No me fío de la gente que lleva mocasines sin calcetines. Ni de los que prefieren el té al café, ni de los que dicen que no les gusta el queso.
Tampoco me fío de aquellos que dicen que no les gustan los niños. A los recién nacidos les faltan unos meses de horno, eso es cierto. Y los adolescentes son, en general, insoportables. Pero en medio, entre que los bebés son capaces de sujetarse la cabeza por sí mismos y el día en que se hacen fans de Violetta, hay una fase maravillosa. Los niños descubren el mundo y, en el camino, dicen toda clase de tonterías. Lo que no entienden, se lo inventan.
Ya le hubiera gustado a Mihura escribir algo como esto:
No sé qué me gusta más, si ese quiebro clásico de todo estudiante de “me preguntas por los búhos, pero sé poco de los búhos, así que voy a hablar de las vacas” o el torrente de absurdos: “la vaca tiene seis lados”, “la cabeza sirve para que le salgan los cuernos y, además, porque la boca tiene que estar en algún lado” y no olvidemos que a la vaca “las patas le llegan hasta el suelo”, no como al resto de seres vivos, que las patas no les llegan hasta abajo y por eso van por ahí flotando.
Aparte del talento innato infantil para el absurdo, los niños tienen una gran capacidad para decir la verdad a lo loco, sin eufemismos y sin piedad. Que se lo pregunten a James Breakwell, blogger y padre de cuatro niñas, que comparte los greatest hits de sus criaturas en las redes sociales. Cosas como llamarle feo a la cara:
¿Por qué se maquilla mamá?
Para estar guapa.
Pero ella ya es guapa
Sí.
Papá, tú sí que deberías maquillarte.
¿Quién se comió las galletas?
Los ninjas.
No los vi.
Nadie los ve.
Tocado y hundido.
¿Qué pasa cuando mueres?
Vas al cielo.
No, que qué pasa cuando tú te mueres, ¿heredamos tus cosas?
Los niños son inventivos. Son descarados. Demasiado sinceros. Imaginativos. Y precisamente para sacar partido de esa época en la que la imaginación sustituye a la experiencia, el profesor César Bona (sí, el que estuvo seleccionado para ser elegido el mejor profesor del mundo) diseñó un ejercicio. Se trataba de elegir palabras que los niños no conocían y decirles que probaran a deducir cuál podía ser su significado. Así uno se entera de que “denigrante” es un emigrante que viene de Denia, que “fantoche” es una mezcla de fanta de naranja y ponche o que los filólogos se dedican a estudiar los filos de las cosas.
Cuando saltó la noticia de estas definiciones surrealistas hubo quien vio en ellas una muestra de lo mal que está el sistema educativo. Qué desastre, que los niños se piensan que los urólogos envasan uranio. No es así. No es que los niños sepan qué significan las palabras y las empleen de forma errónea. Una criatura de 10 años no usa conceptos como denigrante o flatulencia. Pero mediante este ejercicio ejercitan su capacidad de análisis, su imaginación, su capacidad deductiva. De forma natural, todos buscan en la raíz de la palabra su significado, algo muy útil, por ejemplo, cuando aprendes un idioma nuevo e improvisas palabras buscando así el vocabulario que todavía no te sabes.
Viendo el ejercicio que Bona ideó para sus alumnos una se acuerda de “Juego de niños”, ese concurso que debería volver a la televisión (y, puestos a pedir, que vuelvan también “Redes” y “Confianza ciega”). Por si acaso sois gente jovencísima que nació después del 90 os digo dos cosas: la primera, que os odio; la segunda que la dinámica de “Juego de niños” consistía en averiguar, gracias a las pistas que unos niños daban, a qué concepto, país, personaje… se referían. Los niños, todo hay que decirlo, tendían a irse un poco por las ramas y, de paso, contaban que si su abuela se iba a morir porque “tenía una pupa en el culo”:
Y sí, ésa rubia oxigenada es Loles León.
Y vosotros, ¿de quién desconfiáis?, ¿de los que prefieren la Pepsi a la Coca Cola?, ¿de los que están morenos en invierno?, ¿queréis que vuelva “Juego de niños” o echáis más de menos “Cifras y letras” o "Confianza ciega"?
10 comentarios:
¡Qué bueno! Lo que puede soltar la lógica natural de un crío es la leche. Lástima que nos eduquen y pastoreen en "el sentido común" de nuestra cultura. Nos matan la imaginación. Yo no confío en las personas que vienen a hablarte de dos en dos: Suelen ser testigos de Jehová o beneméritos. En cualquier caso, hacerse el nativo del país del Ikea.
