miércoles, 29 de agosto de 2012

Hacerse malote

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...que sería “Breaking bad” a la española. Aunque según el foro de la Santa Word Reference, traducciones como “malograrse”, “corromperse”, “echarse a perder” o “caer bajo” serían las más correctas. “Volverse rata”, en el español de Venezuela, tampoco está nada mal.

El caso es que estoy viendo la sexta temporada de “Breaking bad” y podría escribir todo un post con loas, elogios, alabanzas y no se me ocurren más sinónimos para decir lo buena que es esta serie. Si no habéis visto nada, aquí tenéis la mítica escena de "i am the danger", que pone los pelos como escarpias:


Pero no hace falta irse a Nuevo México para saber del engranaje del mundo de las drogas. Con ver "Equipo de investigación" y googlear un rato podemos conocer a las versiones patrias de los personajes de “Breaking Bad”, con algunos toques de “The wire”. Por supuesto, todo convenientemente trasladado a la realidad española, es decir, cambiamos metanfetaminas por cocaína y negrazos por colombianos.

Del cruce entre Gus Fring, Walter White y una niña pija de Burgos sale la reina de la droga en España, Ana María Cameno. También conocida por sus motes: “Pollito” y “La Tetas”. Rubia de bote, adicta al bisturí, de buena familia con abogados y militares que se reúnen en las cenas de Nochebuena. Controladora, organizada, metódica y muy ambiciosa. La detuvieron antes de que acabara de construir el mayor laboratorio de cocaína de Europa, en Villanueva de Perales, donde ya tenía preparadas 33 toneladas de productos químicos y a donde iba a llevar a expertos cocineros traídos desde Colombia. 


Además de a la cirugía plástica, Ana era adicta a los bolsos caros y la santería. Llevaba su negocio precisamente como eso, como un negocio y los propios policías que la seguían admiraban su capacidad de trabajo. Hay que reconocer que estaba atenta a los que hacía. Poseía casi 500 teléfonos móviles con los que comunicarse con su gente. Sólo saber qué móvil era para comunicarse con quién tiene su mérito.

Para Jesse Pinkman tenemos a dos hermanos, los Juárez Smith. Que con esos apellidos podrían parecer de Colombia o Puerto Rico, pero no, son de San Blas. Empezaron pasando hachís por su barrio, medraron y Ana los usaba como distribuidores. Su tapadera, un taller mecánico en Paracuellos del Jarama. Uno de los hermanos, Víctor, quedó tetrapléjico tras un accidente. Su hermano Raúl dio una paliza al conductor del coche responsable del accidente y desde entonces se estableció su relación: uno era el cerebro, el otro el cuerpo ejecutor.

Lauro Sánchez, medio colombiano-medio español y “empresario de la noche”. Guapete, amigo íntimo de futbolistas varios, amante de una de las neumáticas cantantes de las “Sex Bomb” y organizador de fiestorros por todo lo alto. Su red de discotecas y fiestas vip también servía para vender la cocaína de Ana Cameno. La policía empieza a investigarlo tras la muerte de un portero que trabajaba para Ivo "el búlgaro" jefe de los “rompecostillas”, un grupo de porteros de discoteca de los chungos que, a su vez, también trabajan para Lauro. Las discotecas y el gimnasio especializado en boxeo de Lauro son las tapaderas perfectas. La mano derecha de Lauro es Nacho Rocha, el hombre a quien contrató la ex deRodríguez Menéndez para cargárselo. Junto a él hizo todo tipo de maniobras para adquirir el aeropuerto de Ciudad Real, donde querían instaurar un puente aéreo permanente con Colombia.

Si todo esto ya os está pareciendo un los Soprano meets Jersey Shore, no habéis visto nada. Falta la conexión con la capital hortera mundial: Miami. 

 Allí están los hermanos López Tardón: Artemio y Álvaro, de quien dicen tuvo un romance con... ¡Malena Gracia! Álvaro, tan aficionado a la cirugía como Ana Cameno, se ha implantado un six pack de pega. Los López Tardón se encargan del blanqueo usando como tapadera la compra y venta de coches de lujo. Pero estos dos angelitos, antiguos jefes del clan de los Miami (sí, las ramificaciones de esta historia llegan hasta Ana Obregón, ¿no es maravilloso?), se cree que están detrás del accidente que le costó una pierna a un antiguo socio, Juan Carlos Peña. La afición de los hermanos por arreglarlo todo a tortas llevó a que Artemio una vez fuera secuestrado y torturado. Perdió un ojo.

