Ojo, no es una adaptación, ni un remake, ni un spin of, ni un "los mismos personajes pero en el instituto". No. Digamos que Fargo, la serie, es un homenaje al universo de Fargo, la película. Su segunda temporada es, literalmente, una marcianada, pero no me canso de recomendar su primera temporada. Magistral. Y como de eso ya hablé aquí, en esta entrada, pasamos a la siguiente recomendación:
Bron/Broen
Aquí no hay nieve, pero sí lluvia. Y frío. Y muchas nubes. Y casas enormes y minimalistas habitadas por gente turbia. Todo muy escandinavo.
Bron/Broen es una coproducción entre Suecia y Dinamarca y el bron/broen del título se refiere al puente que comunica ambos países. Supongo que el sueco y el danés son algo así como el valenciano y el catalán, pues los personajes de uno y otro lado de la frontera se comunican sin problemas. De forma tan fluida que, tres temporadas más tarde, yo sigo sin saber quiénes son los suecos y quiénes los daneses.
La gran baza de la serie, aparte de esa maña que tienen los escandinavos para hacer género negro, está en su protagonista, Saga Norén:
Imaginad un policíaco con dos agentes obligados a trabajar juntos pese a que son de dos países diferentes. Él, Martin Rohde, (¿sueco?, ¿danés?, yo qué sé) es afable, regordete, empático y con tendencia a poner los cuernos a todas sus esposas. Ella es como Sheldon Cooper si Sheldon Cooper fuera una ¿sueca?, ¿danesa? policía. Saga es tan buena policía como inútil con las relaciones sociales. Y pese a lo torpe, egoísta y hasta cruel que es a veces, se le acaba cogiendo cariño.
Y vosotros, ¿qué películas gélidas recomendáis para luchar contra el cambio climático?
martes, 28 de junio de 2016
Monos y patatas cocidas
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Empezaremos con el drama de Guille. ¿Quién es
Guille?
Hoy
os voy a contar unos cuantos dramas. Por si teníais poco drama con el resultado
de las elecciones y el épico, lacrimógeno y conmovedor discurso de Rajoy justo
después.
Guille,
saluda.
Es
uno de los chimpancés que viven en el refugio para primates Rainfer,
en las afueras de Madrid. Este refugio no es tontería, tiene en sus
instalaciones a 135 primates y es el segundo más grande toda Europa. Guille
vivía en un zoo hasta que éste cerró sus puertas, momento en el que alguien se
dijo: “oye, ¿y qué hacemos con los animales?” y otro alguien tuvo una idea:
“pues los repartimos entre el personal”.
No sé a quién le cayó el marrón de quedarse con el hipopótamo, pero el caso es que Guille acabó en casa de la señora de la limpieza. Ella le cogió mucho cariño y por eso le trató como a ella le gustaría que le trataran. Le daba bollería industrial, coca-cola… y así pasaban los días los dos juntitos, ella viendo la tele y él metido en una jaula. Los días pasaron hasta convertirse en 12 años, cuando se llevaron al chimpancé. Su dueña se llevó un disgusto tremendo, para ella era su mascota. Pero la realidad es que los chimpancés no son mascotas, sino animales salvajes. Los perros y los gatos han necesitado miles de años para convertirse en animales con los que se puede convivir en una casa. No es el caso de ningún primate, que puede ser violento, que tiene colmillos, que necesita espacio, la luz del sol, criarse en una manada, comer fruta y beber agua.
No sé a quién le cayó el marrón de quedarse con el hipopótamo, pero el caso es que Guille acabó en casa de la señora de la limpieza. Ella le cogió mucho cariño y por eso le trató como a ella le gustaría que le trataran. Le daba bollería industrial, coca-cola… y así pasaban los días los dos juntitos, ella viendo la tele y él metido en una jaula. Los días pasaron hasta convertirse en 12 años, cuando se llevaron al chimpancé. Su dueña se llevó un disgusto tremendo, para ella era su mascota. Pero la realidad es que los chimpancés no son mascotas, sino animales salvajes. Los perros y los gatos han necesitado miles de años para convertirse en animales con los que se puede convivir en una casa. No es el caso de ningún primate, que puede ser violento, que tiene colmillos, que necesita espacio, la luz del sol, criarse en una manada, comer fruta y beber agua.
