domingo, 12 de agosto de 2012

El deporte está sobrevalorado


Menos mal que se han acabado ya...
 
En Olimpiadas todo el mundo descubre un absurdo espíritu olímpico en su interior que lo lleva a refugiarse del calor frente al televisor, el aire acondicionado a tope y a ver lo que sea: ciclismo en pista, remo, hípica, ¡vela! Oye, que también es muy pedagógico, se aprende de geografía (islas Mauricio es un país); de reglas de deportes que nunca has practicado, ni practicarás, como el taekwondo; historia inglesa (con la revolución industrial vinieron los derechos de las sufragistas, gracias Danny Boyle por mostrarlo en la gala inaugural, nadie lo sabía) o datos que olvidarás pronto; como la altura de Pau Gasol o que el antiguo récord de medallas de oro individuales lo tenía la gimnasta Larissa Latynina. 

Pero si hay algo que he aprendido es que el deporte está sobrevalorado. Ya vale de aconsejar hacer deporte porque es muy sano, porque hace tipín, porque así los niños aprenden disciplina y no caen en las drogas... Mamandurrias, que diría Espe. El deporte no es para tanto ¿Por qué?

Porque eso de que lo importante es participar es mentira. Practicas un deporte minoritario como el esgrima, siempre en tus ratos libres porque no puedes vivir profesionalmente de ello. Después de años de entrenamiento y de competiciones, consigues clasificarte para las Olimpiadas, y no sólo eso, es que todos piensan que tienes opciones de medalla. Vas ganando a tu oponente, faltan pocos segundos, ella puntúa, pero fuera de tiempo. Has ganado, por fin... ah, no, espera, que los jueces dictaminan que sí estaba dentro de tiempo.

Te pones nerviosa, tu entrenador reclama. Habla con los jueces. Discuten. Tú esperas durante media hora. Vuelven. Ya han decidido. Has perdido, creen que el tanto de tu oponente era válido.
Y entonces, incapaz de hacer otra cosa que llorar como una magdalena, te quedas en la pista. El público se queda contigo, te jalea, te aplaude, durante toda una hora, hasta que sales del estado de shock y, por fin, de la pista. 
Querían darle una especie de medalla de consolación, pero la tiradora de esgrima Shim A Lan la ha rechazado.

Porque sienta mal. Sobre todo a las mujeres. A las gimnastas el deporte les deja sin curvas, sin infancia y sin el periodo, a las atletas las convierte en la doble de Madonna, hasta si eres una hermosa sirena que hace natación sincronizada, ya se encargarán de embadurnarte el pelo de gelatina de pescado para que tengas una pinta horrenda. Y de las que practican halterofilia, lanzamiento de disco o lucha grecorromana mejor ni hablamos.

Porque es muy sufrido. Hay deportes que también podrían llamarse tortura, como el maratón, o el triatlón... ¿A qué mente perturbada se le ha ocurrido idear un deporte que consiste en: primero 1.500 metros a nado para luego ponerte unas zapatillas y un maillot y recorrer 40 kilómetros en bicicleta, luego aparcar la bici y hacerte 10 kilómetros? Yo, que si fuera tenista y fuera perdiendo 40 a 0 me dejaría ganar para irme antes a casa, a ver algún capítulo de “Veep”, no entiendo esas ganas de sufrir.

Porque la ropa deportiva no favorece. Del chonichandal español ya se ha dicho todo lo que se podía decir pero, ¿y el chándal de gala de Gran Bretaña, diseñado por Stella Mc Cartney? 
Las Olimpiadas son un espectáculo que se disfruta viéndolo en la televisión. Los organizadores lo saben, y por eso el voley playa es olímpico, para poder hacer primeros planos de culamen. Así que ya es hora de que cambien los diseños de la ropa deportiva. Nada de prendas aerodinámicas, transpirables y bla, bla, bla. Ropa bonita que siente bien. Porque no puede ser que ese dios de las aguas, ese Neptuno patrio, ese hombre de espaldas inabarcables, Marc Minguell, vaya por ahí con gorrito ridículo y bañador tipo slip.

Porque el asunto de los países invitados es ridículo. La gran mayoría de los deportistas se clasifican para las Olimpiadas tras una pléyade (alguna vez tenía que usar esta palabra) de pruebas. Pero como el COI tiene alma de señora rica que hace fiestas para recaudar fondos, decide invitar a algunos países del tercer mundo.
Porque es súper divertido que un nadador de Guinea que nunca ha visto una piscina olímpica (como sucedió en Sidney) tenga problemas para acabar el largo. El COI debe pensar que hace una labor muy loable pagándole el billete a un par de subsaharianos para que vean que en el primer mundo todo está asfaltado, hay alumbrado público y Zaras y Starbucks por todas partes.

Pero si hay algo que he descubierto en estas Olimpiadas es el waterpolo. Y no sólo por las espaldas inabarcables de Marc Miguell (que también) ni por ese gorrito tan Esther Williams que llevan, sino por este momento televisivo. Minuto 33, Ana Botella promociona la candidatura de Madrid 2020, habla con varios deportistas. Rudy Fernández le da dos besos, Pau Gasol se escaquea porque está al móvil, Ana Botella pregunta a un waterpolista que no vemos: "¿vais a ganar?" y el waterpolista desconocido responde, con acento texano: "estamos trabajando en ello".

Y vosotros, ¿con qué os quedáis de los Juegos Olímpicos?

5 comentarios:

loquemeahorro dijo...

Demasiado sufrido, diría yo. Este deporte de élite llega a unos límites bastante delirantes.

Yo, por una vez, no he caído en la tentación de echarme la siesta viendo a alguien sufriendo como en la vida, y viendo como el esfuerzo de años y años no da sus frutos.

Salvaría lo mismo que tú, el "estamos trabajando en ellou".

Anónimo dijo...

Echo de menos al nadador francés en este post. Camille Noséqué. Hay una foto de él en internet, saliendo del agua, como si aquello fuera el anuncio de Acqua di Gió.

Ganchitos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esti dijo...

Loque, hay algo misterioso en esa costumbre de echarse la siesta mientras se televisa el sufrimiento ajeno, véase la Vuelta Ciclista.

Anoni, sé de quien hablas, yo también he visto esa foto, y la de Ryan Lochte. Y te comunico que Saúl Craviotto, el de remo, policía municipal en su pueblo, también se merece un anuncio de perfume.

Claudia Hernández dijo...

Jajaa, siempre lúcida, querida Laesti, disfruté mucho de ese momento con la Botella, qué crack.
El Volley de playa no es tan sufrido y te da tipazo con bronceado incluído.
También hay que mencionar la anécdota de que no dejaron entrar al "futuro rey de España" a un área restringida y se quedó de piedra, jajaja. No sabe el príncipe que el mundo no es todo pandereta y que les importa un bledo si sale en el Hola, sino tienes el pase correspondiente no entra ni Dios.
Saludos