Pero, como diría el Super Ratón, no se vayan amigos, aún hay más. Falta el abogado, el Saul Goodman de esta historia. 


Sería precioso que fuera Marcos García Montes, que comparte con Goodman el estilismo espantoso, pero no. Aquí el abogado es un tal Rodríguez Casas, que se encarga de colocar el dinero de Lauro y blanquearlo. Para eso creó toda una red de sociedades con las que llegó hasta a comprar un banco en Panamá.

“Lo que más me jode es que esto es lo último que iba a hacer”, dijo Ana María Cameno cuando la detuvieron hace unos meses. Mientras alguna cadena se decide a producir una serie como "The wire" pero con porteros búlgaros, reinas de la droga teñidas y localizaciones en Paracuellos del Jarama y Villanueva de Perales, habrá que verse los siguientes capítulos de "Breaking Bad".

miércoles, 22 de agosto de 2012

Yo no plagio, yo reciclo


Qué duro es actualizar durante una ola de calor. Con cada racha de aire africano noto cómo se derrite una neurona. 

Así que, lectores que seguís en la playa y a los que odio con todo mi corazón por ello, voy a reeditar aquel post sobre las 10prendas del anti fondo de armario. Llámalo reeditar, llámalo plagiar, llámalo reciclar.
La moda, en su afán por ofrecer novedades con las que tentarnos desde los escaparates, que es pasar por el Pull&Bear y oír a sirenas diciendo “cóóómprame, soy una falda asimétrica de gasa que tu armario no tiene, soy lo último, me quieres, me deseas, soy barata, cómprame”, se renueva cada 3 meses. Y eso ofrece muchas cosas que criticar porque, amigas, se supone que todo esto es tendencia. Pero también es espantoso:
  • El flúor. Ir vestida del mismo tono que un triángulo de señalización no es bonito, por mucho que se empeñen.
     ¡Mis ojos! ¡¡¡¡Mis ojoooos!!!!!

  • Las plataformas. Si para llevar un zapato necesitas haber sido zancudo en las fiestas de tu pueblo, malo. Quien los diseñó no vive en la zona histórica de Madrid.
  • Los 90. H&M parece tener una cruzada personal por revitalizar algo que, hasta en su momento, era espantoso. Ir vestida como la cantante de “ritmo, ritmo de la nocheeeee” es mal. Espero que, al menos, no recuperen esa otra tendencia tan de los 90, tan Shannen Doherty en “Sensación de vivir”, de ponerse camiseta blanca debajo de los vestidos de tirantes.

  • Los tops que enseñan ombligo. Algo sólo apto para muchachas con el tipo de una jugadora de volley playa, no puede ser bueno. Ni a Diane Kruger le queda bien.

  • El peplum. A veces pienso que los diseñadores son todos como Karl Lagerfeld, es decir, ex gordos con rabia contenida hacia las mujeres normales y más todavía a las mujeres gordas (probablemente su madre era una alemana con patorras, tetamen y un tono de voz sospechosamente parecido al de la madre de Norman Bates y de Howard Wolovitz). Por eso se dedican a crear modas que sólo las altas y delgadísimas pueden lucir, para que el resto de mujeres se sientan gordas y así vengarse contra el género femenino en general y su madre castradora en particular. Es una teoría.

  •  El top lencero, es taaan Terelu Campos que se autoelimina solo. En realidad, cualquier cosa que se haya puesto Terelu Campos en cualquier momento de su vida está dentro de esta lista.

    Zapatillas de estar por casa para la calle. Ojo, que si estuvieran de moda las zapatillas de casa normales, o incluso las cantosas...: 
     Siempre recordaré con amor mis zapatillas de Gimzo, el gremlin bueno. En internet sólo he encontrado estas, pero las mías tenían pelo largo y todo.