No
os dejéis engañar por la cara de juguete de peluche de los macacos de Berbería,
tienen muy mala leche.
Cuando
Guille llegó a Rainfer tenía el cuerpo deformado por haber pasado tanto tiempo metido
en la jaula. Huía de la luz del sol y era adicto a la coca cola. Para que
volviera a tomar agua tuvieron que ir mezclándola con coca cola gradualmente
hasta aguarla del todo.
Cuando
Seprona o la policía se incautan de animales salvajes porque se está
comerciando ilegalmente con ellos o porque están abandonados o porque se ha cerrado un zoo, los colocan donde
buenamente pueden. Si se trata de primates, los llevan a Rainfer y ahí el
Estado se desentiende de los animales. El refugio se creó gracias a un primatólogo
que tenía un terreno en el norte de Madrid y usó sus ahorros para
acondicionarlo. Ahora tienen, además, una ayuda estatal con la que alcanza para
un mes de comida. El resto lo consiguen con apadrinamientos, visitas guiadas y
recaudaciones de fondos varias. Rainfer tiene acuerdos con
universidades para impartir clases de comportamiento animal y de veterinaria y
cuando Jane Goodall visita España, allá que va. Y, sin embargo, apenas llegan a
fin de mes.
Boris,
el orangután, come lo suyo.
El
refugio está lleno de historias dignas de una película de Pixar.
Para
capturar a una cría de primate los furtivos tienen que matar a toda su familia,
ya que los simios tienen un fuerte sentido de grupo y luchan hasta el final por
sus cachorros. La vida de ese cachorro, tras ser separado de su familia, va de
mal en peor. Lo capturan para venderlo y entonces se dan tres opciones:
- - Que lo compre un particular que piensa
que es una gran idea tener un chimpancé como mascota y piense que podrá
vestirlo, pasearlo y hacerle mimitos. Eso de que sea ilegal, bah, no importa
mucho. Al principio todo será como una fantasía infantil hecha realidad porque
el cachorro es pequeño y manejable. Pero crecerá, le crecerán los colmillos,
gritará, se hará fuerte y un día atacará a su dueño, él se asustará y optará
por encerrarlo en una jaula para que no moleste. O puede que decida extirparle
los colmillos, castrarlo y/o arrancarle las cuerdas vocales, todas esas cosas se las hicieron a Yaky, otro de los chimpancés de Rainfer.
- -
Que quien lo compre quiera ganarse un
dinero amaestrando al primate para espectáculos de circo o para el audiovisual.
De nuevo, los simios no son animales domésticos y no se les puede enseñar con
refuerzos positivos, la manera de enseñarles más eficaz es a través del miedo,
con palizas o con trucos como envolver una barra de hierro con periódico. Se le
pega con esa barra de hierro, el animal aprende que el periódico es igual a
paliza y, en el número que quiera hacer (en un circo ante el público, en una
película…) el amaestrador le enseña un periódico y eso basta para que el animal
se asuste y haga lo que le pidan. Cuando un chimpancé enseña los dientes en una
foto, no está sonriendo, enseñar los dientes es muestra de miedo. Los
chimpancés Tarzán y Loti pasaron tanto tiempo encerrados en una jaula que han
tardado 9 años en superar la agorafobia y salir al jardín de Rainfer.
- - Que sea un zoo quien adquiera al animal.
Los zoos cumplen una normativa y son totalmente legales, pero su
prioridad es la rentabilidad del negocio. Esto significa que si los lémures se
hacen muy populares entre los niños por “Madagascar”, comprarán muchos lémures.
Y como son unos bichos muy tranquilos, programarán visitas de grupos dentro de sus
instalaciones, para poder hacerte fotos con un lemur subido a tu hombro, sin tener en cuenta que los lémures se pueden contagiar de
enfermedades que nosotros les transmitimos. No importa, si se mueren, se
compran más y listo.
Cuando
visitas Rainfer, más que ver de cerca a los animales, lo que haces es escuchar
a los cuidadores (voluntarios en su mayoría), que te van contando todas estas
historias. Visitad su página, donad algo, id a visitar sus instalaciones o
aconsejad al colegio de vuestros hijos que organicen una excursión. Si no lo hacéis, es que en vez de corazón tenéis una patata cocida.
martes, 14 de junio de 2016
La vida de Taylor Swift es mejor que la tuya (y lo sabes)
¡Drama!
