martes, 21 de agosto de 2018

Escritores que acaban cayéndote mal

Leer es viajar a mundo ocultos. Es vivir dos veces. Es soñar. Bueno, basta. Dejemos de lado las frases que se le ocurriren a Paulo Coelho cuando se pierde por los pasillos de su casa de chorrocientos millones. Leer también provoca sentimientos menos bonitos que soñar con los ojos abiertos mientras viajas a mundo ocultos. Yo he llegado a coger manía a algunas personas por culpa de sus libros... Adivinad a quién:

Cuentos escogidos, Shirley Jackson

El año pasado leí "Siempre hemos vivido en el castillo". Había oído hablar de Shirley Jackson, sabía que su obra había influido en muchos escritores de terror de la actualidad... y poco más. Pero "Siempre hemos vivido en el castillo" no es un libro de terror al uso. Genera más bien inquietud, intriga, lo lees con el presentimiento de que algo malo pasó o pasará. Y todas esas sensaciones sin necesidad de violencia, ni sangre, ni grandes giros dramáticos. A Shirley Jackson no le hacen falta grandes fuegos de artificio para insinuar. Y ahí está la clave, te da unos elementos (los justos), un ambiente, lo narra con sencillez y el resto lo va rellenando el lector con sus propios temores.


Ese mismo mecanismo es el que emplea en "Cuentos escogidos". En "El amante endemoniado", una mujer espera a su novio, con el que se va a casar ese mismo día. Pero él no aparece, y ella le busca por la ciudad, esperando que lo peor no se confirme. En "La bruja", un niño, su hermana pequeña y su madre viajan en tren. Un hombre inicia una conversación aparentemente inocente con el niño, pero no lo es en absoluto. En "La muela", una mujer adormilada, dolorida y hasta arriba de codeína, hace un viaje en autobús desde su pueblo natal hasta Nueva York, para ir al dentista a que le quiten esa muela que la tortura. En el viaje se duerme, se despierta, a su lado se sienta un desconocido que le dice palabras sin sentido.

Shirley murió joven, no tenía aún cincuenta años, como Carmina Ordóñez y, como ella, tenía problemas con las adicciones. Tuvo cierto éxito en vida, sus cuentos se publicaban y cosechaban buenas criticas. Por cómo habla de su familia en "cuentos escogidos", se deduce que llevaba una vida hogareña alegre y caótica (tenía cuatro criaturas):

Es mucho más fácil, me parece a mí, escribir una historia que afrontar con éxito los millones de problemas y enfados cotidianos que surgen en una casa cualquiera y ayuda bastante (en particular si hay niños alrededor) si puedes verlos a través de un velo agradable de ficción. 

Pero no era así. Según sus biógrafos, su marido le fue infiel muy a menudo, controlaba sus cuentas e intentaba controlarla también a ella, manteniéndola en casa, haciendo que sólo se ella se ocupara de sus hijos (cuatro, repito) un modo muy eficaz de obligarla a escribir menos. A Shirley Jackson no le gustaba hablar de sí misma o de su proceso creativo, pero la obesidad, los fármacos, la bebida, morir joven y escribir relatos de terror cotidiano nos cuentan ya mucho de cómo vivió. Jackson sólo logró escapar de sus terrores diarios escribiendo sobre ellos. Hace muchos años que murió, pero me hubiera gustado tomarme un té con pastas en su casa impecable tipo Mad men o, mejor aún, sacarla por ahí a tomar San Franciscos y Cosmopolitans, que buena falta le hacía salir. 

Marte rojo, de Kim Stanley Robinson

Hace unas semanas saltaba la noticia de que se había encontrado agua en Marte. Yo no sé a qué están esperando las naciones del mundo para mandar naves tripuladas para allá, ¿a encontrar vida inteligente?, ¿ruinas de unas pirámides?, ¿un Papizza abierto?

