¿Practicaban los osos amorosos el poliamor?
Poliamor. Ojo, que no poligamia, ni relación abierta. Según una tal Lola que afirma encontrarse "en un poliamor jerárquico con cuatro parejas, con una de las cuales estoy casada y convivo", el poliamor consiste "en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada, consciente y ética". Si ya es difícil encontrar una pareja estable... ¡imagínate dos o tres!
Quizá la definición de Lola no aclare mucho las cosas, así que recurramos a los maestros de la palabra, a los escritores. Comencemos con una recia señora del XIX, periodista, corresponsal, escritora, activista... llamada María del Carmen Ramona Loreta de Burgos, más conocida como Carmen de Burgos. Se casó a los 16 años, pero el marido le era infiel, así que Carmen coge a su hija, abandona al marido y empieza a trabajar como periodista. Se hace un nombre, organiza tertulias... y en una de ellas conoce a un estudiante de 19 años, un tal Ramón Gómez de la Serna. Ramón y Carmen están juntos durante casi 20 años. Pero en 1929, la hija de Carmen, María (de los Dolores Ramona Isabel) está de bajona tras su separación y se refugia junto a su madre. Para entonces Gómez de la Serna ya es un autor consagrado y consigue para María (de los Dolores y bla, bla, bla) un papel en su última obra de teatro. Y es entonces cuando María (de los Dolores y tal) y Ramón se lían. ¿Poliamor?, ¿triángulo chungo? Voto por lo segundo.
Quizá Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir se acercaran más a eso del poliamor. Al menos ya vivieron en el siglo XX y eran los más modernos del lugar. Tan existencialistas, tan liberales, tan franceses, tan tolerantes, tan "Jean Paul líate con quien quieras que yo haré lo mismo". Aquí había trajín y consenso, ahora bien: ¿qué hay de la ética? Pues poquita. Llamadme tiquismiquis pero yo veo muy turbio que Sartre adoptara a una de sus jóvenes amantes y la nombrara heredera universal. Unos años más tarde, Beauvoir haría lo mismo con otra amante.
Si hay un escritor que practicó el poliamor a tope, ése fue Robert Graves. Sí, el de "Yo, Claudio".
Allá por los años 20, Graves está casado con Nancy Nicholson y aún no le interesa la novela histórica, sino la poesía. Escribe poesía, lee poesía, sueña poesía... y así llega a Laura Riding, poeta norteamericana que le fascina y con la que empieza a cartearse. Graves y Riding, además, escriben juntos obras de títulos tan atrayentes como "estudio de la poesía modernista" o "panfleto contra las apologías". Laura viaja a Inglaterra. Cualquiera pensaría que conocer a Graves en persona sería una bajona...:
Graves es el señor sexy de la derecha. Los otros tipos sexys son Sartre y Gómez de la Serna.
Pero no. A Laura toda la familia Graves le encantó, tanto Robert como Nancy. Forman un trío al que ellos mismos llaman "la trinidad". Hasta aquí todo consensuado, consciente y ético. Pero, ojo cuidado, que tenemos a dos poetas intensos formando el triángulo... Empieza a haber tensiones por los caracteres de Robert y Laura. La cosa se complica cuando Laura se enamora (oh, sorpresa) de otro poeta, un tal Geoffrey Phibbs, con quien también colabora escribiendo un libro (escribir libros de poesía a pachas, el tinder de los años 20). Así que Laura sugiere a Geoffrey que se sume a su trío, ahora convertido en cuarteto. Él acepta. Y por un tiempo viven "felices los cuatro", que diría Maluma. Pero Geoffrey empieza a notar que su corazón no late por todos de forma generosa y consensuada, sino por Nancy. Laura se entera, se lo toma poéticamente (es decir, mal) e intenta suicidarse. No lo consigue (y eso que se tiró desde un cuarto piso), acaba hecha un cristo y Robert opta por divorciarse de Nancy.
Robert y Laura deciden volver a empezar y para eso escogen Deià, que en aquel entonces no estaba llena de alemanes, sino de payeses y pinos y casitas de piedra. Allí, Graves escribe sus libros sobre el emperador Claudio y Laura y él viven una época de relativa calma. Pero llega la guerra civil y los dos se exilian con la idea de volver en cuanto sea posible. Se refugian en Suiza, Francia, Gran Bretaña... y Estados Unidos. Allí Laura conoce en persona a Schuyler Jackson, un crítico literario con el que llevaba tiempo escribiéndose. Sí, sé lo que estáis pensando y sí, habéis acertado. Laura se enamora de Schuyler, que resulta que está casado y vuelve a montarse una tragedia griega. La esposa de Schuyler sufre una crisis mental, Laura deja a Robert y se casa con Schuyler. Y Robert, que también sufre una crisis nerviosa, quizá escaldado del poliamor en general y de las poetas intensas en particular, se casa con Beryl Hodge. Una mujer tranquila, licenciada en filosofía y de buena familia, con ella tiene cuatro hijos. ¿Final feliz? Para nada.