Fabulosos los niños. La imaginación que muestran es desbordante. Supongo que te acuerdas de la "Antología del disparate" que publicó un profe con las respuestas más imaginativas que había encontrado en sus exámenes. Sin duda eran niños mayores que los de tu post, pero también tenían algunas buenas ideas, como eso de "Ejemplo de gallinácea que no sea la gallina: El pollo" O decir que las partes de un insecto son tres: "in-sec-to". Pero prefiero a los más críos como esos que cuentas.
Me encanta lo del búho-vaca. Aunque lo había leído antes ahora me empieza a parecer demasiado bien escrito. Claro que puede ser muy bueno en Lengua y fatal en Biología.
Aunque sus observaciones sobre que las patas llegan hasta el suelo deberían figurar en cualquier manual al respecto.
Ahora hay un anuncio en que unos niños (supuestamente) describen las maravillas de un papel higiénico. Qué pena, porque no han captado para nada las cosas que se les ocurren a los infantes y me hace echar de menos "Juego de niños".
Cómo añoro a los gallifantes y hasta esos niños con "babys" que descubrían ante el mundo que a su padre le caía mal, no sé, Julio Iglesias... (será por lo de los mocasines sin calcetines, como bien sabes)
Yo desconfío mucho de los que ponen el móvil encima de la mesa cuando has quedado para cenar y hablar...
Trabajé una vez con párvulos de una escuela de la ONCE y no paré de reir y llorar todo el día.Recuerdo uno que de mayor quería ser Presidente y otro que quería ser piloto. ¿Tu estás loco? -le dijo un tercero- ¿quieres matarnos a todos?... Otro, que ya había puesto una bombilla, quería ser electricista y la mas indecisa acabó por confesar que quería ser karateka.
Yo desconfío especialmente de cualquier tipejo que lleve las llaves sujetas a una cadena, que sale ostentosamente de su bolsillo. También si en vez de cadena es una cinta o correa, pero un poco menos.
Yo desconfío de la gente demasiado cuadriculada, demasiado sonriente, demasiado buenos días. Ese buenos días que no falla nunca, nunca, ni siquiera el peor día de su vida.
De los que llevan calcetines a rombos.
De los que les incomoda si no eres feliz todo el rato.
De los que no les gusta inventarse palabras.
De los que llevan las llaves del coche en la mano.
De los que engañan al amor de su vida. En lo que sea.
De los que han cambiado tanto que no queda ni un mínimo rastro de lo que fueron.
De los que se mueren de risa viendo los porrazos que se dan otros. Y siguen. Y siguen.
De los que no saben encender un fuego.
De los moños demasiado tirantes.
De los desconfiados por defecto.
Respecto a las ocurrencias de los niños y los campos semánticos creativos, sólo puedo decir un par de cosas:
http://madreconcarne.blogspot.com.es/2016/04/sofismo-etimologico.html
http://madreconcarne.blogspot.com.es/2016/04/mision-imposible-ii-fatal-attraction.html
Juli, Madreconcarné, Cal... hacéis bien en desconfiar de los que se pasan el rato pendientes del móvil, vienen de dos en dos y se acercan para hablarte y de los que llevan calcetines con rombos. Y ya si esos dos que se acercan llevan calcetines con rombos, ¡¡¡huid!!!
Uno, Loque, Sorokin, mi primito cuando tenía 4 años y era adorable (ahora también es adorable, pero es adolescente, no es lo mismo) vio a su madre preparando la mochila, el baby... le preguntó qué hacía y ella le contó que su colegio empezaba en unas semanas. Mi primo se quedó mirando a mi tía flipando y le dijo: "pero si ya estuve el año pasado". Lo dicho, la lógica infantil es lo más.
Yo desconfío de la gente que dice que no recuerda su infancia.
Muy bien traído lo de Mihura. Las frases de los cuermos de las patas son puro él.
"... de los cuernos Y de las patas..."
El texto de la vaca e absolutamente genial. Mi madre trabajó como maestra y yo me deleitaba en mi adolescencia en ayudarle a corregir los exámenes. Nunca olvidaré la respuesta a la pregunta "Nombre los huesos de la mano": y responde -"hueso, huesito y huesitico".
Umh, creo que mis sentimientos hacia los niños es ambiguo, a veces los amo y a veces me parecen insoportables, pero sin duda tienen la chispa de la primera mirada, cuestión que les permite ser más flexibles y creativos para abordar cualquier cosa nueva.
De acuerdo con lo de desconfiar de los que no les gusta el queso, los mocasines sin calcetines, de acuerdo... antes desconfiaba de los que no les gustaba beber, pero ahora bebo menos, ¿pero que no les guste? eso es sospechoso.
Saludos
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