jueves, 24 de julio de 2008

Un garbanzo en mi bidé

En estos días de calor asfixiante donde sólo se tienen fuerzas para dormir y no hacer nada, a veces se sufre la doble putada de sólo tener ganas de dormir y no poder por culpa del calor. Si el truco de contar ovejitas no funciona, yo tengo otro más eficaz, se trata de concentrarse en pensar algo muy complicado, por ejemplo: recordar a todos los ganadores de cada edición de OT o de Gran Hermano. Yo el otro día probé a recordar a todos mis compañeros de piso. Me salieron 25.

Hay que tener en cuenta que llevo viviendo fuera de casa de mis padres desde los 18 y que ahora tengo tentantos (que diría Lina Morgan), son muchos años compartiendo piso. Además, he vivido con una sola persona, con dos, con tres, con cinco, con tres pero en realidad con 7 contando a los novios y amigos que vienen-a-Madrid-a-trabajar-y-no-encuentran-piso-barato-y-se-quedan-en-el-tuyo-un-mes-mientras-tanto.

He tenido una compañera de piso con novio que le cantaba desde la calle para que le abriera. Y esto, si la canción que canta es de Los Planetas, y son las tres de la mañana, no tiene ninguna gracia. He tenido un compañero de piso por cuya culpa cortaron la luz ya que el dinero que le dimos para que pagara decidió gastárselo en cocaína. Tuve otro compañero de piso que hacía abdominales al estilo "American Gigoló" colgado de una barra del pasillo. He tenido un compañero de piso que sólo salía de su habitación para ir a trabajar, se relacionaba tan poco con los demás que no se sabía ni los nombres del resto de compañeros. Y así podría seguir más tiempo si no fuera porque concilié el sueño y no recordé nada más.

A estas alturas, estoy hasta las narices de compañeros de piso. De los que son unos histéricos de la limpieza y te echan la bronca porque has dejado una sartén en el fregadero. Y también de aquellos que sospechosamente sólo limpian su habitación. De los que se traen a familiares, amigos y visitas en general a casa constantemente y también de los que no salen nunca y acaparan la tele. De los ruidosos que dan portazos, gritos y hasta roncan por la noche. De todos.

Así que cuando mi último compañero de piso (al que elegantemente llamaré D.) me dijo que el verano lo iba a pasar en su ciudad me dio una alegría. Y eso que así a grandes rasgos es buen compañero de piso, pero yo ya no paso ni media.

Por ejemplo: tuvimos problemas con las tuberías, había una fuga que llegaba a los vecinos de abajo. Yo intuía que parte de la culpa la tenía D., que no retiraba bien los restos de comida de sus platos y acababas encontrando tallarines, trozos de pimiento, de cebolla, guisantes, garbanzos y hasta trozos de patatas atascados en el fregadero. Hubo que dejar de fregar durante un día hasta que llegó el fontanero y lo arregló todo. D. sugirió que durante ese tiempo laváramos los cacharros en la bañera. Yo le dije que ni de coña, menuda guarrada, esperamos a que nos lo arreglen y listo. D. dijo estar de acuerdo, pero sólo dijo porque el hecho es que no pudo aguantar 24 horas sin lavar los platos y fregó algunos cacharros en el bidé. ¿Por qué lo sé?
Recreación dramática de la prueba del delito, porque en su momento no se me ocurrió fotografiarlo. En el original también había un espagueti, pero me daba pereza cocer un espagueti sólo para hacer una foto.

Pasaron unos meses, volvió a haber problemas con las tuberías, esta vez un atasco en el propio fregadero. De nuevo llamé a un fontanero, vino y otra vez recomendó que dejáramos pasar unas horas antes de volver a fregar, ¿y qué pasó después de esas horas?


¿Tenéis compañeros de piso? ¿Es verdad aquello de que mejor solo que mal acompañado? ¿O si vives solo te mal acostumbras a hacer siempre lo que te sale del mismísimo? Pero, ¿no es un gustazo el poder mal acostumbrarse?

Queda abierto el debate.

8 comentarios:

Frida Palo dijo...

Yo opino que hay que hacer siempre lo que a uno de la da la gana, sobretodo si está en su casa. Por eso he empezado el papeleo para emanciparme de mis actuales compañeros de piso: Papá y Mamá. Lo malo es que cuando consiga echarles de casa tendré que buscar nuevos compañeros de piso para que paguen el alquiler, que yo soy menor y aún no me dejan trabajar... ¿Te interesa compartir piso conmigo?

Anónimo dijo...

Que ascazo!!!!

Por Dior, com lo fina que eres tú y lo monas que son tus cortinas...

Esti dijo...

Uli, hay un trabajo infantil que no está penado por la ley: actor, ¿te lo has planteado? Yo te veo con aptitudes y así podrías emanciparte.
Pava, mis cortinas han perdido glamour desde que Simón se cuelga de ellas en plan liana, hablando de cortinas y decoración, ¿para cuándo una excursión a Ikea?

Anónimo dijo...

Que maravillosa reconstrucción fotográfica!

Sin duda ha debido costar, más que nada porque imagino a un gato que yo me se intentando comerse eso a bocados. Y más estando en "su territorio" (Observar palita de recoger... pinos, tras el grifo).

Hablando de compañeros de piso. Esta noche pasada estuve en Elche compartiendo casa con 3 personas más y con todas las puertas abiertas para intentar hacer corriente (un calorón!!). A mitad de la noche me dio la tentación de gritar: "¡Viva España!" simulando sonambulismo... pero me corté.

Sé que lo hubieras apreciado.

Mª Amparo sí que es la compañera de piso ideal. ES ELLA!

Anónimo dijo...

no has puesto lo de miriam y millan! en un desayuno, cogidos de la mano, ella le preguntaba: si te entra jennifer lopez en una discoteca, que haces? y el le decia: pasar porque solo te quiero a ti.
que dos.
habran roto ya?

Esti dijo...

Gal, hubiera sido un puntazo la imitación de María Amparo. ¿También sabrías imitarla cuando se cayó a la piscina?
Anónimo (o anónima?), Miriam y Millán nos dieron muchas anécdotas, ¡era él el que le cantaba a Miriam para que le abriera a las 3 de la mañana!

David Cuesta dijo...

Hola Tívali,

Soy tu D de la historia, o sea David. Sí, seguramente el atasco fue culpa mía, lo reconozco. Eso sí, yo jamás de los jamases he fregado los cacharros en el bidé. Que quede constancia.

Besos.

Alber dijo...

Yo he tenido también entre 25 y 30, de todo tipo de tamaño, forma, raza y religión. Gente muy buena y muy mala malísima. Con algunos conservo buena amistad, con otros deseos de matar. A uno le pinché las ruedas de la bici como venganza por su mal rollo, otro demostró como se puede explicar la "teoría del caos" en su habitación (demoledor es poco), un marroquí se convirtió en un valioso amigo y uno de los últimos, en Pamplona, se refugió en su habitación para morir como un perro. Lo encontramos en los estertores, con todo el suelo lleno de sangre, consumido por la fiebre. Tenía un cáncer terminal y se estaba deshaciendo por dentro, lo recogieron a las 15:30 h. y murió a las 22:00 h. Siempre que paso por los pisos verdes de Iturrama (habiendo estudiado en Pamplona te sonarán) no dejo de acordarme de el y su egoismo...Vamos, que tengo historias para dar y tomar!!