Tenemos que espabilar con el tema de viajar a Marte, ya en el año 1992 se publicó este libro sobre una primera colonización del planeta rojo:


"Marte rojo" en la primera parte de una trilogía centrada en el proceso de terraformación del planeta. Al rojo del primer título le siguen "Marte azul" y "Marte verde". La historia comienza con los primeros 100. Ellos, científicos y astronautas, preparan el planeta para la llegada de más colonos, teniendo en mente que la meta final es transformar Marte y convertirlo en un lugar habitable. Pero no todos están de acuerdo con el objetivo final. Unos creen que no tienen derecho a alterar de una forma tan radical el planeta; otros piensan que es la única opción posible o las futuras generaciones morirán por la radiación. Pero a esos problemas se suman otros: ¿cómo organizarse en un mundo nuevo,? ¿y si es la oportunidad para empezar de cero y no repetir los errores del pasado?:

"Hemos venido a Marte para siempre. Vamos a hacer no solo nuestros hogares y nuestra comida, sino también nuestra agua y el aire mismo que respiramos... todo en un planeta donde faltan estas cosas. Podemos hacerlo; tenemos una tecnología que manipula la materia hasta el nivel molecular. ¡Una capacidad en verdad extraordinaria! Y, sin embargo, algunos de los que están aquí pueden aceptar transformar la total realidad física de este planeta sin intentar cambiarnos a nosotros mismos o nuestra manera de vivir. Somos científicos del siglo veintiuno en Marte, pero al mismo tiempo, vivimos dentro de un sistema social del siglo diecinueve, basado en las ideologías del siglo diecisiete. Es absurdo, es disparatado, es... es... ¡no es cientifico! Y digo que entre todas las cosas que transformaremos en Marte, tendríamos que estar nosotros y nuestra realidad social. No sólo hemos de terraformar Marte; tenemos que terraformarnos nosotros mismos.

"Marte rojo" es una novela muy ambiciosa. No me puedo ni imaginar la labor de documentación que Kim Stanley Robinson llevó a cabo para explicar el viaje a Marte, su geografía, la manera de organizarse y de sobrevivir de los primeros 100... A eso se suman las discusiones casi filosóficas de los personajes sobre cómo comportarse en el planeta (mis favoritas), las descripciones del paisaje marciano (las partes más aburridas), y la trama de relaciones de poder entre los primeros 100. El libro abarca mucho, a veces fascina, otras cansa... pero lo recomiendo a cualquiera con un mínimo de interés en la ciencia ficción. Y si alguna vez coincidiera con Robinson (no es tan imposible, al menos está vivo), me encantaría oírle hablar de todo lo que sabe de ciencia, de Marte, de viajes interestelares... seguro que sabe hasta de macramé.


La pierna perdida del capitán Acab, varios autores

Mi método para seleccionar mi próxima lectura podría llamarse "ventolera". Voy decidiendo según la cantidad de libros pendientes que queden en la balda de libros pendientes, según si voy o no a la biblioteca, según recomendaciones o, simplemente, según me dé.

Buscando en el catálogo online de la biblioteca municipal me encontré con esta recopilación de cuentos con personajes lisiados de una u otra forma y me dije: "éste para casa":


"La pierna perdida del capitán Ahab" contiene relatos de Espronceda, Turguénev, Henry James, Balzac, Kipling, Arlt, H.G. Wells, Maupassant... Mucho autor del siglo XIX y principios del XX, la mayoría de ellos clásicos. Sin embargo el libro es muy irregular. Los cuentos de Maupassant o James son unas maravillas; el de Espronceda, divertido; los de Conrad y Balzac unos muermos y el resto... pues la verdad, ni me acuerdo.

Uno de los relatos me impresionó más que todos los demás y creo que seguiré recordándolo mucho tiempo: "Mumu", de Turguénev. Es la historia de un campesino grande como una torre y sordo  como una tapia obligado a dejar su pueblo natal para servir en la casa de la señora en la capital. Sus problemas para comunicarse y su físico imponente acaban aislándole, su único amigo es un perro que es quien da título al cuento. La historia es tan trágica y tan conmovedora como suele serlo la novela rusa, con sus siervos que aguantan lo inaguantable, señores caprichosos y estúpidos y una capacidad para emocionar que ríete tú de Pixar. Por supuesto, ahora quiero leerme más cuentos de Turguénev (maldita ventolera).

El motel del voyeur, Gay Talese

La portada de este libro está mal:


En realidad "el motel del voyeur" es obra de Gay Talese y de Gerald Foos. Talese, uno de los padres del denominado "nuevo periodismo" junto a otros autores como Tom Wolfe o Truman Capote, ya es un hombre famoso cuando Foos contacta con él y le cuenta que posee un motel que ha remodelado para poder mirar a sus ocupantes. Talese visita a Foos, ve con sus propios ojos el motel y hasta espía junto a él. Pero no puede publicar nada ya que el voyeur se niega a que su nombre aparezca. Cuando Foos se retira y vende su motel acepta que su nombre se haga público, en parte por pura vanidad, porque está orgulloso de sus años de voyeur y hasta se ve a sí mismo como un estudioso del comportamiento sexual del ser humano, comparable al informe Kinsey (Foos dejó de lado el nimio detalle de que él no era un investigador siguiendo un método científico, sino un mirón).

