martes, 2 de julio de 2013

Cómprate una tele para ver Master Chef

Este post va dedicado para una amiga, J., que es tan moderna que ha ido a clases de costura. Es tan moderna que va a los sitios en bici. Tan moderna que se ha atrevido a teñirse de rubio platino, a cortarse el pelo a lo garçon y hasta a llevarlo largo y de su tono natural. Es tan, pero tan hipster, que no tiene televisor.

Para ella, pobrecita mía, va esta guía sobre el reality de moda: Master Chef.
¿Y por qué mola Master Chef?

1. Porque es blanco sin ser ñoño.
Es un programa para todo el mundo. El sueño de todo programador de televisión desde que Médico de Familia reunía a toda la ídem frente al televisor. Y sin necesidad de ñoñadas. Y sin Emilio Aragón. Ni Lidia Bosch. Ni la hija adolescente aquella que crecía 30 centímetros de un capítulo a otro.

2. Porque ver cocinar mola
Y los que hemos visto Canal Cocina subyugados sin importarnos que prepararan entresijos, tripas de cordero o pezones de Venus, lo sabemos bien.

3. Porque se aprende.
Croquembuche. Ñoquis esferificados. Solomillo Wellington. Volcán de chocolate. Leche de tigre. Reducir. Emplatar. Napar.
¿Que no sabéis lo que es? Pues haber visto el programa.

 ¿Bolitas de mozzarella?, ¿pezones de Venus? No, son ñoquis esferificados.



4. Porque hay un casting estupendo

Quién quiere casarse con mi hijo no sería nada sin un fabuloso casting de freaks (y sin un montaje creativo, que ríete tú de Eisenstein). Todo reality necesita que sus protagonistas tengan carácter, esto es así. En Master Chef tenemos a:

La cordobesa abandonada. Eva, cocinera y simpatiquísima, sonríe hasta cuando cuenta que su novio la dejó una semana antes de entrar en el programa. Que resulta que el tío llevaba con ella 6 años y 4 con otra y al final (el muchacho debía ser indeciso) se decidió por la otra. Y lo cuenta partida de risa mientras cocina una lasaña con salsa de mango que se te saltan las lágrimas.

Bizcochito aka Fabián, pipiolín de 18 años y experto repostero. Redicho como todo niño superdotado, tuvo el valor de llamar a uno de sus platos "Primavera en Japón", pero se lo perdonamos porque dijo que era un honor haber cocinado para Rafael Álvarez el Brujo, el "David Guetta" de su generación.

El discreto que acabará ganando. Un perfil típico de reality es ése que, a la chita callando, acaba llevándose el premio. Y aquí probablemente sea Juan Manuel, camarero de Almería que cocina que te mueres y que tiene la personalidad de un ficus. Yo, como guionista y amante del conflicto y de la justicia poética, quiero que gane Eva.

José David, el trepa.  ¿Quién no ha cogido manía a ese típico alumno que levanta la mano en clase para decir que él se sabe la respuesta? Pues ése es José David. Venía un chef y José David tenía su libro de recetas. Hablaban de una técnica culinaria digna de ingeniero aeroespacial y José David la conocía. A unos trozos de tomate los José David los llama pétalos de tomate. Era ese concursante al que amas odiar pero al que compadeces cuando echan.

El cuñado gracioso. Cerezo, un tío bruto que seguro anima las Nochebuenas familiares con chistes malos al estilo Arguiñano. Chulo, encantado de haberse conocido, pero también ingenioso, capaz de soltar grandes verdades de la vida cuando le nominan: "como diría OBK, ¿de qué  me sirve llorar?".

Los Depeche Mode españoles.

La señora que no se calla ni bajo el agua. Ésa es Maribel, la experta en cocinar alcachofas de 3.000 maneras diferentes y que si no dijo unas 37 veces por programa que era de Benicarló, no lo dijo ni una. De timbre de voz agudo e insoportable, podías imaginártela en su casa (en Benicarló) echando la bronca a sus hijos y a su marido mientras cocinaba un arroz con alcachofas. Sus ataques de risa histérica a mitad de plato y su ataque de nervios ante el reto del ñoqui esférico fueron míticos.

El chef de voz chenchual. Jordi Cruz, miembro del jurado, y que podría dedicarse al doblaje si Hacienda le cierra los restaurantes.
Jordi Cruz te recita su carta al oído y caes en sus brazos.