Taylor Swift lo ha dejado con su último novio, el dj, millonario y modelo de
Calvin Klein en sus ratos libres, Calvin Harris. Podréis pensar que la
adorable Taylor lo está pasando súper mal. Error. Taylor no
sufre, eso es demasiado middle class para ella. Como si su vida
estuviera sacada de una frase motivacional de Mr Wonderful, Taylor
siempre saca el lado bueno de las cosas.
Porque Taylor tiene no tiene amigas, tiene BFF
Su
reciente ruptura es una excusa estupenda para presumir de amigas, esas
que siempre están ahí para apoyarte en los malos tiempos. Best friends forever, you know. Y por eso publica una foto con una cursi bonita tarjeta dedicada de su amiga del instituto, Abigail. Taylor es así. Pese a ser más delgada, más guapa, más rubia, más talentosa y, obvio, más rica que Abigail, aún así, sigue dejándola ser su amiga. No sé vosotros, pero yo me imagino a Abigail como una amiga/acosadora en potencia, que espera impaciente a la próxima ruptura de Taylor para correr a consolarla y así volver a ser alguien importante en su vida durante los dos o tres días que tarde en tener otra cita con un cantante/actor/modelo/dj.
Porque su instagram es el instagram que cualquiera querría tener
Todo está ahí. Las fotos con el cisne inflable antes de que hacerse fotos con un cisne inflable se convierta en moda...
Fotos
con tus amigos. Fotos con gatitos. Fotos en bikini. Fotos en lugares
paradisíacos. Fotos con otros famosos. Incluso fotos en bikini, en
lugares paradisíacos, junto a otros famosos, que son tus amigos.
Las Haim con Taylor. Les sobran los millones, pero ni un solo kilo.
Porque
vaya amistades tiene Taylor. Aparte de Abigail, la fiel y normalita
amiga de la infancia que da ese toque de "yo no he cambiado, soy la
misma de siempre y mantengo a las amigas de antes" a la cantante, ella
tiene unas amigas que son el sueño del director del "Hola". Las
conoceréis porque casi todas aparecen en el videoclip de Bad Blood. Por
25 pesetas, nombre a las famosas que reconoce en el video, 1, 2, 3,
responda otra vez: Selena Gómez, Gigi Hadid, Cara Delevingne, Ellie
Goulding, Karlie Kloss, Cindy Crawford, Jessica Alba y... ¡oh milagro, una que no está
rematadamente buena! Lena Dunham.
Porque tiene más ex que miembros los Sabandeños
Joe
Jonas, Taylor Lautner, John Mayer (sólo la lista de ex de John Mayer es
más larga que la de Taylor), Harry Styles, Calvin Harris, Jake Gyllenhaal. Yo a Jake le perdonaba
unos cuernos, que me estafara, que me anestesiara para sacarme un riñón y
venderlo en el mercado negro... pero Taylor es más tiquismiquis. Y estos
son los famosos aquí, a esta lista hay que añadir los famosos allá en
los Estates y los desconocidos como su novio del instituto.
Porque aprovecha una ruptura para componer un éxito musical
Vosotros,
humanos, morenos de ojos marrones del montón, rompéis con vuestra
pareja y atravesáis la conocida como "fase del pijama" o "fase del chándal de Chenoa":
Os han roto el corazón, y os da por martirizaros de
todas las formas imaginables. Comiendo marranadas. Bebiendo mucho.
Saliendo poco. Escuchando canciones tristes para acabar más triste aún. Pero las
auténticas triunfadoras wasp transforman su dolor en un hit de éxito internacional. En realidad ella no tiene ex novios, tiene musos.
Porque los hombres de sus videoclips no son de este mundo
Grabar
un videoclip con un tío bueno es una manera estupenda de conocer a
gente nueva cuando eres famosa en todo el planeta y no puedes darte de
alta en el Tinder. Taylor ya ha probado la táctica con estos dos dioses
del Olimpo:
Scott Eastwood
El
epítome del americano bello y sanote. Los genes de papá Eastwood son
evidentes y es fácil imaginarse a Scott cazando osos o pescando truchas
más grandes que él. También es fácil imaginárselo como a un galán de
cine clásico y, de hecho, así es como aparece en el videoclip de Taylor
Swift. Sin embargo Scott parece haber heredado el físico de su padre…
pero no el talento, y su carrera no acaba de despegar. Un detalle que
olvidamos en cuanto miramos una foto suya.
