martes, 31 de octubre de 2017

Los incas, la miniserie

La semana próxima se estrena "Oro", la nueva película de Agustín Díaz Yanes basada en la expedición de Lope de Aguirre buscando El Dorado. El mismo episodio inspiró "Aguirre o la cólera de Dios" de Herzog, "El Dorado", de Saura, y un buen montón de novelas y hasta obras de teatro. La búsqueda de oro obsesionó a los conquistadores españoles, luego a los colonos ingleses que emigraron a Estados Unidos y, por lo visto, también a los productores de cine actuales. Y, sin embargo, la época de la conquista está repleta de episodios cinematográficos, fascinantes. Muchos contados en esta maravilla:

Seiscientas paginazas, aviso.

"La conquista de los incas", de John Hemming, lo podréis encontrar en bibliotecas porque... oh, desgracia, su edición en castellano está descatalogada. Aquí tenéis tres episodios que se merecen una super producción, en formato miniserie o en lo que surja.

El secuestro de Atahualpa

Francisco Pizarro se asocia con Hernando de Luque y Diego de Almagro para explorar las tierras de la costa oeste de Sudamérica. Pizarro encabeza una expedición de más de dos años por una tierra desconocida, comiendo poco o nada, sin antibióticos, sin automóviles, sin un techo bajo el que dormir. Ellos intuían que debía existir un imperio similar al azteca en la zona, ya que iban encontrándose con indígenas que lucían joyas de oro. Cuando llegan al Tahuantinsuyo (el imperio inca) deciden seguir las mismas tácticas que llevaron a Hernán Cortés a conquistar el imperio azteca, a saber: el ataque por sorpresa y el divide y vencerás.

Lo segundo es bien fácil, el imperio inca se encuentra en ese momento en plena guerra civil entre dos hermanos candidatos al trono: Atahualpa y Huáscar. Por el momento iba ganando el primero, el segundo se había replegado, pero seguía vivo. Organizan un encuentro en Cajamarca con Atahualpa. El inca, sin contacto alguno con los aztecas, y feliz después de su victoria contra Huáscar, estaba tan tranquilo, había oído hablar de esos hombres raros con barba, pero no le preocupaban lo más mínimo. Pizarro y los suyos, sin embargo, pasan la noche previa al encuentro muertos de miedo. Ellos sí saben que se enfrentan a un imperio, que están en tierra extranjera y que son menos.

Atahualpa entra en Cajamarca con un séquito de tres mil personas, exhibiendo su poder de monarca absoluto, representante del Dios Sol. A su encuentro salen el fraile Valverde y un intérprete, que traduce el requerimiento, un documento que los conquistadores estaban obligados a leer ante los indígenas para solicitarles su conversión. Hoy nos parecerá todo una excusa muy burda para quedarse con las tierras, el oro, la plata y esas cositas... pero era la justificación moral de la conquista y avalada por el Papa, ni más ni menos. Por supuesto, Atahualpa no entiende a qué viene aquello y cuando Valverde le ofrece una biblia, la arroja al suelo.

Pizarro y los suyos están escondidos en puntos estratégicos de la plaza de Cajamarca. Atacan por sorpresa, al grito de "¡Santiago!". Son muchos menos que el séquito del inca pero cuentan con armaduras, arcabuces y caballos. Matan a los acompañantes del inca y secuestran a Atahualpa, quien ofrece a cambio de su libertad un rescate en oro y plata. Pasan meses hasta que se reúne el rescate y, mientras tanto, Atahualpa se las apaña para dar órdenes a los suyos, a los que manda matar a Huáscar. Deja pasar así una oportunidad de reunir fuerzas incas para enfrentarse a los conquistadores, pero es que él siempre pensó que su enemigo era Huáscar. Estar secuestrado es aburrido y Atahualpa  aprende castellano, hace buenas migas con Hernando Pizarro y echa las horas muertas jugando al "taptana", un juego de mesa inca similar al ajedrez.

Por veinte soles, quince si regateas, te llevas a casa un ajedrez de incas contra conquistadores.

Llega el rescate y toca tomar una decisión: ¿qué hacer con Atahualpa? Son más los que prefieren eliminar al inca, entre ellos el propio fraile Valverde. Sin el inca no hay poder capaz de unificar a su pueblo (recordemos el "divide y vencerás") y así podrán elegir ellos como su sustituto a alguien de la familia real a quien poder manipular. Francisco Pizarro aprovecha la ausencia de su hermano Hernando, de viaje a España, para organizar un Consejo de Guerra contra Atahualpa, al que se acusa de idolatría, poligamia, incesto... Se le condena a muerte y se aplica el garrote. Supongo que en ese momento, antes de que le ahogaran, Atahualpa se dio cuenta de quién era el auténtico enemigo.

