jueves, 12 de septiembre de 2013

Cuando las vacaciones son un periplo loco


Pongamos que te vas de vacaciones a París. Y tú vas a París pensando que ésa es la ciudad del amor, que vas a estar rodeado de chicas con camisetas de rayas y pañuelo al cuello y de hombres con boina. Que vas a comer humeantes croissants recién hechos en brasseries. Que todo va a ser  como si en París llovieran macarons del cielo. Pero en París lo que llueve es lluvia. Y mucha. Y es caro. Y los taxistas son bordes. Y los parisinos sólo te entienden si les hablas en francés nivel nativo, de los que dicen cguasán y no curasán.

Es lo que pasa en las vacaciones, que lo que uno ha visto en las fotos de minube no se corresponde con la realidad. El viajero, cuando vuelve a casa, no quiere contar de verdad lo que le ha pasado. Quiere presumir. Quiere dar envidia a sus amigos. Y si, además, ha sido de los pocos afortunados que se ha conseguido comprar un mítico billete de Ryanair de 50 céntimos de euro, eso ya es la repanocha.

Pero yo creo que un viaje también es todas las desgracias que suceden por el camino. Todas las horas que pasas andando en círculo porque no quieres asumir que te has perdido, ni quieres pasar la vergüenza de preguntar en un idioma que desconoces. Todas esas veces que pasas el viaje en la habitación del hotel por culpa de una intoxicación alimentaria, una gripe o, lo peor de todo, una diarrea. Todos los trenes que has perdido, los autobuses que se averían en medio de la nada o esos aviones que salen con horas de reatraso.

Y sobre eso mismo, sobre unas vacaciones que no son lo que uno esperaba pero, pese a todo, se disfrutan, va este corto:


Y ahora diréis, ¡maldita! Nos la has colado, lo has vuelto a hacer, te estás haciendo autobombo.

Pues sí.

Pero no os quejéis, que al menos esta vez no tenéis que registraros en ningún sitio, ni votar, es más, si no queréis, no tenéis ni que ver el corto.

Pero sí que me gustaría que me contarais vuestra peor/mejor experiencia en un viaje. Como yo soy una señorita viajada, tengo penalidades para dar y regalar:

Hambre en Amsterdam
Holanda. Hace ya unos cuantos años. Los suficientes como para alojarme en un albergue juvenil. Lo malo es que no lo reservamos con tiempo y,  al ser temporada alta, estaba casi todos los días lleno. Era un albergue limpio, amplio, con un desayuno tipo buffet con letreros (en italiano y español) donde decían que estaba prohibido sacar del comedor la comida del buffet. Así que todos los días, prontito, llamábamoss y preguntábamos si les quedaba algún hueco libre para 4 personas.  Porque la otra opción era "Bob's" un hostal/pensión infecto, donde encontrabas condones usados en el baño común a todas las habitaciones del pasillo, y donde el desayuno consistía en té aguado y un revuelto hecho con huevina que tomabas de pie porque las dos mesas estaban siempre ocupadas.

En ese viaje descubrí que es verdad eso de que el desayuno es la comida más importante del día.

La felicidad es levantarse y tener un buffet para desayunar. Como lo tenían en "Dinastía".

Tras varias noches seguidas durmiendo y desayunando en Bob's acabamos por comprarnos una caja de leche en un supermercado y bebiéndonosla a morro por la calle.

Ligoteo penoso en Roma
Esta vez estaba alquilada en un apartamento en las afueras de Roma. Así que mi amiga F. y yo estábamos esperando en la parada del autobús cuando un Fiat se paró frente a nosotras. Dentro había cinco chicos (cinco), y nos preguntaron si nos acercaban al centro. Recordemos que ya había cinco personas dentro del coche. Así que les dijimos que, no, que grazie mille. Nos preguntaron entonces que de dónde éramos, dijimos: Madrid, y ellos contestaron: -¿Real Madrid? -No. -¿Barça? -No nos gusta el fútbol. Al quedarse en ese momento sin más temas de conversación corrieron a sacar el diccionario italiano-español español-italiano de la guantera del coche. Para vuestra tranquilidad os diré que no llegamos a subirnos a la baca o al maletero del Fiat, sino que vinieron el resto de nuestros amigos, y los italianos se marcharon en retirada, que si hay un macho cerca de la hembra solitaria ellos siempre huyen.