Talese vuelve a entrevistarse con él, revisa las notas de Foos y el resultado es este libro, que llega con polémica, no sólo por el tema que trata, sino porque posteriormente Talese afirma no fiarse del todo de su única fuente: Foos.

Si Foos es una fuente fiable o no, ni lo sé ni me importa demasiado. El problema con "El motel del voyeur" es que bebe demasiado del diario de Foos, más de la mitad del libro son las notas de un hombre que admite que no sabe escribir demasiado bien. Talese aporta algo de estructura, detalles sobre la vida de Foos y poco más. A lo largo de sus años como voyeur, él no sólo ve a parejas, algún que otro trío y hasta sexo en grupo... también presencia varios delitos. De hecho, un hombre que traficaba en el motel mata a su pareja acusándola de robo, después de que Foos (que cree que espiar está bien, siempre y cuando no te pillen, pero no soporta el tráfico de drogas) entre en la habitación, robe la droga y la tire. Foos también presencia cómo un chico de 17 años abusa de su hermana de 14... ¿y qué hace? Nada en absoluto. El propio Talese pone como condición averiguar qué sucedió con el homicidio antes de publicar el libro. No averiguan nada, quizá porque las notas de Foos se equivocan en las fechas, o quizá porque mentía demasiado, pero es que Talese ni se molesta en averiguar algo sobre la violación. Por no molestarse, ni tan siquiera se molesta en entrevistar a las esposas, ambas cómplices en su voyeurismo. Tras leer el libro acabas con la sensación de que Foos es un mirón, un ególatra, un delincuente y un auténtico capullo integral y Talese... alguien que quiso seguir adelante con su libro porque ya le habían dado un adelanto.

Y vosotros, ¿también acabáis teniendo manía a algunos escritores por culpa de sus libros?, ¿a quiénes?,  ¿algún otro libro de Gay Talese merece la pena o puedo tenerle manía por siempre jamás? Contadme...

5 comentarios:

Sorokin dijo...

Zas. Nada más empezar ya me has dado con uno de mis más detestados autores: Paulo Coelho. Podría añadir Carlos Ruiz Zafón e incluso Pérez Reverte, pero me voy a retener. De los libros que citas, alguno me tiene buena pinta. Y, por supuesto, Maupassant y James son dos de mis autores favoritos. A Talese no lo soporto tampoco. Cosas que pasan

el convincente gon dijo...

Por un momento he pensado que quien te había caído mal era Shirley Jackson y me ha dado un vuelco el corazón: "¿cómo es posible?" Pero luego he seguido leyendo y ya lo he entendido bien. ¡Shirley Jackson no puede hacer otra cosa más que molar! En mi casa somos (soy) muy fans.

No sé si lo sabes pero en octubre o noviembre la editorial Minúscula va a reeditar " La maldición de Hill House", que ahora mismo solo se puede encontrar en librerías de segunda mano (normalmente ediciones un poco chungas) o en bibliotecas. En librerías de nuevo quedan algunos restos de una edición de Valdemar de 2008 pero en la propia web de la editorial aparece como "no disponible". En resumen: buenas noticias. Ya solo queda que traduzcan las novelas inéditas en España.

Esti dijo...

Sorokin, Maupassant es lo puto más. En el recopilatorio de cuentos había dos suyos que ya había leído hace un buen porrón de años y me sigue dejando boquiabierta.

Gon, compraré "La maldición de Hill House" rauda y veloz. También me han comentado por ahí que Minúscula (viva Minúscula, tres hurras por ellos) editó otra recopilación de Jackson, "deja que te cuente". Estoy por escribirles y pedirles que me hagan un descuento o algo.

Sorokin dijo...

Supongo que uno de esos dos que dices de Maupassant es "El Horla". Y si no lo es, ya te lo estás agenciando

Esti dijo...

Sorokin, los cuentos de Maupassant eran "La mano" y "El tullido", ten en cuenta que el tema común de la antología eran los lisiados. "El Horla" lo leí hace ya unos cuantos años, es maravilloso. Por no hablar de "Bola de sebo", otro clasicazo.