Episodio 2: Las 550 páginas de Bartolomé de Las Casas

La ejecución de Atahualpa fue todo un escándalo en la Corte. Una cosa era matar a los indios a lo loco, y otra cosa ejecutar a un "señor natural", es decir, a quien ostentaba el poder. Es el siglo XVI y nacer aristócrata siempre suponía un plus, fueras azteca, inca, inglés o de Barbate. Además, había un tipo que llevaba años dando la matraca con que había que tratar bien a los indios: Bartolomé de las Casas. Este sacerdote se había ordenado en la actual Santo Domingo y había visto de primera mano cómo los colonos explotaban como esclavos a los indígenas. Las Casas escaló puestos en la jerarquía, llegó a ser Obispo de Chiapas y sus ideas, apoyadas por la orden de los dominicos, llegaron a la Corte.

En 1550 Carlos V ordena que cese la conquista hasta que decidan si es justa o no y reúne en Valladolid a los representantes de las dos corrientes de pensamiento: Las Casas y Juan Ginés Sepúlveda. Es verano. Hace un calor de narices y Las Casas se presenta ahí con un tratado de (atención) 550 páginas, que lee en cinco días consecutivos. Venía a decir que todos los hombres del mundo tienen los mismos sentidos y deseos y que las razas de la Indias no eran naturalmente esclavas.

Sepúlveda, por su parte, defendía que la cultura española del siglo XVI era más evolucionada que la de los indígenas (que ni conocían la religión "verdadera", ni la escritura, ni la rueda) y que gracias a la conquista podían adquirir tanto la fe cristiana como sus avances en otras materias. Además, ciertas costumbres de los indios, como el incesto o el canibalismo (éste último no lo practicaban los incas, pero sí los aztecas y algunas tribus amazónicas) iban contra el derecho natural. Las Casas respondió que: "nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España". Vamos, un debate igualito a los de "Al rojo vivo".

Finalmente se concluyó que debían actualizarse las Leyes de Indias y se instauró un cargo, el de "protector de los indios". Por supuesto, la realidad de la vida en las Américas poco tenía que ver con los deseos de los estudiosos, pero todo este debate ocurrió muchos siglos antes de que ni siquiera existiera el concepto de los derechos humanos.

Episodio 3: Titu Cusi Yupanqui, el listo, versus Tupac Amaru, el breve

1560. Todo el Tahuantinsuyo está ocupado por los españoles, ¿todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles incas resiste al invasor. En Vilcabamba, en medio de la selva, está el inca Titu Cusi Yupanqui con algunos de los suyos. Tras algunos enfrentamientos, llega a un acuerdo con el virrey y deja que entren misioneros en sus dominios. En principio los trata bien y hasta se bautiza. Los misioneros piensan que han logrado su objetivo pero la realidad es que Titu Cusi está ganando tiempo, se ha bautizado para ganarse su confianza, pero sigue con sus prácticas polígamas y con unas eternas negociaciones diplomáticas gracias a las cuales consigue mantenerse en el poder y que los españoles no le ataquen. Hasta el día en que Titu Cusi muere de golpe, por culpa de una pulmonía. Su gente inmediatamente sospecha de los misioneros, a quienes acusan de envenenamiento, y los matan.

El nuevo virrey, Francisco Álvarez de Toledo, se entera de lo sucedido y decide que se acabaron las zarandajas diplomáticas, ordena la invasión de Vilcabamba y la captura del nuevo inca: Túpac Amaru. Éste huye junto a su hermana-esposa, a punto de dar a luz, y se internan en la selva. Finalmente son apresados y llevados a la ciudad de Cuzco.

Túpac, vestido de sport.