Senderismo en Almería
¿Sabíais que la ciudad de Mojácar se divide en Mojácar ciudad y Mojácar playa?, ¿que Mojácar playa está pegada a la ídem y que Mojácar ciudad está a varios kilómetros, en una montañita? ¿y que el autobús procedente de Madrid sólo para en Mojácar playa? ¿Y que no hay estación?, ¿ni tampoco parada de taxis? Pues yo tampoco lo sabía. Así que después de un viaje eterno, con parada en todos los pueblos, aldeas y pedanías de Murcia y Almería y, lo que es peor, sin una triste película emitida en el televisor del autobús, ahí estábamos mi amiga B. y yo, en medio de una ciudad que no conocíamos, cuando era noche cerrada y cuando no había móviles con conexión a internet ni a los mapas de google. Estábamos calculando cuántas horas nos iba a costar subir andando hasta el pueblo cuando un compañero de viaje, con el que no habíamos cruzado ni una palabra en todo el trayecto, se bajó del coche de los amigos que habían ido a buscarle y nos invitó a subir al grito de "venga, que me acabo de divorciar". Nos subieron al pueblo pero, si llegamos a saberlo, les hubiéramos contratado como chóferes para el resto del viaje.

Porque la línea de autobuses interurbanos que conectan Mojácar con las vecinas Garrucha y Vera funciona mal, y cuando llevas más de media hora esperando el autobús, acabas por ir andando. Y cuando la oficina de turismo y la agencia de viajes de Mojácar estaban cerradas y vimos que nuestra única opción de comprar el billete de vuelta a Madrid era ir hasta Garrucha, ¿cómo fuimos? Pues andando.

Eso sí, ese viaje me dejó el culo duro como el turrón de Alicante.

Y vosotros, ¿en qué viaje sufristeis más?

8 comentarios:

Carabiru dijo...

Estaba pensando que en realidad ninguno de mis viajes (toco madera muy fuerte) ha sido desastroso, hasta que poniéndome a analizar, ha salido alguna cosilla:

Abril 2005, viaje A Coruña - Barcelona
Era un viaje al Construmat organizado por delegación de alumnos, y como no teníamos un duro, fuimos en bus.
La ida fue un infierno pero al revés. Cada media hora el conductor apagaba la calefacción, o se desconectaba, según él, así que cada media hora te despertabas congelado. Así unas 15-17 horas. El horror. A la vuelta aprendimos y prácticamente todos los que lo llevábamos subimos el saco de dormir, así que parecía aquello un cajón de crisálidas.
La estancia en Barcelona no estuvo mal, mi compi y yo pasamos del Construmat bastante, y nos dedicamos a patear la ciudad condal, con lo que, al día siguiente a la vuelta, no pude, literalmente, dar un paso sin ver las estrellas. Estuve a punto de arrancarme los pies.

loquemeahorro dijo...

Yo, como Carabiru, he pensado "pues no me ha pasado nada malo".

Pero después he recordado un viaje infernal a Almería, no! dos viajes infernales a Almería. Uno infernal y el otro monstruosamente infernal.

Y un "paseito" que nos dimos desde el bus de Maro (Málaga) a las clas de Maro (Málaga) que ojalá hubieran aparecido los divorciados esos.
Y un viaje en bus de 35 horas y ....

pd. Lo siento guapa, no puedo cargar el video, es mi conexión y de verdad me apetecía verlo.

Uno dijo...