    ...yo encantada. No, lo que es cool es llevar zapatillas de estar no por casa, sino por Dowton Abbey. Zapatillas del estilo “Carson, tomaremos el coñac en la biblioteca” y, si tienen un escudo bordado o las venden los hijos de la gran Naty, mejor.

  • Las camisetas con flecos. Cuando ves una prenda y tienes un flash back al estilo del de “Ratatouille” que te lleva a los veranos en la piscina de tu pueblo cuando volvías a casa con los ojos rojos por culpa del cloro, mal asunto ¿Cómo es posible que se ponga de moda, para los adultos, algo que antes llevaban los niños?, ¿qué será lo próximo, que los adultos luzcamos zapatillas Lelly Kelly?

  • El barroco ha vuelto, y eso no significa que vuelvan a la moda los brocados, las enaguas y los miriñaques estilo menina de Velázquez. Que vuelva el barroco significa copiar el estilo de la efigie de la Virgen de tu pueblo, la que sacan de paseo en las fiestas.
    La Virgen de Regla según Dolce & Gabbana.
     

  • El gótico también ha vuelto, y eso no significa que vuelvan a la moda las lechuguillas, los jubones y las camisas acuchilladas. Tim Burton ha hecho mucho daño. Según Gucci y Givenchy tenemos que parecer la hermana chunga de Rooney Mara:  

Y vosotros, amados lectores de este blog que seguís en Madrid (a los que estáis de vacaciones os odio, ya lo he dicho antes), ¿qué moda de este año os parece que debería prohibirse?

domingo, 12 de agosto de 2012

El deporte está sobrevalorado


Menos mal que se han acabado ya...
 
En Olimpiadas todo el mundo descubre un absurdo espíritu olímpico en su interior que lo lleva a refugiarse del calor frente al televisor, el aire acondicionado a tope y a ver lo que sea: ciclismo en pista, remo, hípica, ¡vela! Oye, que también es muy pedagógico, se aprende de geografía (islas Mauricio es un país); de reglas de deportes que nunca has practicado, ni practicarás, como el taekwondo; historia inglesa (con la revolución industrial vinieron los derechos de las sufragistas, gracias Danny Boyle por mostrarlo en la gala inaugural, nadie lo sabía) o datos que olvidarás pronto; como la altura de Pau Gasol o que el antiguo récord de medallas de oro individuales lo tenía la gimnasta Larissa Latynina. 

Pero si hay algo que he aprendido es que el deporte está sobrevalorado. Ya vale de aconsejar hacer deporte porque es muy sano, porque hace tipín, porque así los niños aprenden disciplina y no caen en las drogas... Mamandurrias, que diría Espe. El deporte no es para tanto ¿Por qué?

Porque eso de que lo importante es participar es mentira. Practicas un deporte minoritario como el esgrima, siempre en tus ratos libres porque no puedes vivir profesionalmente de ello. Después de años de entrenamiento y de competiciones, consigues clasificarte para las Olimpiadas, y no sólo eso, es que todos piensan que tienes opciones de medalla. Vas ganando a tu oponente, faltan pocos segundos, ella puntúa, pero fuera de tiempo. Has ganado, por fin... ah, no, espera, que los jueces dictaminan que sí estaba dentro de tiempo.

Te pones nerviosa, tu entrenador reclama. Habla con los jueces. Discuten. Tú esperas durante media hora. Vuelven. Ya han decidido. Has perdido, creen que el tanto de tu oponente era válido.
Y entonces, incapaz de hacer otra cosa que llorar como una magdalena, te quedas en la pista. El público se queda contigo, te jalea, te aplaude, durante toda una hora, hasta que sales del estado de shock y, por fin, de la pista. 
Querían darle una especie de medalla de consolación, pero la tiradora de esgrima Shim A Lan la ha rechazado.

Porque sienta mal. Sobre todo a las mujeres. A las gimnastas el deporte les deja sin curvas, sin infancia y sin el periodo, a las atletas las convierte en la doble de Madonna, hasta si eres una hermosa sirena que hace natación sincronizada, ya se encargarán de embadurnarte el pelo de gelatina de pescado para que tengas una pinta horrenda. Y de las que practican halterofilia, lanzamiento de disco o lucha grecorromana mejor ni hablamos.