Candidato número 1 a futuro ex de Taylor Swift.
Sean O’Pry
Modelo
internacional de cara dulce como la miel. Ha hecho campañas para todas
las marcas de relumbrón (Versace, Calvin Klein, Armani…). Antes de
aparecer en el videoclip de “blanck space” de nuestra amiga Taylor, Sean
ya hizo sus pinitos en el género, en la canción “girl gone wild” de
Madonna, junto a Jon Kortajarena y un buen puñado de modelos bellísimos.
Aunque si quisiéramos enumerar a todos los buenorros que han aparecido
alguna vez en un videoclip de Madonna necesitaríamos todo un post.
Candidato número 2 a futuro ex de Taylor.
Apuesto a
que el próximo amor de Taylor va a ser uno de estos dos. Es más, antes de que llegue septiembre Taylor tiene un novio nuevo, ya se sabe que cuando llega el calor las chicas se enamoran, es la brisa y el sol (¿quién decía esto?, ¿Bécquer?, ¿Rubén Darío?, ¿Sonia y Selena?). ¿Y vosotros?, ¿también créeis que las amigas de Taylor Swift parecen la liga femenina de las juventudes hitlerianas?, ¿creéis que es tan adorable y perfecta que algo oculta, quizá cadáveres en la parte trasera de su jardín?, ¿quién será su próximo novio?
BREAKING NEWS
Resulta que la moza YA tiene nuevo ligue y es... (redoble de tambores) ¡Tom Hiddleston! Confirmado por la prensa seria, es decir, por The Sun.
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Resulta que la moza YA tiene nuevo ligue y es... (redoble de tambores) ¡Tom Hiddleston! Confirmado por la prensa seria, es decir, por The Sun.
martes, 31 de mayo de 2016
Los niños son dadá
Hay gente de la que no me fío.
No me fío de la gente que lleva mocasines sin calcetines. Ni de los que prefieren el té al café, ni de los que dicen que no les gusta el queso.
Tampoco me fío de aquellos que dicen que no les gustan los niños. A los recién nacidos les faltan unos meses de horno, eso es cierto. Y los adolescentes son, en general, insoportables. Pero en medio, entre que los bebés son capaces de sujetarse la cabeza por sí mismos y el día en que se hacen fans de Violetta, hay una fase maravillosa. Los niños descubren el mundo y, en el camino, dicen toda clase de tonterías. Lo que no entienden, se lo inventan.
Ya le hubiera gustado a Mihura escribir algo como esto:
No sé qué me gusta más, si ese quiebro clásico de todo estudiante de “me preguntas por los búhos, pero sé poco de los búhos, así que voy a hablar de las vacas” o el torrente de absurdos: “la vaca tiene seis lados”, “la cabeza sirve para que le salgan los cuernos y, además, porque la boca tiene que estar en algún lado” y no olvidemos que a la vaca “las patas le llegan hasta el suelo”, no como al resto de seres vivos, que las patas no les llegan hasta abajo y por eso van por ahí flotando.
Aparte del talento innato infantil para el absurdo, los niños tienen una gran capacidad para decir la verdad a lo loco, sin eufemismos y sin piedad. Que se lo pregunten a James Breakwell, blogger y padre de cuatro niñas, que comparte los greatest hits de sus criaturas en las redes sociales. Cosas como llamarle feo a la cara:
¿Por qué se maquilla mamá?
Para estar guapa.
Pero ella ya es guapa
Sí.
Papá, tú sí que deberías maquillarte.
¿Quién se comió las galletas?
Los ninjas.
No los vi.
Nadie los ve.
Tocado y hundido.

¿Qué pasa cuando mueres?
Vas al cielo.
No, que qué pasa cuando tú te mueres, ¿heredamos tus cosas?
Los niños son inventivos. Son descarados. Demasiado sinceros. Imaginativos. Y precisamente para sacar partido de esa época en la que la imaginación sustituye a la experiencia, el profesor César Bona (sí, el que estuvo seleccionado para ser elegido el mejor profesor del mundo) diseñó un ejercicio. Se trataba de elegir palabras que los niños no conocían y decirles que probaran a deducir cuál podía ser su significado. Así uno se entera de que “denigrante” es un emigrante que viene de Denia, que “fantoche” es una mezcla de fanta de naranja y ponche o que los filólogos se dedican a estudiar los filos de las cosas.