Muy simpático el corto. Se nota que es autobiográfico (ella es clavadita a ti)
MI PRIMER VIAJE A NEW YORK. Llegaba después de un periplo por California en pleno Flower Power. Los californianos no habían parado de prevenirme sobre lo peligrosísimo que era aquel N.York pre Giuliani.El día antes de coger el avión, me alojé en un YMCA de San Francisco sencillo y limpio (y baratísimo, claro) en pleno centro de la ciudad. Esa misma noche decidí que en N.York un YMCA sería mi alojamiento. Elegí en un folleto el que me pareció mejor: uno que hasta tenía piscina en la azotea.
Llego solo a N.Y. por la tarde, tarde. Me planto en Manhattan y, como es tan facilito, decido arrastrar el baul de la Piquer hasta el hotel. Después de comprobar que un cuadrito en el mapa es como todo Chamberí, llego al número de la calle Nº XXX donde se supone que estaba mi hotel. No way. Aquello era la calle XXX E y mi hotel estaba en la XXX W . Es decir XXXXXX números mas allá.
Derrengado, me arrastro en la peligrosa noche neoyorkina por paisajes cada vez mas degradados. Consigo entrar en mi hotel saltando bultos que pernoctan en la acera junto a la puerta. El hall es otro montón de oscuros bultos que se amontonan en el suelo y los sofás. En la recepción tienen mi reserva y yo tengo las mias sobre el YMCA. Unos barrotes carcelarios separan la recepción de los ascensores. Dos polis vigilan en cámaras de televisión la imagen del interior de las cabinas. Llego a mi planta, me cruzo con 2 zombies antes de alcanzar mi puerta. La minúscula habitación parece limpia pero visto lo visto decido desplegar el New York Times sobre la colcha y esperar tumbado a que amanezca. Luego tuve que salir al baño pero esa es otra historia.

Sorokin dijo...

Muy bueno el corto, te ha quedado muy bien. Y la verdad es que en vacaciones nunca he tenido problemas especiales aparte de los normales como coger en Washington el metro varias veces en el sentido equivocado o subir en un autobús en Miami y enterarte entonces que el chófer no te cambia el billete y tienes que ir pidiendo por todo el bus por caridad si algún pasajero te cambia.

En viajes de trabajo, pues sí, alguna vez he tenido un problema, como la vez que en Moscú me despareció la maleta. Vamos, que se la llevó un manús en el aeropuerto (supongo que pensaba que era la suya). Ya lo conté hace un tiempo:

http://diriodeunaburrido.blogspot.be/2010/02/el-escaner-de-domodedovo-la-maleta.html

La verdad es que en realidad nunca he tenido problemas serios en los viajes. Cruzo los fingers para que eso siga así.

Esti dijo...

Si es que sólo es cuestión de hacer memoria y todos hemos tenido experiencias traumáticas en los viajes pero, y lo divertido que es contarlo luego?
Me alegra que os guste el corto, aunque a los del concurso al que lo presentábamos (Mombasa gin film) no, y no somos finalistas. ¡Malditos! Porque no me gusta la Ginebra que, si no, me pasaba a otra marca.

Juli Gan dijo...

Yo ya sólo miro "callejeros viajeros". Jaaajaja. Experiencias de estas te endurecen para la vida. Soy una de los miles de personas que se alojaron el el casposo, pero céntrico, hotel "cucarachero" Regent Palace de Piccadilly Circus. Una pena que lo cerraran.

Lo de los italianos al acecho de chicas solas, lo puedo corroborar. Lo que no sé es por qué todos se llamaban Massimiano.

Ah, jodidos gabachos, resulta que los croissants son...austríacos.

loquemeahorro dijo...

Perdón, que iba a las calas, no a las clas esas.

Siento lo del concurso.

Claudia Hernández dijo...

Jaja, qué bueno el corto, la verdad es que viajar es duro, sacrificado, sin duda.
La verdad siempre disfruto de los viajes, a pesar de los trenes perdidos, de la lluvia...