Porque es muy sufrido. Hay deportes que también podrían llamarse tortura, como el maratón, o el triatlón... ¿A qué mente perturbada se le ha ocurrido idear un deporte que consiste en: primero 1.500 metros a nado para luego ponerte unas zapatillas y un maillot y recorrer 40 kilómetros en bicicleta, luego aparcar la bici y hacerte 10 kilómetros? Yo, que si fuera tenista y fuera perdiendo 40 a 0 me dejaría ganar para irme antes a casa, a ver algún capítulo de “Veep”, no entiendo esas ganas de sufrir.

Porque la ropa deportiva no favorece. Del chonichandal español ya se ha dicho todo lo que se podía decir pero, ¿y el chándal de gala de Gran Bretaña, diseñado por Stella Mc Cartney? 
Las Olimpiadas son un espectáculo que se disfruta viéndolo en la televisión. Los organizadores lo saben, y por eso el voley playa es olímpico, para poder hacer primeros planos de culamen. Así que ya es hora de que cambien los diseños de la ropa deportiva. Nada de prendas aerodinámicas, transpirables y bla, bla, bla. Ropa bonita que siente bien. Porque no puede ser que ese dios de las aguas, ese Neptuno patrio, ese hombre de espaldas inabarcables, Marc Minguell, vaya por ahí con gorrito ridículo y bañador tipo slip.

Porque el asunto de los países invitados es ridículo. La gran mayoría de los deportistas se clasifican para las Olimpiadas tras una pléyade (alguna vez tenía que usar esta palabra) de pruebas. Pero como el COI tiene alma de señora rica que hace fiestas para recaudar fondos, decide invitar a algunos países del tercer mundo.
Porque es súper divertido que un nadador de Guinea que nunca ha visto una piscina olímpica (como sucedió en Sidney) tenga problemas para acabar el largo. El COI debe pensar que hace una labor muy loable pagándole el billete a un par de subsaharianos para que vean que en el primer mundo todo está asfaltado, hay alumbrado público y Zaras y Starbucks por todas partes.

Pero si hay algo que he descubierto en estas Olimpiadas es el waterpolo. Y no sólo por las espaldas inabarcables de Marc Miguell (que también) ni por ese gorrito tan Esther Williams que llevan, sino por este momento televisivo. Minuto 33, Ana Botella promociona la candidatura de Madrid 2020, habla con varios deportistas. Rudy Fernández le da dos besos, Pau Gasol se escaquea porque está al móvil, Ana Botella pregunta a un waterpolista que no vemos: "¿vais a ganar?" y el waterpolista desconocido responde, con acento texano: "estamos trabajando en ello".

Y vosotros, ¿con qué os quedáis de los Juegos Olímpicos?

lunes, 6 de agosto de 2012

Me convierto al hinduismo


Como recordaréis por la cantidad de posts que dediqué a mi viaje a Japón (porque yo he estado en Japón, ¿sabeeees?), allí tuve una revelación y a la vuelta pensé en hacerme sintoísta. Básicamente porque es una religión adorable como una película de Miyazaki.

Pero este verano he tenido otra revelación que ríete tú de Saulo cayéndose del caballo o de la zarza ardiente que hablaba. La revelación ha venido en forma de libro. “El rey Vikram y el vampiro”, una compilación de relatos clásicos hindúes, en los que he descubierto mi nueva fe: el hunduismo.

Una religión politeísta, con un menú de dioses variadísimo. Están los simpáticos, que podrían inspirar la próxima película de Pixar, como el dios mono, o el dios elefante:
Adorar a un dios elefante que baila Bollywood es genial sí o sí.

Y los chungos, que dejan a Saw VI a la altura del betún, como Shiva, el dios destructor, que lleva un collar de calaveras. O Kali, la diosa de la destrucción, que uno solo para destruir les parecía poco. 

