miércoles, 5 de septiembre de 2018

A los elefantes ni tocarlos

El logaritmo de youtube me conoce bien. No se puede decir lo mismo del de Netflix (como has visto "El alienista", te recomendamos "Villaviciosa de al lado") o del de Spotify (que en recomendaciones semanales ya me ha sugerido tres veces "Mister policeman" de Leticia Sabater).  Pero el de youtube me ha calado. Lo abro y ahí están los títulos de los videos pensados para mí: "baby gorilla cuteness", "peanut eating baby orangutan", "newborn goat Hector makes friends with barn kittens", "pit bull dog is terrified of pineapple"... y así todo.

Así que antes de visitar el Elephant Park de Chiang Mai, mis expectativas eran estas:


Yo quería lo mismo, pero sin barro y sin impermeable lila. Pocos colores peores que el lila.

Espoiler: no pasó.

Nada más llegar al parque de elefantes te dejan bien claro que tú estás ahí para mirar, no para tocar. Eres un voyeur, punto. Cada grupo de turistas sigue a una guía que en cuanto nota que un elefante se acerca un poco indica a todos que hay que apartarse.

El mayor momento de roce humano-elefante se da en la comida. Sacan unas cajas azules repletas de trozos de fruta (no trocitos de fruta tamaño macedonia, sino trozos tamaño elefante, como una piña partida en dos) y los turistas, situados tras las vallas de las instalaciones del parque, cogemos los trozos de fruta y se las damos a los elefantes. Ellos huelen con la trompa, con suerte te rozan un poco la mano y se zampan las frutas. Ahí estábamos todos: ingleses, franceses, italianos y un montón de españoles gritones compitiendo por alimentar a los elefantes cuando uno de ellos debió pensar: ¿por qué les sigo el rollo a esta panda de guiris? Decidió eliminar al intermediario (nosotros) y con su trompa volcó una de las cajas de fruta:


Los elefantes disfrutaron del buffet libre hasta que este valiente recuperó lo que quedaba de la caja de fruta:


¿Y por qué los gerentes del Elephant Park son tan crueles y nos privan del placer de revolcarnos sobre el barro con un Dumbo?, ¿por qué no nos dejan grabar nuestro propio video viral? Por esta perogrullada: los elefantes son animales salvajes. Que sus orejas grandes y su cara de buena gente no os despisten: son salvajes y, además, gigantescos. Tan gigantescos que cuando mean aquello tiene la potencia de los cañones de agua de los antidisturbios. Un animal salvaje es imprevisible, ingobernable. Ninguno se domestica a base de premios y golosinas. Si a mí me ha costado años (y varios rascadores repartidos por toda la casa) conseguir que mi gato no arañe el sofá, ¿cómo se las apañan para domar a un animal salvaje? Otra perogrullada: a golpes.

Al proceso por el que se domina a un elefante se le llama "romper el espíritu". El primer paso consiste en separarles de sus madres y sus manadas cuando son crías. Después se les encierra en jaulas y se les golpea, luego les racionan la comida y la bebida y así hasta que el animal se vuelve dócil. Estas burradas se hacen con cualquier especie salvaje, como bien cuentan en Rainfer, el refugio de primates de Madrid donde recogen a animales supervivientes de circos, zoos cutres o incluso del mundo del espectáculo (clicad aquí para llorar un poco con sus historias).

Antiguamente, en Tailandia usaban a los elefantes como animales de tiro. Hoy en día aún se saca provecho económico de ellos ofreciendo paseos turísticos a lomos de elefantes. Así que, si viajáis a Asia y queréis ver elefantes de cerca, no participéis en una industria basada en la tortura animal. Los elefantes empleados para los paseos también han sido "domesticados", también les han roto el espíritu. Tailandia ofrece otras opciones, hay varios refugios como Elephant Park, que acogen a animales que han sido usados como animales de tiro o para pasear a turistas, y que ahora son mayores para seguir trabajando.