Robert vuelve a las andadas, a buscarse musas (curiosamente mucho más jóvenes que él), entre ellas mi favorita es Aemilia Laracuen. Esta muchacha de nombre sacado de "Juego de tronos" tenía treinta y siete años menos que Robert y un pasado truculento, se comentaba que había acuchillado a su primer marido y que ella iba diciendo por ahí que "fue fácil, como hundir un cuchillo en un pastel". Graves se obsesiona con Aemilia, y ella, al principio fascinada con el escritor, acaba hartándose de ejercer de musa/enfermera y dice cosas como que "Robert sufría de la próstata, lo que convertía el sexo en algo laborioso". Todo esto, por supuesto, mientras Robert sigue casado con Beryl. Robert regala una casa en Deià a Aemilia, casa donde vivía uno de sus hijos con su familia, por cierto. Tras muchas discusiones familiares, Robert compra otra casa para Aemilia, pero ni así logra retenerla. Finalmente, Graves se divorcia de su mujer, sigue a Aemilia a México, donde ella se había trasladado... todo se va al traste cuando ella se enamora de otro hombre (20 años más joven que Aemilia, además) y Robert ingresa en un hospital, taquicárdico perdido.
Quizá Robert Graves, Laura Riding y compañía deberían haber vivido en el siglo XXI, donde hay una organización para todo, también para el poliamor: https://poliamormadrid.org, sin ir más lejos. Como el Batman de los años 60, donde todo era bat-algo (batmóvil, batcueva, batseñal), en poliamormadrid organizan poli-eventos, a donde supongo que las poliparejas acudirán en sus policoches.
Y vosotros, ¿sois o habéis sido poliamorosos?, ¿quizá poliamorosos jerárquicos?, ¿sabíais que los Osos Amorosos se llaman Cariñositos en Sudamérica?, ¿y que a Tarta de Fresa la llaman Frutilla?
7 comentarios:
Ya sabía yo que iba a caer el tal Maluma "vamoasé, vamoasé felise loh cuatro". El poliamor ha existido siempre, lo que pasa es que no tenía nombre. Había tipos que tenían dos familias a la vez y ponían un piso a una querida fija. Matrimonios abiertos, también, de esos que el maromo dice, "seamos un matrimonio abierto" (Porque quiere follarse a la vecina) lo malo es cuando le entran unos celos tremendos porque ella, abriendo el matrimonio, ha empezado un lío con su profe de spinning, y, claro, a él le comen los demonios.
Como no soy enamoradiza ni me creo las convenciones del amor romántico no creo que me pase. Pero, oye, bienvenidas sean las alternativas de las relaciones humanas quien las quiera.
Pues verás, no te voy a contar mi vida, en la cual sí ha habido episodios poliamorosos como los que cuentas, aunque con resultados más bien catastróficos, pero bueno, eso son cosas que pasan. De Sartre, ahora comprendo por qué estaba bizco. De mirar a las dos mujeres al mismo tiempo. Y de Simone, te contaré que, cuando yo vivía de estudiante en París, una amiga chilena, fascinada por el brillo intelectual de la Beauvoir, le pidió una cita. Salió escopeteada, porque la Simone no solo era poliamorosa, es que trabajaba a pelo y a pluma o, como se dice en francés, "à voile et à vapeur" (a vela y a vapor).
Juli, me encanta el "seamos un matrimonio abierto" cuando quiere decir "me abro yo, pero tu no".
Sorokin, queremos saber de tus episodios poliamorosos, no seas tímido...
Yo en esto como en casi todo recurro a mi formación en la sesión contínua: "Demasiadas cuerdas para un violín" me enseñó siendo muy jóven los peligros del poliamor por lo que decidí combatirlo enérgicamente con promiscuidad y orgía o, si era necesario, con infidelidad física. Antes había contrastado mi posicionamiento con las difentes aproximaciones al tema de la Copla, mi otro gran referente. Por resumir me quedo con Bambino: cómo se puede querer dos mujeres a la vez y no estar loco.
Tal y como está el precio de la vivienda, el poliamor es inevitable.
No conocía la historia de Gómez de la Serna. Flipante. Con esa carita de tertuliano intenso de la Sexta que tenía el tío... (¿parecido razonable con Pedro J?).
En estas historias veo un 10% de poliamor y un 90% de infidelidades de toda la vida, también veo que si te quieres ligar a un poeta hay que escribir un libro con él que tenga un título muy pretencioso.
Claro que después de lo que has contado, a ver quién quiere liarse con un poeta, a menos que no te importe terminar teniéndole en casa a él, a sus tres amantes (jóvenes y guapas aunque él sea un cardo) y hasta a los niños del segundo matrimonio del primer marido de alguna de ellas.
¿Para cuando una serie tipo "Padres forzosos" con este tema?
Uno, Bambino era un sabio y, efectivamente, todo está en la copla.
Gon, compañeros de piso y además amantes... no sé yo. He compartido piso muchos años y con mucha gente y si nos peleábamos por la factura del teléfono y por los turnos de limpieza, imagina si además llegamos a intercambiar fluidos. Aquello hubiera acabado como Puerto Hurraco.
Loque, veo un "Poetas forzosos" en Netflix, ¿les vendemos la idea?
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