Cuando saltó la noticia de estas definiciones surrealistas hubo quien vio en ellas una muestra de lo mal que está el sistema educativo. Qué desastre, que los niños se piensan que los urólogos envasan uranio. No es así. No es que los niños sepan qué significan las palabras y las empleen de forma errónea. Una criatura de 10 años no usa conceptos como denigrante o flatulencia. Pero mediante este ejercicio ejercitan su capacidad de análisis, su imaginación, su capacidad deductiva. De forma natural, todos buscan en la raíz de la palabra su significado, algo muy útil, por ejemplo, cuando aprendes un idioma nuevo e improvisas palabras buscando así el vocabulario que todavía no te sabes.
Viendo el ejercicio que Bona ideó para sus alumnos una se acuerda de “Juego de niños”, ese concurso que debería volver a la televisión (y, puestos a pedir, que vuelvan también “Redes” y “Confianza ciega”). Por si acaso sois gente jovencísima que nació después del 90 os digo dos cosas: la primera, que os odio; la segunda que la dinámica de “Juego de niños” consistía en averiguar, gracias a las pistas que unos niños daban, a qué concepto, país, personaje… se referían. Los niños, todo hay que decirlo, tendían a irse un poco por las ramas y, de paso, contaban que si su abuela se iba a morir porque “tenía una pupa en el culo”:
Y vosotros, ¿de quién desconfiáis?, ¿de los que prefieren la Pepsi a la Coca Cola?, ¿de los que están morenos en invierno?, ¿queréis que vuelva “Juego de niños” o echáis más de menos “Cifras y letras” o "Confianza ciega"?
No me fío de la gente que lleva mocasines sin calcetines. Ni de los que prefieren el té al café, ni de los que dicen que no les gusta el queso.
Tampoco me fío de aquellos que dicen que no les gustan los niños. A los recién nacidos les faltan unos meses de horno, eso es cierto. Y los adolescentes son, en general, insoportables. Pero en medio, entre que los bebés son capaces de sujetarse la cabeza por sí mismos y el día en que se hacen fans de Violetta, hay una fase maravillosa. Los niños descubren el mundo y, en el camino, dicen toda clase de tonterías. Lo que no entienden, se lo inventan.
Ya le hubiera gustado a Mihura escribir algo como esto:
No sé qué me gusta más, si ese quiebro clásico de todo estudiante de “me preguntas por los búhos, pero sé poco de los búhos, así que voy a hablar de las vacas” o el torrente de absurdos: “la vaca tiene seis lados”, “la cabeza sirve para que le salgan los cuernos y, además, porque la boca tiene que estar en algún lado” y no olvidemos que a la vaca “las patas le llegan hasta el suelo”, no como al resto de seres vivos, que las patas no les llegan hasta abajo y por eso van por ahí flotando.
Aparte del talento innato infantil para el absurdo, los niños tienen una gran capacidad para decir la verdad a lo loco, sin eufemismos y sin piedad. Que se lo pregunten a James Breakwell, blogger y padre de cuatro niñas, que comparte los greatest hits de sus criaturas en las redes sociales. Cosas como llamarle feo a la cara:
¿Por qué se maquilla mamá?
Para estar guapa.
Pero ella ya es guapa
Sí.
Papá, tú sí que deberías maquillarte.
¿Quién se comió las galletas?
Los ninjas.
No los vi.
Nadie los ve.
Tocado y hundido.
¿Qué pasa cuando mueres?
Vas al cielo.
No, que qué pasa cuando tú te mueres, ¿heredamos tus cosas?
Los niños son inventivos. Son descarados. Demasiado sinceros. Imaginativos. Y precisamente para sacar partido de esa época en la que la imaginación sustituye a la experiencia, el profesor César Bona (sí, el que estuvo seleccionado para ser elegido el mejor profesor del mundo) diseñó un ejercicio. Se trataba de elegir palabras que los niños no conocían y decirles que probaran a deducir cuál podía ser su significado. Así uno se entera de que “denigrante” es un emigrante que viene de Denia, que “fantoche” es una mezcla de fanta de naranja y ponche o que los filólogos se dedican a estudiar los filos de las cosas.