Túpac Amaru es juzgado por la muerte de los misioneros y declarado culpable. Se instala un patíbulo frente a la catedral, en la actual plaza de Armas de Cuzco. Toda la ciudad: indígenas, colonos, mestizos, esclavos... se echa a la calle. El prisionero baja por la calle principal, escoltado por los guardias, cuando se asoma a una ventana su hermana de padre, María Manrique Cusi Huárcay, que llevaba años viviendo en Cuzco. La aristócrata levanta la voz y dice: "¡A dónde vas, hermano, príncipe y rey único de los cuatro Suyos!". Túpac asciende al patíbulo y alza el brazo. Se hace el silencio en la plaza. Según el inca Garcilaso y otros cronistas, Túpac Amaru dice: "aquí estáis de los cuatro suyos, sabed aquí que soy cristiano y me han bautizado y quiero morir en la ley de Dios, y tengo que morir. Y todo lo que hasta aquí os hemos dicho yo y los incas mis antepasados, que adoráseis al Sol, Punchao y las huacas, ídolos, piedras, ríos, montes y vilcas, es mentira. Porque no hablaba, sino nosotros, porque es un pedazo de oro y no puede hablar". Otros cronistas, sin embargo, afirman que sus últimas palabras fueron: "lustre Pachacámac (dios creador inca), atestigua cómo mis enemigos derraman mi sangre". Llamadme mal pensada, pero me creo más la segunda opción, me da en la nariz que la primera era propaganda evangelizadora... De todas formas, cualquiera de las dos es un final que ríete tú de "Braveheart".

Entre las 600 páginas de "La conquista de los incas" hay más episodios. Hay una guerra civil entre los partidarios de Almagro y los de Pizarro que acaba con el asesinato de éste último; hay un inca, al príncipio títere de Pizarro, que acaba rebelándose y que responde al bonito nombre de Manco Inca; hay batallas sangrientas que acaban porque se aparece la Virgen María...

Y vosotros, ¿qué episodio de la conquista de los incas querríais ver en formato miniserie?


martes, 17 de octubre de 2017

Despacito, mojito, suave-suavecito

Hace unos meses mi amigo Antonio me pedía que escribiera en éste vuestro blog sobre la letra de una famosa canción del verano que seguro todos conocéis. Y, de repente, hete aquí que estamos en octubre y yo todavía no he publicado el post en cuestión. Así que, antes de que lleguen las lluvias y el frío (que digo yo que en algún momento llegarán), aquí va el artículo prometido.

Pensaréis que la famosa canción del verano de la que voy a hablar es "Despacito", por algo ha triunfado tanto, pero tanto, que he llegado a escucharla en versión orquesta de pueblo en las fiestas de Arequipa (Perú, que no sé si he comentado que yo he estado en Perú este verano). Si analizamos "Despacito" como analizábamos las poesías en las clases de lengua y literatura, descubrimos que usa varios tipos de rima: asonante y consonante. Lo segundo es fácil. Ya nos lo enseñó Gloria Fuertes con esas rimas míticas: "la vaca Paca se ha quedado flaca". Pero aún puede ser más fácil, para qué buscar palabras que acaben igual, usemos diminutivos, y listo:

Pasito a pasito, suave, suavecito 
Nos vamos pegando poquito a poquito
 
Para no abusar del recurso, también se puede rimar con gerundios:

Si te pido un beso, ven, dámelo 
Yo sé que estás pensándolo 
Llevo tiempo intentándolo 
Mami, esto es dando y dándolo

Arriesgando y a lo loco, en "despacito"  también le dan a la rima asonante:

Déjame sobrepasar tus zonas de peligro 
Hasta provocar tus gritos y que olvides tu apellido

"Despacito" está compuesta por (redoble de tambores) tres compositores, ¡tres! De ahí esa complejidad en la mezcla de rimas. Shakira, autora de grandes clásicos de la composición contemporánea como aquel "menos mal que mis pechos son pequeños y no los confundes con montañas", dedica una canción a su pareja, el futbolista Gerard Piqué, y escribe esto:

Mira que cosa bonita
Que boca más redondita
Me gusta esa barbita

Y luego sigue con:

Un mojito, dos mojitos
Mira que ojitos bonitos
Me quedo otro ratito

Por supuesto, no puede faltar el momento rima con gerundios y, si no cuadra bien con la música, unos oh-ohs, unos ah-ahs, y listo:

Lo único que estoy diciendo
Vayámonos conociendo
Es lo que está proponiendo, oh oh, oh oh
Nos vamos entusiasmando
Todo nos va resultando
Qué bien lo estamos pasando, oh oh, oh oh

Pero ninguna de estas dos canciones es la que mi amigo A. quería que analizara. Él estaba fascinado con "felices los cuatro" de un chaval que por lo visto es una auténtica celebridad en las Américas. Se llama Maluma:

Y siempre posa igual.