Kali también luce collar de calaveras, y un par de accesorios más, a saber: dos cadáveres como pendientes, falda hecha con las manos de sus enemigos los demonios, lengua ensangrentada y cuatro brazos para llevar cuantas más armas mejor:
Todos estos dioses, más demonios varios, brujos, yoguis, brahmanes, rajás y píldoras de filosofía hindú del palo de:

“El prudente, sabiendo que hay tres cosas cuyo efecto en sí mismo ningún hombre puede predecir (a saber, el deseo de mujer, el cubilete de los dados y las bebidas embriagantes), considera la abstinencia de las tres la mejor norma”. 

...llenan las páginas de “El rey Vikram y el vampiro”. Recopilación de cuentos clásicos hindúes, creados allá por el siglo XI y seleccionados por Sir Richard F. Burton, capitán del ejército británico en la época del colonialismo y experto en literatura oriental. A él se deben las traducciones al inglés de “Las mil y una noches” y de clásicos de la literatura de la India, como el Kamasutra o el Ananga-Ranga. Eso sí, con “El rey Vikram y el vampiro” se permite unas cuantas licencias, elige algunos cuentos para el libro (en mi edición hay 11, en la tradición hindú son 25) y en el prólogo de su señora esposa, quizá pensando que las raíces de los cuentos son todavía más antiquísimas, se pasa tres pueblos al decir que El rey Vikram inspiró “El asno de oro” de Apuleyo (siglo II antes de Cristo). 


Lo que sí que está claro es que su estructura, de cuentos enlazados, donde combina magia, aventuras, romance, ironía y mucha acción recuerda a “Las mil y una noches”, que probablemente se inspiró en él. En los cuentos hay mucha información sobre la vida de la India clásica:

Sobre el matrimonio, “Una esposa estéril puede sustituirse por otra a los 8 años; aquella cuyos hijos han muerto todos, a los diez años; la que sólo tiene hijas a los once; la regañona, sin más demora” 

Sobre el sistema de prisiones, "Randhir había condenado al ladrón a ser crucificado, clavado y atado, con las manos y los pies completamente estirados, y permanecer así en posición erguida; le darían cuanto quisiera de comer para prolongar la vida y el sufrimiento. Y cuando se acercara la muerte, le echarían por la garganta oro fundido hasta que le saliera por el cuello y otras partes del cuerpo". 

Allá por los 80 en la India se hizo una serie basada en los cuentos del rey Vikram.

Sobre la educación,  "su padre cultivó asiduamente en ellos, como aconsejan las mejores obras sobre educación, la obediencia absoluta (…) los alababa cuando no estaban delante y los reprendía abiertamente para fomentar su humildad. Ridiculizaba su apariencia y los vestía toscamente para protegerles de la vanidad. Si esperaban un obsequio les desilusionaba para que se familiarizaran con la abnegación (…) Y, sabiendo por experiencia que el miedo es mucho más fuerte que el amor, les amenazaba a menudo" 

Y sobre los piropos de la época: “Su rostro era como la luna llena, su cabello como un enjambre de abejas colgando de los capullos de una acacia, los rabillos de los ojos le llegaban a las orejas; sus labios tenían la dulzura de la ambrosía lunar; tenía el talle de un león y de garza real los andares”.

Y una serie de animación.

Pero también hay hueco para reflexiones modernas, que vete a saber si pertenecen al cuento original o a Burton:

“Dice el joven rajá: ¿Qué podía hacer? Cuando amo a una mujer me gusta contárselo todo, no tener secretos para ella, considerarla mi otro yo...
- Hábito que perderéis cuando seáis un poco mayor, cuando reconozcáis el hecho de que el amor no es más que un combate, un juego de destreza entre dos individuos de distinto sexo: uno que busca conseguir lo más posible y otro que se esfuerza por perder lo menos posible, y que al final ganará el más agudo de los dos en el tablero de ajedrez". 

O

"Confieso -prosiguió el loro, (porque este cuento lo narra un loro parlante) que en general la mujer bella es más virtuosa que la fea. Pues a la primera la tientan a menudo, pero su vanidad y presunción le permiten resistir, prometiéndose que volverá a ser tentada una y otra vez. La mujer fea, en cambio, ha de tentar en vez de ser tentada y ha de flaquear, porque no satisface su vanidad y su orgullo resistiéndose, sino entregándose". 

Y vosotros, ¿os habéis convertido a alguna religión exótica últimamente?, ¿qué estáis leyendo este verano?