Cuando saltó la noticia de estas definiciones surrealistas hubo quien vio en ellas una muestra de lo mal que está el sistema educativo. Qué desastre, que los niños se piensan que los urólogos envasan uranio. No es así. No es que los niños sepan qué significan las palabras y las empleen de forma errónea. Una criatura de 10 años no usa conceptos como denigrante o flatulencia. Pero mediante este ejercicio ejercitan su capacidad de análisis, su imaginación, su capacidad deductiva. De forma natural, todos buscan en la raíz de la palabra su significado, algo muy útil, por ejemplo, cuando aprendes un idioma nuevo e improvisas palabras buscando así el vocabulario que todavía no te sabes.
Viendo el ejercicio que Bona ideó para sus alumnos una se acuerda de “Juego de niños”, ese concurso que debería volver a la televisión (y, puestos a pedir, que vuelvan también “Redes” y “Confianza ciega”). Por si acaso sois gente jovencísima que nació después del 90 os digo dos cosas: la primera, que os odio; la segunda que la dinámica de “Juego de niños” consistía en averiguar, gracias a las pistas que unos niños daban, a qué concepto, país, personaje… se referían. Los niños, todo hay que decirlo, tendían a irse un poco por las ramas y, de paso, contaban que si su abuela se iba a morir porque “tenía una pupa en el culo”:
Y sí, ésa rubia oxigenada es Loles León.
Y vosotros, ¿de quién desconfiáis?, ¿de los que prefieren la Pepsi a la Coca Cola?, ¿de los que están morenos en invierno?, ¿queréis que vuelva “Juego de niños” o echáis más de menos “Cifras y letras” o "Confianza ciega"?
martes, 17 de mayo de 2016
Malos de película V: Griselda Blanco
¿Quién es esta mujer?
-
Una cantante de rancheras que siempre canta al
amor y al dolor
-
La fundadora de una secta destructiva tope chunga.
-
La reina de la cocaína
Os presento a Griselda Blanco. Tuvo una vida digna de
folletín. Hija de madre soltera, el padre se desentendió de madre e hija y acabaron
viviendo en una barriada. Pobres como las ratas, la madre solía dar palizas día
sí, día también, a su hija. La chavala, espabilada, se buscaba las castañas y a
la tierna edad de 11 años roba carteras y lidera una pequeña banda con la que secuestra
a un niño de una vecina urbanización rica y pide rescate por él. Lo retiene
durante 15 días y es ella quien lo mata cuando no reciben el rescate esperado. Tras
la última y brutal paliza que le propina su madre, Griselda se va a la ciudad y
sobrevive prostituyéndose hasta que se casa con Carlos Trujillo. Tienen tres
hijos y delinquen con robos, estafas… Trujillo muere de cirrosis y Griselda
vuelve a casarse. Con Alberto Bravo, su segundo marido, se inicia en el negocio
por excelencia en Colombia: la cocaína.
Pero Griselda y Alberto sólo son unos narcotraficantes más,
así que, como los científicos en España, ellos deciden emigrar a otro país que
les brinde más oportunidades. Se van a Estados Unidos, a Nueva York. Y empiezan
a ganar dinero a espuertas. Griselda, empresaria emprendedora e innovadora, es
quien empieza a usar mulas para introducir la coca en los USA. Pero la policía
de Nueva York les hostiga, el matrimonio pasa por una crisis y Alberto Bravo se
vuelve a Colombia. Decidida a aclarar la situación de su matrimonio/sociedad
criminal, Griselda viaja a Medellín. Su
marido la recibe en un aparcamiento, rodeado de sus sicarios. Griselda
también llega con sus matones. Empieza un tiroteo (así son las discusiones
maritales entre narcotraficantes), Alberto muere y Griselda sobrevive. Vuelve a
Estados Unidos pero a otra zona con menos competencia y menos policía. A una
ciudad turística y soleada: Miami.
Y allí Griselda se convierte en la auténtica reina de la
cocaína. La llaman “la madrina”.
Que conste que esta película NO es un biopic sobre Griselda
Blanco.