Pepe Rodríguez, el chef con pinta de charcutero. Nada sofisticado, devoraba los platos de los concursantes a cucharetones y se contuvo más de una vez de lamer los platos. Mantenía un coqueteo surrealista con Maribel, su debilidad, a la que dedicó una despedida über adorable, al decirle que si no fuera por las amas de casa como ella, nadie se dedicaría profesionalmente a la cocina.

La amante de los trajes de Torretta. Samantha Vallejo Nájera era la jurado menos natural, la que más ha tardado en encontrar su sitio en el programa. Seca pero sin la mala baba y la personalidad que hacen falta para ser un jurado de los que imponen. Eso sí, en el programa lució toda una colección de modelitos divinos.

Y por el camino se quedaron otros muchos concursantes como Efrén, el hombre que todas queremos adoptar, dulce y blandito como el perrito Tristón; Clara, la cocinera que tenía conquistado a Jordi Cruz, que seguro está esperando a que acabe el concurso para invitarla a salir o José Luis, el funcionario entrañable al que se le saltaban las lágrimas cuando le expulsaron.

Esta noche se acaba Master Chef y nuestras noches de los martes estarán vacías. Habrá que llenarlas de ñoquis esferificados. Y vosotros, ¿habéis visto Master Chef?

7 comentarios:

Claudia Hernández dijo...

Le echaré un vistazo, gracias a ti he visto mis reality más "guilty pleasure" que se puedan imaginar y siempre es binvenido otro. Estuve un Madrid y vi un príncipe para Corina y me dormí a los10 minutos. Qué decepción después de ver Quién quiere casarse con mi hijo y Princesas de barrio.
Saludos

Esti dijo...

Pues "Quién quiere casarse con mi hijo" volverá en otoño!
Yo ya soy fan de la madre que dijo que "el seso es malo, hacerlo todos los días da anemia".

Amiga R. dijo...

Pues ganó Juan Manuel (o como se llame) que yo quería que ganara él porque lloré cuando contó lo de su padre (las hormonas, ya sabeis) y entonces estaba de su parte a tope. Es a la cocina lo que Rosa de OT a la canción. Gordito, sosainas, buena gente, entrañable... Compro.

En cuanto a la final... pues un poco sosainas, oiga. Y Ferrán Adriá debería no beber cuando va a salir en television, porque se le entendía solo la mitad de lo que decía.

En fín... que ya estoy esperando la segunda edición y el libro de recetas de Juan Manuel (o como se llame).

Uno dijo...

Lo he visto algunos días. Y me he enterado que ha ganado ese malahe.
Pero tengo una exclusiva:El sábado 22 de junio entré yo desesperado a un Chino a por velas para tarta de cumpleaños cuando vi que una cabaretera de aquellas del charlestón con pluma y todo me acaparaba al chino con sus pesquisas. Cuando se volvió la cabaretera vi que no era tal sino la chef jueza del programa, seguramente vestida por Torreta para una boda. ¿Qué hacía de esa guisa a las 7 de la tarde en un chino? Evadir algo, seguro.

Un abrazo

Esti dijo...

Erre, Adriá habla así, como raruno, siempre. Te lo digo yo que me tragué los cinco reportajes sobre el Bulli que pusieron en la 2.

Uno, ¡¡¡exclusivón!!!! Samantha compra en los chinos, para que luego digan que siempre hay que cocinar con materia prima de calidad.

loquemeahorro dijo...

Pues muy pocas veces, lo que sí sé es que Jordi Cruz no es el de la foto, que no digo que no sea el pie de foto correcto pero que o bien tiene más photoshop que las portadas de los discos de los 80 de Sara Montiel, o es que la vida le ha tratado muy mal.

De la tal Samantha se podrían decir muchas cosas, como que estirarse tanto el pelo no puede ser bueno y que en su programa en Canal Cocina da todo un recital de como intentar parecer simpática, sin conseguirlo ni una sola vez.

Juli Gan dijo...

Pues debo ser una de las pocas "teleevidentes" que no se ha tragado masterchef. Es que ni dos minutos. Con la gracia que me hacía el programa underground de Eva Arguiñano. ¿Y dices que salía una vástaga de los Vallejo-Nagera? ¿Del psicópata, digo psiquiatra? Uh.