"Felices los cuatro" empieza como está mandado. Con mucho gerundio:

Apenas sale el sol y tú te vas corriendo
Sé que pensarás que esto me está doliendo
Yo no estoy pensando en lo que estás haciendo
Si somos algo y así nos queremos

Vemos que la canción trata el tema del que hablan toooodas las canciones latinas veraniegas: el amor. Amor sabrosón, amor sudoroso, amor canalla, que dé pie a que la gente perree en la oscuridad de la discoteca de turno:

Si conmigo te quedas
O con otro tú te vas
No me importa un carajo
Porque sé que volverás

En este caso, parece que la chica pasa un poco de Maluma, que ella está viendo a otro chico, y él se hace el duro, como todo buen solista latino. Ya veréis cómo al final de la canción ella vuelve a él porque los solistas latinos son como James Bond, siempre vencen.


Y si con otro pasas el rato
Vamo' a ser feliz, vamo' a ser feliz
Felices los cuatro

¿Cómo?, ¿qué ha dicho? No entiendo, ¿esto no era un triángulo?, ¿cuatro?, ¿por qué dice cuatro?

Y agrandamos el cuarto

Esto sí que es un giro. Que Maluma se estaba haciendo el duro porque él también estaba con otra y le dice a la chica que se junten todos: él y ella, y sus amantes respectivos, que será por metros cuadrados.

Y si con otro pasas el rato
Vamo' a ser feliz, vamo' a ser feliz
Felices los cuatro
Yo te acepto el trato

Esto sí que es una novedad, la canción del verano se ha renovado y ahora no canta al amor sino... ¡al poliamor!

Tatuado o sin tatuar. Afeitado o con barba de tres días. Rapado o con tupé... pero siempre con el dedito en la barbilla.

Y vosotros, ¿os consideráis capaces de componer una canción de éxito mundial a base de rimar con diminutivos y/o con gerundios?, ¿qué canción detestáis más: "despacito", "me enamoré" o "felices los cuatro"?, ¿por qué Maluma posa siempre igual? 

martes, 3 de octubre de 2017

Top five de culturas precolombinas

Hola, hola, hola...

En los tiempos de Spotify, ¿alguien sigue escuchando la radio musical? Yo no, desde luego. Pero en algún lugar perdido del hipocampo se me ha quedado para toda la eternidad la voz de Joaquín Luqui presentando el top de éxitos de los 40 principales mientras repite compulsivamente sus latiguillos "tú y yo lo sabíamos", "hola, hola, hola", "tres, dos o uno...". Con esa voz de fondo y la misma seriedad os presento un top five de los pueblos que habitaron el antiguo Perú. ¿Quién dijo que la historia es aburrida? Con la voz de Joaquín Luqui de fondo nada lo es.

Top 5. Los Incas.
¿Os pensabais que iban a ocupar el número uno? Pues no. Los incas no son para tanto. Después de pasar 21 días en Perú (porque yo he estado en Perú, que no sé si lo había dicho) y ver entre 15 y 28 terrazas construidas por los incas para cultivar papas acabas cogiéndoles un pelín de manía. Cuando me acabe "La conquista de los incas" de John Hemming (descatalogado, por cierto) y sus 600 páginazas haré un resumen simpático y dicharachero de la conquista del Tahuantinsuyo, es decir, del imperio inca. A modo de avance os puedo de decir que "Juego de tronos" es una reunión de gente dialogante y civilizada en comparación con la conquista. Secuestros, tortura, guerras civiles, batallas a tutiplén y oro, mucho oro.

Top 4. La cultura Chancay.
Lo primero que aprendes al llegar a Perú (además de que choclo es maíz y camote boniato) es que no tenemos ni idea de la compleja historia de Sudamérica. Los incas, esos que sí estudiábamos en el colegio, formaron su imperio en un tiempo relativamente corto. Aunque existían como pueblo desde el año 1200 la gran expansión vino con el inca Pachacutec. A partir de 1430 los incas fueron conquistando gran parte de Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y algo de Argentina. Ahí es nada. Uno de los pueblos que sometieron eran los Chancay, que habitaron los alrededores de la actual Lima desde el año 1200 hasta 1470, cuando llegaron los incas a la zona. Los Chancay no tenía nada que hacer frente a ellos. ¿Porque estaban más organizados?, ¿porque eran grandes guerreros? No, porque los Chancay tenían los bracitos demasiado cortos, y así no se puede guerrear:

Cerámica hiperrealista que muestra a un típico hombre Chancay.