Podría pensarse que el elefante que decidió que él era más de autoservicio que de esperar a que los turistas le dieran media piña era el animal con más carácter del Elephant Park. Pero no. En Tailandia hace mucho calor y cuando el sol aprieta, los elefantes usan hojas para protegerse la cabeza, formando una especie de sombrero. Cuando visité el Elephant Park era época de monzón, el cielo estaba encapotado, hacía calor, pero no sol... Pero eso, a él, le dio igual: 

El sombrero me queda bien y me lo pongo sea temporada o no.

Last, but no least, ¡estamos de estreno! Ya hace unos meses me dieron el premio CEPA 2018 de novela juvenil y el libro en cuestión: "Loser", ya está a la venta en la página de la editorial Tandaia. Todavía no hay fecha para la presentación, pero será en breve y, por supuesto, os avisaré.

Y vosotros, ¿cuál es vuestra experiencia con los animales salvajes?, ¿habéis conocido a alguno que sea un esclavo de la moda, como el elefante con sombrero?

6 comentarios:

el convincente gon dijo...

A mí el algoritmo me desespera: si busco UN puto vídeo de una receta (por ejemplo), las tres cuartas partes de las recomendaciones pasan a ser recetas y a lo mejor durante semanas y semanas a pesar de que no vuelva a buscar ninguna receta (odio cocinar); y lo peor es que por culpa de esa puta receta, el algoritmo me deja de hacer recomendaciones de otras cosas (por ejemplo canales sobre libros) a las que he dedicado mucho más tiempo a lo largo del año. Además, nunca me descubre canales molones, solo mierda. Los canales molones los descubro haciendo búsquedas por mi cuenta.

En cuanto a los animales, todos los animales son salvajes, gatos y perros incluidos. Y ninguno se merece lo de esos pobres elefantes.

Sorokin dijo...

Vaya por delante mi enhorabuena por el premio. Luego, en cuanto a elefantes, debo hacer constar que entre ellos y yo, en Tailandia hubo complicidad y entendimiento. Ya sé que es cruel usarlos de montura, pero ¿qué quieres? no me pude resistir. Me dí un paseo en una elefanta que se llamaba "Tom-Tom" y que estaba empeñada en hacer carreras con los otros elefantes, mientras un servidor se agarraba al asiento como un desesperado. Luego le di unos plátanos que se comía enteros, la tía, sin pelar ni nada. No sé si luego tuvo acidez

Juli Gan dijo...

Huy, elefantes. Demasiado grandes para que los insignificantes humanos creamos dominarlos. Una vez vino un circo a mi barrio y solíamos ver al elefante pastar la hierba de al lado del colegio ¡Menudas calvas que dejaba en el suelo!. A un crío le cogió el estuche con la trompa y se lo masticó. Después de ver eso a menos de un metro, pondría más distancia.Lo de los algoritmos es una pesadez. Eso de tener el pc a disposición de toda la familia hace que después a ti te salgan todo el rato filtros de piscina baratos en todas las webs que visitas. Quien dice filtros de piscina dice bicicletas de montaña, muñecas, o cualquier cosa que hayan buscado desde tu ordenador familiar.

gorka dijo...

Romper el espiritu. Joder...

Esti dijo...

Gon, te aseguro que mi gato no es nada salvaje. Su mayor aventura consiste en salir al rellano, subir al quinto piso, olisquear un poco y, cinco minutos después, volver a casa.

Sorokin, no quiero ni imaginarme lo que debe ser tener acidez siendo elefante. ¿Qué les darán, un almacén entero de Omeprazol?

Juli, yo es que soy una inconsciente. Porque no he ido nunca a un safari ni nada parecido, pero podría salir en las noticias como la típica turista imbécil que perdió un brazo por acariciar a un león que le pareció "muy rico".

Gorka, la expresión da escalofríos.

Uno dijo...

El algoritmo si que es salvaje. Y cansino.
Como soy basicamente una persona desinformada subí a un fuerte de la India a lomos de un elefante sin saber de su pasado. Añadir que en Kenia vi a un elefante cabreado (con otro elefante o elefanta) cargarse 5 0 6 árboles como el que recoge amapolas.
Presente usted ya que me va a pillar de vacaciones.