Griselda arrebata el negocio de la cocaína a los cubanos
afincados en Miami (¿os acordáis de “El precio del poder”, pues de esa época
estamos hablando) y hace las cosas a su estilo. Si te retrasas en los pagos a
la madrina, ella manda a sus sicarios a que te peguen una paliza. Si no pagas,
te matan. Y su mejor sicario, su mano derecha, es Jorge Rivera, también
conocido como Riverito o Rivi. Él sabe que cuando mandan matar a alguien
también caen sus familiares y hasta los hijos. Incluso si son niños.
Griselda sigue confiando en el amor y se vuelve a casar con un
tal Darío Sepúlveda. Tienen otro hijo. Y… ¿cómo creéis que le llamó?
-
Michael Corleone, en honor a su película
favorita
-
George Washington, en honor al país que la
convirtió en millonaria
-
Dólar, en honor a su cosa favorita
Aunque Griselda cree en el amor, el amor no cree en
Griselda. Su relación con Darío empeora. Él quiere para Michael Corleone (así llamó a su hijo) una
vida fuera de las drogas, mientras que la madrina quiere que su hijo herede su
imperio, que para algo le ha bautizado como lo ha hecho. Sepúlveda decide
entonces huir a Colombia y llevarse con él a su hijo. Mala idea. Griselda manda
a sus matones que lo busquen y lo asesinen. Tercer marido muerto y segundo
asesinado por ella. Griselda ya es conocida como la viuda negra. Pero la
madrina sabe disimular, hasta acude a los funerales de las personas que ha
mandado matar. Llora. Es una gran actriz. Ante su hijo jura que encontrará a
quienes asesinaron a su padre.
La policía de Miami, escasa en los años 70, luego ineficaz,
después corrupta, por fin se limpia y organiza y empieza a cercar a Griselda y
Rivi. Los detienen en 1985. Desde la cárcel la madrina continúa organizando su
imperio. Compra a los funcionarios y espera paciente al día en que salga libre.
Y mientras tanto… recibe cartas de un traficante de poca monta, Charles Cosby. Empiezan
a llamarse a diario y, la primera vez que él va a visitarla, ella le mete la
lengua hasta la campanilla. Él, pese a tener la edad de sus hijos mayores y un
pésimo gusto en el vestir…
A él le gustaban las cadenas tochas de oro y los mocasines sin calcetines, a ella los coleteros gigantes. Estaban hechos el uno para el otro.
…será el último amor de Griselda y en quien ella confíe para
ejecutar sus órdenes y ocuparse de la educación de Michael Corleone, un
adolescente en esos años.
Griselda tiene sus breves e intensos encuentros amatorios
con Charles al módico precio de 1.500 dólares, dinero que pagaba a los
funcionarios porque les dejaran diez minutitos a solas en la zona de visitas.
Pero estar en la cárcel tiene sus consecuencias. Tanto los
competidores de Griselda (entre ellos Pablo Escobar) como la fiscalía buscan
hundirla. Sus enemigos matan a sus dos hijos mayores y la fiscalía negocia
con Rivi, con su testimonio creen que lograrán mandarla a la silla
eléctrica.
¿Se rindió la viuda negra? Para nada. ¿Qué plan creéis que
ideó Griselda para salir de ésta?
-
Mandar matar a Rivi.
-
Huir de prisión a través de un túnel que le
construían los propios funcionarios.
-
Mandar secuestrar a John John Kennedy y negociar
así su liberación.
Sí, amigos, Griselda quería secuestrar al bello John John
(¿a quién se le ocurrió llamar a su hijo Juan Juan?). Su absurdo plan se
desbarata cuando Charles se asusta y negocia con la policía. Todos traicionan a
la madrina.
Pero aquí no se acaba la historia de la viuda negra. El
proceso de instrucción de su caso se ve manchado por varios escándalos. Rivi y
Charles habían tenido relaciones sexuales con algunas miembros de la fiscalía y
esto hizo que todo el proceso se pusiera bajo sospecha. Al final Griselda cumple su condena y vuelce a Colombia.
Es el año 2004. Allí resiste doce años, escondiéndose de sus enemigos. Hasta
que en 2012 dos motociclistas le pegan dos tiros. La madrina tenía 69 años,
todo un récord para una profesión, la de capo del narcotráfico, con una media
de vida muy corta.
Si queréis saber más sobre Griselda, Rivi, Charles Cosby y
el loco Miami de los 80, ved los documentales “Cocaine cowboys” de Netflix.
Canela fina.
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