Top 3. Los Urus
Así que en 1530, cuando llegan Pizarro y compañía a Perú, el imperio inca estaba en plena expansión... pero no en su mejor momento. La guerra civil entre dos candidatos al trono, Atahualpa y Huascar, dividía a los incas. Además, los españoles contaban con superioridad militar gracias a los arcabuces y los caballos y una ayuda extra, invisible, que ninguno de los bandos supo identificar en su momento: el virus de la viruela. El virus que trajeron desde Europa diezmó la población india.

Menudo panorama. Algunos pueblos que tenían ganas a los incas desde antes, se unieron a los españoles; otros lucharon del lado de los incas. Había que elegir bando... O no. Los Urus vivían en las orillas del lago Titicaca y cuando llegaron los conquistadores optaron por refugiarse dentro del lago, construyendo islas hechas de totora, una especie de caña que flota en el agua.

Las islas flotantes y las barcas hechas de totora pueden verse a día de hoy ya que algunos descendientes de los urus aún viven en las islas, muy pequeñas, con apenas 4 o 5 cabañas hechas de... sí, lo habéis adivinado, ¡totora! Como os podréis imaginar, la visita se ha convertido en una especie de parque temático, pero las barquitas son un primor.


Top 2. Los Chachapoyas 
Si este nombre os hace gracia, que sepáis que también existe una cultura Chiripa y otra llamada Chimú con una capital llamada Chan Chan. Pero a lo que íbamos: los Chachapoyas. Ellos vivían en el norte de Perú, en la zona que actualmente es el departamento de Amazonas desde el año 800 después de Cristo hasta que, oh sorpresa, en el siglo XV llegan los incas. Por su situación, rodeada de bosques y montañas, los chachapoyas estaban bastante aislados, eso hizo que el resto arqueológico más importante de esta cultura, la fortaleza de Kuélap, no se descubriera hasta 1843.

¿Un decorado de la próxima temporada de "Juego de tronos"? No, Kuélap.

Kuélap está lejos de narices. Se llega desde la actual ciudad de Chachapoyas, después de tomar un autobús y un teleférico que se inauguró hace un año. Se desconocen los motivos por los que los chachapoyas abandonaron Kuélap, de la misma forma que se desconoce porqué los incas abandonaron Machu Picchu. Y eso es lo mejor de Perú, que aún hay mucho por descubrir.

Top 1. Los mochicas
Tú y yo lo sabíamos, top one para la cultura moche.

Ocuparon la costa norte de Perú entre los años 100 y 700 después de Cristo. Algunos de los yacimientos arqueológicos más importantes de este pueblo se descubrieron hace nada. La tumba del señor de Sipán, por ejemplo, se excavó en 1987. La gente de la zona sabía de su existencia y acudía allí a rezar, al considerarlo un lugar sagrado. También había huaqueros, saqueadores, que se llevaban piezas de cerámica para venderlas en el mercado negro, por algo los mochicas eran ceramistas expertos e hiperrealistas (pero de verdad, no como los Chancay). Las costumbres y creencias mochicas eran el germen de futuras culturas de la zona: construían barcas de totora para pescar, formaron una sociedad jerarquizada y dominada por los sacerdotes y los guerreros, eran especialmente diestros con la fabricación textil y la orfebrería, adoraban al sol y la luna, veneraban a sus muertos y hacían sacrificios humanos.

Cuidadito con enfadar a Aiapaec, el dios creador, el temido y adorado, el decapitador.

Como luego hicieron los incas y muchos otros pueblos, los moche querían aplacar a los dioses para que no les mandaran ni tormentas, ni terremotos o sequías. Algún motivo debía haber para esos cambios climáticos tan drásticos. Algo debían haber hecho mal. Así que organizaban una pelea ritual entre guerreros y, al que perdía, le cortaban la cabeza y lo sacrificaban a los dioses. Así estuvieron unos cuantos siglos hasta que los mochicas pasaron por una mala racha. Pero mala de narices. Lluvias torrenciales que destrozaron sus edificios, seguidas de sequía que arruinaron las cosechas más unos cambios en las corrientes marinas que les dejaron sin pesca. El pueblo se rebeló, ¿para qué habían servido tantos sacrificios si los dioses no escuchaban? Y ése, amigos, fue el final de los moche.
 
Un saludo para ellos, un besito para ellas, sigue bien, happy, happy.

Ahora que lo pienso... Si era un honor que te sacrificaran ante los dioses, ¿por qué sacrificaban al que perdía la pelea?, ¿no sería al revés?, ¿no vale más sacrificar al más valioso, al que ha ganado?, ¿vosotros qué pensáis?